El parque de la 93, el “paseo millonario” y la responsabilidad del Estado en el control de los taxis en Bogotá. INFORME ESPECIAL.

PARQUE DE LA 93. BOGOTÁ.

Guillermo Galvis, de 61 años de edad, vendedor de automóviles, tomó un taxi en el parque de la 93 de Bogotá.

El ciudadano ruso Vitaly Shubinsky, de 36, hizo lo mismo: cogió un taxi en el parque de la 93 de Bogotá.

Un joven, a quien El Tiempo decidió bautizar como “Felipe” (en lugar de anotar, elegantemente, como se hacía en el periodismo literario de antes, que se omitía su nombre a solicitud del entrevistado), igualmente abordó un taxi en el mismo parque de la 93.

Pues bien: los tres fueron víctimas del llamado “paseo millonario”.

En el caso de Guillermo Galvis, un sujeto armado se hallaba escondido en la silla del pasajero de adelante, ese que denominan dizque “copiloto”, silla que se encontraba abatida sobre el tablero.

Lo mismo le sucedió a aquel Felipe que no es Felipe:

“El taxi lo cogí en Puerta Grande, en el parque de la 93. Recuerdo que abordé al taxista con amabilidad y le sugerí una ruta para que me llevara a casa. De un momento a otro, subió por la calle 92, que estaba muy solitaria, al contrario de lo que le había solicitado. Sin aviso, salió del puesto del copiloto un tipo con una pistola. Me apuntaba y me decía que me iba a matar. Yo lo pateé en la cara e intenté abrir la puerta, pero tenía seguro de niños.

Luego tuve que soportar que el copiloto, sentado a mi lado, me apuntara durante casi una hora con su pistola. Me robaron el BlackBerry y la billetera, y todo el tiempo me pedían las claves de mis tarjetas. Permanentemente me gritaban que me iban a matar.

El conductor no se quedaba atrás. Me gritaba que me merecía un tiro rápido y me quitó una chaqueta que me había regalado mi hermano. En ese momento pensé en mis papás, en mi hermano; pensé que ellos eran los que iban a sufrir si a mí me pasaba algo. Por eso empecé a colaborar con los delincuentes. Después de casi una hora de rogarles a los tipos para que no me mataran, logré que el ‘paseo’ no terminara en tragedia. Me dejaron botado en el sur de Bogotá y salí corriendo. Ahora con mi trabajo y mis ahorros pagaré por su oficio. Pero, en medio de todo, agradezco que no me secuestraran, pegaran, emburundangaran, chuzaran o mataran. Ahora le aconsejo a la gente que cuando tome un taxi verifique que no haya alguien agachado adelante”.

PARQUE DE LA 93. BOGOTÁ.

Esa espeluznante y angustiosa coincidencia no es, sin embargo, lo que más resulta molesto. Es que sucedió que una mañana, de esas en las que la W entrevista a personajes que se explayan hablando largo rato -casi siempre de política-, un oyente llamó y denunció que a él le habían hecho el “paseo millonario” el día anterior luego de tomar un taxi en el parque de la 93.  El oyente precisó que un delincuente estaba escondido en la silla del mal llamado copiloto, silla que el chofer mantenía abatida sobre el tablero en los momentos en que él se había subido al vehículo.  Infortunadamente, los periodistas de la W, más interesados en hacer entrevistas kilométricas a los mismos políticos de siempre, no le formularon ninguna pregunta, no ahondaron en los detalles del gravísimo hecho criminal (que, claro, en un país donde suceden tantas atrocidades, ya no conmueve a nadie), y la valiosa denuncia pública quedó trunca.

Lo lamentable es que el no haber armado, de una vez, un escándalo nacional, con entrevista al Director General de la Policía Nacional de Colombia, al Presidente del Congreso de Colombia pidiéndole explicaciones sobre la alcahueta legislación penal colombiana y las figuras procesales mal copiadas de Norteamérica que convirtieron nuestro derecho procesal penal en un sainete de negociaciones; al Alcalde Mayor de Bogotá, para exigirle concreciones acerca de los controles que se tienen sobre el personal de taxistas que ejercen ese oficio en Bogotá, y, en fin, a los funcionarios que, directa o indirectamente, deben aclararle a Colombia qué está sucediendo con este vital servicio público, por qué tanto atraco, por qué tanto delincuente al volante, con qué criterios se está seleccionando al personal de taxistas, etcétera, lo cual hubiera servido para forzar al despliegue de operativos y a la adopción de una política criminal seria en este tópico, se desperdició tan preciosa oportunidad, se silenció al oyente cortándole de un tajo la comunicación telefónica, y fue poco después cuando el ciudadano ruso Vitaly Shubinsky necesitó un taxi y tomó uno en el mismo parque de la 93.

PARQUE DE LA 93. BOGOTÁ (COLOMBIA)

Sólo que esta vez, a diferencia de aquel Felipe que no es Felipe, y del oyente de la W cuyo caso no despertó interés en Julio Sánchez Cristo, ni en Alberto Casas Santamaría, ni en nadie, el señor Shubinsky fue asesinado de tres tiros dentro del taxi y con su trágica muerte terminó esta vez el denominado “paseo millonario”.

Como dijimos al comienzo, también Guillermo Galvis cogió un taxi en el parque de la 93.

Pues bien: también a él, al igual que al ciudadano ruso, lo sometieron al “paseo millonario”.

E, infortunadamente, también a él lo asesinaron a tiros los atracadores. El señor Galvis murió en una clínica bogotana.

¿Qué nos espera a futuro? ¿En qué va a parar esto de los “paseos millonarios”? ¿Cuál es la actitud de la red bancaria, que es la verdadera creadora del riesgo?

En primer lugar, está en mora -pero bastante en mora- el Estado colombiano en asumir este peligroso fenómeno criminal con mayor decisión y coherencia. Es decir, actuando como un verdadero Estado, vale decir, como la conjugación de un poder ejecutivo, de un poder legislativo y de un poder judicial.

Porque nada sacamos con que la policía capture a los bandidos, si después un juez, en ocasiones impulsado por su propia laxitud, pero casi siempre acorralado por leyes alcahuetas, los suelta.  Los suelta, como se hizo con el hampón que se llevó de “paseo millonario” a la presentadora de televisión Carolina Cruz, según relata EL ESPECTADOR en su edición del 15 de septiembre de 2011 al dar la noticia de que el peligroso antisocial acababa de ser condenado. Condenado, luego de una segunda captura, pues su primera captura terminó en que lo dejaron libre.  Narra EL ESPECTADOR:

“Por los delitos de secuestro extorsivo y hurto fue condenado a 44 años y seis meses de prisión José Fabio Cano, señalado de ser el autor de varios ‘paseos millonarios’ en Bogotá, entre ellos a la reconocida presentadora Carolina Cruz a mediados de 2007.
Cano, quien según la Fiscalía es considerado “el rey del paseo millonario” fue capturado en enero de 2008, sin embargo su detención fue declarada ilegal, pese a ser uno de los 20 hombres más buscados en la capital de la República.
En febrero de 2009, fue recapturado en flagrancia y puesto a disposición de la justicia. En el juicio se comprobó que era el autor de cientos de robos a través del llamado “paseo millonario” en compañía de otros tres hombres.
El condenado pagará su pena en la cárcel Modelo de Bogotá”.

Las preguntas que surgen de todo esto son varias y todas muy importantes. Pero, por lo pronto, dejemos la siguiente:

¿Qué se exige hoy en día para ser taxista en Colombia?

¡Gracias por compartirla!
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1 respuesta a El parque de la 93, el “paseo millonario” y la responsabilidad del Estado en el control de los taxis en Bogotá. INFORME ESPECIAL.

  1. Laura dijo:

    NOTA DEL PORTAL: Desde la capital de la república nos escribe una joven víctima del fenómeno criminal al cual se refiere la entrada. La omisión de su apellido es apenas entendible. El siguiente es el texto de su mensaje.

    “El día martes 1 de Noviembre de 2011, FUI VICTIMA DEL PASEO MILLONARIO. Infortunadamente siempre creí que esos mensajes de alerta eran exageración y que eso les pasaba a “otras personas”.

    Tomé un taxi en la calle 93, frente a la embajada de Holanda, iba con un compañero de trabajo, quien se bajó en la 56 con 4ta, después el señor al llegar a la calle 53, se desvió, luego dijo que estaba perdido y desactivó el bloqueo central; en ese momento, dos hombres se subieron al carro, me hicieron cerrar los ojos y empezaron a buscar en mi bolso, me pidieron la clave de la tarjeta y luego llegó otro carro a quien le entregaron la tarjeta y la clave…finalmente, después de una hora me dejaron en la calle 75 con 25.

    Los instantes más largos y desagradeables de mi vida; me sentí vulnerable, impotente, con miedo… afortunadamente no sufrí agresiones verbales ni físicas, pero en realidad pensé que no alcanzaba a contar esta historia.

    Amigos!!! Sean precavidos, NO TOMEN TAXIS EN LA CALLE, ES MEJOR LLAMAR, VISUALICEN LA PLACA, NO PORTEN TARJETAS CRÉDITO NI DÉBITO…ESTO ES UNA REALIDAD…. Y COMPROBÉ QUE TODOS ESTAMOS EXPUESTOS….

    Con esto aprendí la importancia de llamar a casa y avisar, ser precavida y estar alerta….y valorar cada vez más la vida y la libertad!!!”.

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