A despecho de los puristas, son cada vez más las voces autorizadas que admiten que en la poesía moderna, los antiguos conceptos de rima, ritmo y medida han ido quedando prácticamente superados en su concepción tradicional de algo obligatorio. Solamente, quienes nos aferramos a la poesía clásica mantenemos vivo el interés por la observancia de aquellos conceptos, que -por demás- eran más rígidos y complejos de lo que se cree.
En el Diccionario de Uso del Español de María Moliner leemos, por ejemplo, esta frase: “La rima no es esencial a la poesía”.
Hoy por hoy, en poesía puede haber: rima consonante, rima asonante o ausencia de rima.
A la rima consonante se le denomina “rima perfecta”. A la rima asonante, se le llama “rima imperfecta”.
Los versos con rima consonante son aquellos que tienen terminación IDÉNTICA.
Los versos con rima asonante son aquellos que tienen terminación solamente PARECIDA o SEMEJANTE.
El verso libre o verso suelto es aquel que no va rimado.
Para comprender mejor lo que se acaba de explicar, no se pierda de vista que verso es cada renglón de un poema.
El ritmo es la combinación armónica de los acentos dentro del verso. Las partecillas del verso que son destacadas por los acentos se llaman pies.
En cuanto a la medida, antiguamente, era tan riguroso el tema, que, incluso, se contaban con estrictez las sílabas. Hoy el tema se ha relajado casi por completo. Nosotros, empero, nos mantenemos apegados a lo clásico. Este aspecto era estudiado por la Métrica. De ahí nacieron conceptos como el de “versos alejandrinos”. En Métrica, “alejandrino” es el verso de catorce sílabas dividido en dos hemistiquios. Hemistiquio es cada una de las partes que se consideran en un verso, especialmente aquellas que están separadas por una cesura. Cesura es la pausa rítmica que se da en el interior de un verso. Pero hemistiquios y cesuras solamente hay en los llamados versos de arte mayor, que son aquellos que tienen más de ocho sílabas.
En efecto, los versos pueden tener diferentes números de sílabas. Los que tienen hasta ocho (8) sílabas, conforman los de “arte menor”; los que tienen más ocho (8) sílabas, integran los de “arte mayor”.
Los de arte menor son:
Bisílabos: 2 sílabas.
Trisílabos: 3 sílabas.
Tetrasílabos: 4 sílabas.
Pentasílabos: 5 sílabas.
Hexasílabos: 6 sílabas.
Heptasílabos: 7 sílabas.
Octosílabos: 8 sílabas.
Los de arte mayor son:
Eneasílabos: 9 sílabas.
Decasílabos: 10 sílabas.
Endecasílabos: 11 sílabas.
Dodecasílabos: 12 sílabas.
Tridecasílabos: 13 sílabas.
Tetradecasílabos: 14 sílabas.
Estos últimos, los de 14 sílabas, son conocidos como versos alejandrinos.
En el conteo de las sílabas de un verso (operación que se denomina escandir), hay que tener el cuidado de no perder de vista las figuras métricas. Si quien hace el conteo no tiene presente la existencia de estas figuras métricas, y no se preocupa por indagar, incluso a través de una adecuada recitación o declamación mental, cuál fue la intención del poeta (aumentar el número de sílabas de un verso o disminuir el número de las de otro, echando mano de tales figuras), inevitablemente lo hará mal. Ellas son: La sinalefa: contraer en una sola sílaba la vocal final de la palabra anterior con la primera vocal de la palabra siguiente. Si se cuentan como dos sílabas, obviamente el conteo resultará equivocado. El hiato, al contrario, destruir la sinalefa; las dos sílabas se contarán, entonces, por separado y no como una sola. Si se cuentan como una sola, no como dos, lógicamente el conteo se hará mal. La sinéresis: diptongar vocales que, en principio, formarían sílabas distintas. Si quien cuenta no hace el diptongo, contará mal. La diéresis: al contrario, disolver el diptongo; así, las vocales se contarán como sílabas distintas. La diástole: hacer grave o aguda una palabra esdrújula o grave. La sístole: hacer lo contrario a la diástole.
La sinalefa la hacemos, sin darnos cuenta, en nuestra conversación diaria. Al respecto, el lingüista español don Manuel Seco, de la Real Academia Española de la Lengua, escribe:
“Los diptongos y triptongos no solo se producen dentro de una palabra. Al hablar, todas nuestras palabras van soldadas unas a otras, y solo las separamos cuando hacemos pausa, cosa que frecuentemente no ocurre hasta las ocho o nueve sílabas. Por eso, cuando decimos, por ejemplo, Pedro y su hermano están en casa, las palabras Pedro e y, su y hermano, hermano y están las pronunciamos unidas, de modo que resultan agrupados en una misma sílaba fonemas de palabras distintas: /pé-DROI/, /SUER-má-no/, / er-má-NOES-tán/. A veces el fenómeno se da entre tres palabras: viene a Italia /bié-NEAI-tá-lia/. Esta asociación en diptongo o triptongo, es decir, formando un solo núcleo silábico, de vocales sucesivas pertenecientes a palabras distintas, se llama sinalefa“. [SECO, Manuel. Gramática esencial de la lengua española. 4a edición. Espasa Calpe. Madrid. 1996, p. 102. Las cursivas son del libro].
Dentro de las diversas clases de poemas, se destaca el soneto. Un soneto es una composición poética que consta de catorce versos distribuidos en dos cuartetos seguidos de dos tercetos.
La cuestión era tan rígida, que existían las llamadas “licencias poéticas”, de las que el poeta podía echar mano para ajustar el conteo de las sílabas o la rima. Por ejemplo, una “licencia poética” era la de no escribir “océano”, sino “oceano”, para lograr que rimara con “arcano” o con “mariano”.
Hoy, la poesía es libre. Uno no le encuentra, a veces, ni la rima, ni el ritmo, ni la medida, por ninguna parte.
A pesar de ello, nosotros seguimos apegados a la poesía en su concepción clásica, sin menospreciar, claro está, la hermosura que hay dentro de la poesía actual.
A efecto de ilustrar a nuestros amigos sobre este tema, nada mejor que insertar en nuestro portal versos de grandes poetas. En ellos, pueden observar que aquella estrictez de “rima, ritmo y medida”, todos presentes al tiempo, pareciera ser más un tema propio de las aulas, que una realidad en poesía.
Esto no significa -repetimos- que no se compongan versos hoy en día con sujeción a aquellas reglas clásicas. Se sigue haciendo, por supuesto; debe seguirse haciendo. Lo que queremos dejar en claro es, simplemente, que ya no puede seguirse midiendo la poesía, como antes, con cartabón en mano. Y, de todos modos, si se pretende aplicar el cartabón, hay que tener el cuidado de considerar las figuras métricas y demás reglas que rigen ese conteo y aproximarse a la intención del poeta.
Los invitamos, entonces, a disfrutar del siguiente muestrario poético.
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SIRENA
Tengo la convicción de que no existes
y sin embargo te oigo cada noche
te invento a veces con mi vanidad
o mi desolación o mi modorra
del infinito mar viene tu asombro
lo escucho como un salmo y pese a todo
tan convencido estoy de que no existes
que te aguardo en mi sueño para luego.
MARIO BENEDETTI
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LA TIERRA SE LLAMA JUAN
Te conocí, Cristóbal, en las lanchas
de la bahía, cuando baja
el salitre, hacia el mar, en la quemante
vestidura de un día de Noviembre.
Recuerdo aquella extática apostura,
los cerros de metal, el agua quieta.
Y sólo el hombre de las lanchas, húmedo
de sudor, moviendo nieve.
Nieve de los nitratos, derramada
sobre los hombros del dolor, cayendo
a la barriga ciega de las naves.
Allí, paleros, héroes de una aurora
carcomida por ácidos, sujeta
a los destinos de la muerte, firmes,
recibiendo el nitrato caudaloso.
Cristóbal, este recuerdo para ti.
Para los camaradas de la pala,
a cuyos pechos entra el ácido
y las emanaciones asesinas,
hinchando como águilas aplastadas
los corazones, hasta que cae el hombre,
hasta que rueda el hombre hacia las calles,
hacia las cruces rotas de la pampa.
(…)
PABLO NERUDA
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LA GALLINA Y EL CERDO
Bebiendo una gallina de un arroyuelo
a cada trago alzaba la vista al cielo,
y con el pico
gracias daba a quien hizo licor tan rico.
¿Qué es eso?, gruñó un puerco.
¿Qué significa tan ridícula mueca?
Y ella replica:
Nada, vecino.
La gratitud es griego para un cochino.
Pero no hay alma noble que no agradezca
hasta una gota de agua que se le ofrezca.
Y aun la gallina
siente la inagotable bondad divina.
RAFAEL POMBO.
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MARCHA TRIUNFAL
(…)
Los claros clarines de pronto levantan sus sones,
su canto sonoro,
su cálido coro,
que envuelve en un trueno de oro
la augusta soberbia de los pabellones.
Él dice la lucha, la herida venganza,
las ásperas crines,
los rudos penachos, la pica, la lanza,
la sangre que riega de heroicos carmines
la tierra;
los negros mastines
que azuza la muerte, que rige la guerra.
(…)
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores,
y bajo los pórticos vense sus rostros de rosa;
y la más hermosa
sonríe al más fiero de los vencedores.
RUBÉN DARÍO.
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EL DÍA QUE ME QUIERAS
El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cantarinas
el día que me quieras.
El día que me quieras, los setos escondidos,
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo, serán cuando me quieras.
AMADO NERVO
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CANTO GENERAL. ALTURAS DE MACCHU PICCHU. POEMA XII
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.
PABLO NERUDA.
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DESPEDIDA
El sembrador siega el trigo,
desde mi balcón lo veo;
el niño vende naranjas,
desde mi balcón lo siento;
si muero,
dejad el balcón abierto.
FEDERICO GARCÍA LORCA.
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ORO EN POLVO
¡Quién fuera mariposa!
Flor del aire, luciente y fugitiva.
Envidio esa existencia temblorosa
que siempre, en pago de la miel que liba,
deja un polvo de oro en cada rosa.
JULIO FLÓREZ
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CLARO, COPLAS CULTURALES.
LA INCULTURA ES UNA SOMBRA,
QUE OPACA NUESTROS HOGARES,
LOS MÁS POBRES EN COLOMBIA.
ESTIMADO DOCTOR OSCAR HUMBERTO GOMEZ GOMEZ, AGRADECERLE Y FELICITARLO POR SU GENEROSA PLUMA, LLENA DEL MENSAJE SOCIAL QUE AMERITA Y NECESITA COLOMBIA. GRACIAS POR SUS CANCIONES, CON LAS VERDADES Y APORTES SOCIALES Y QUE DECIR SOBRE ESTA CATEDRA Y DOCENCIA PARA TANTA GENTE QUE SENTIMOS LA PALABRA EN EL ALMA, EN EL CORAZÓN, EN LOS LABIOS, PERO NO LA PODEMOS EXPRESAR BIEN, PORQUE NOS HACE FALTA ESO QUE USTED, DOCTOR GOMEZ, ESTÁ ENTREGÁNDOLE GRATUITAMENTE A LA SOCIEDAD. QUE DIOS LE BENDIGA SU CULTURA Y LA NUESTRA.