TERESITA LA INCONFORME. Por: El Diablillo del Parnaso.

Confórmese el gordo con ser gordo
y no piense el esqueleto en ser robusto,
viva cada quien según su gusto
y cual can no quiera oír el que sea sordo.

El que sueña con vivir como el vecino
y no le encuentra gracia a lo que tiene,
verá que su alegría se detiene
y solo habrá amargura en su camino.

En vez de hallar la vida placentera,
en lugar de disfrutar su propio encanto,
cada uno santidad ve en otro santo
y el aplauso por lo propio nadie espera.

Mas si quiere ser el gordo garabato,
poco plato, señores, poco lecho,
aire libre en lugar de tanto techo,
y a tirar bastante suela de zapato.

Aunque, al fin, constitución es quien define,
lo demás es puro cuento y cuento puro,
no conozco un flaco gordo, lo aseguro,
ni conozco un gordo flaco, ni en el cine.

Era Teresita inteligente,
de ella comentaban que era bella,
brillaba su sonrisa como estrella,
la tenían por amable y buena gente.

Para ella eso no era suficiente:
quería hacerse sílfide doncella,
y pronto, cual la luz de una centella,
ya estaba en el quirófano yacente.

Sometióse a la primera cirugía
y después el bisturí volvió costumbre,
pues no hay luz que en algunas más alumbre
que la fatua y vana luz de su porfía.

Unos piensan que falló la Medicina,
otros dicen que son cosas de la suerte,
Teresita, en todo caso, halló la muerte
y hasta inerte igual seguía de divina.

Su familia heredó tan solo el duelo,
con su plata se quedaron los doctores,
la florista se ganó lo de las flores,
y Teresa —dijo el cura— subió al cielo.

Hoy a tanta Teresita convencida
de que a punta de una y otra anestesiada
será en reina o en modelo transformada,
le sugiero que disfrute más la vida.

La existencia, como el río, es movimiento:
ejercítense, Teresas, día a día,
en lugar de estar pensando en cirugía
y llenándose el vivir de sufrimiento.

Pues si nunca sacas tiempo para eso,
ni tampoco estás conforme como eres,
al final te sumarás a las mujeres
que se quedan sin el pan y sin el queso.