Machismo, feminismo e igualdad de género. El caso de María Moliner.
Por Óscar Humberto Gómez Gómez
“María Moliner –para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y –a mi juicio- más de dos veces mejor”. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.
“Sí, mi biografía es muy escueta en cuanto a que mi único mérito es mi diccionario. Es decir, yo no tengo ninguna obra que se pueda añadir a esa para hacer una larga lista que contribuya a acreditar mi entrada en la Academia. (…) Mi obra es limpiamente el diccionario (…).
Desde luego es una cosa indicada que un filósofo entre en la Academia y yo ya me echo fuera, pero si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, dirían: ‘¡Pero y ese hombre, cómo no está en la Academia!”. MARÍA MOLINER. Entrevista con Daniel Sueiro.
Las contundentes palabras del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, destacadas por Editorial Gredos, de Madrid, a propósito de la segunda edición de aquel portentoso trabajo lingüístico, hacen superfluo cualquier comentario.
Las de María Moliner corroboran lo que hoy en día empieza a reventar por todas partes, como una verdad que se está descubriendo y explica muchos supuestos axiomas predicados sin crítica alguna a lo largo de la historia. Aseveraciones tajantes y estridentes que hasta ayer se tomaban como verdades incontrovertibles, pero que cada día más están siendo cuestionadas y desnudadas como lo que realmente son: afirmaciones explicables únicamente gracias a la tradición machista de la humanidad. Por ejemplo, el “axioma” de que no han existido filósofas, sino tan sólo filósofos, negando así la existencia de excelsas figuras femeninas de la Filosofía como Hipatya de Alejandría, la bella e inteligente directora del Museo, asesinada por la fanática turbamulta cristiana, instigada por el patriarca griego Cirilo.
Para no ir tan lejos, aquí, entre nosotros, tardía (aunque más vale tarde que nunca) la recopilación de los nombres de las mujeres que enriquecieron la historia musical femenina de Santander durante los primeros setenta años del siglo XX, puesta sobre el tapete hasta ahora, gracias a interesante artículo, que recogimos para nuestro último libro: Beatriz Serpa Cuesto (o Beatriz Serpa de Muñoz), Rosa Julia Peralta de Carvajal, Elvira Inmediato, Aura de Castellanos, Carlina Mantilla Murillo, Alicia García de Uribe, Ana Sixta Hernández, Amalia Carrera Duque, Beatriz Vásquez de Ardila, Beatriz Gómez de Acevedo, Berta Inés Aguilar, Blanca Puyana de Obregón, Carmen Inés Carrero, Cecilia Granados, Cecilia Núñez de Lega, Cecilia Pinzón Urrea, Elpidia Torres de Rodríguez, Elvira Moreno Martínez, Emilia Gómez Villa, Eugenia Galvis, Graciela Ordóñez Montero, Graciela Pereira, Hortensia Galvis Ramírez, Inés Granados, Jacqueline Nova Sontac, Lissy García de Serrano, Lucila Paillié de Azuero, Lucila Reyes Duarte, Lucila Villarreal Mejía, Luisa María Peña Durán, María Victoria Prieto Galvis, María Mercedes Serrano Montagut, Martha Lucía Gómez Rueda, Marcela García Ordóñez, Patricia Pérez, Mariela Sanmiguel de Molano, Marina Abello de Camargo, Mercedes Cortés Ramírez, Norma Domínguez de García, Raquel Serrano Sanmiguel, Rosalba Mantilla Prada, Teresa Cáceres de Serrano y Trinidad Márquez de Pinilla. (SÁNCHEZ MEJÍA, Magnolia. ECHEVERRI GUTIÉRREZ, Diana Gabriela. Presencia y esencia de la mujer en la música. Santander (1900-1970). En: Revista Santander. No. 2. Universidad Industrial de Santander. Marzo de 2007. Citado por Óscar Humberto Gómez Gómez. Historia de Bucaramanga. 1a edición. (Sic) Editorial. Bucaramanga. 2009, p.p. 262-263).
Federico Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado precisa que la primera forma de dominación y explotación de unos seres humanos por otros no fue la del esclavo por el amo, sino la de la mujer por el hombre.
No hace un año el mundo civilizado se estremecía con las imágenes de las mujeres iraníes enterradas hasta el cuello como paso previo a su lapidación a manos de verdugos varones, en el contexto de una sociedad, una religión y una cultura machistas hasta los tuétanos. En Zorba el Griego, Alexis Zorba, el personaje protagonizado por el genial actor Anthony Quinn, no puede impedir la lapidación de la mujer a quien representa la actriz Irene Papas, acusada de que un hombre se ha suicidado por ella. En El Quijote, El Caballero Andante logra, en cambio, impedir que lapiden a la pastora Marcela, acusada de lo mismo: de que un bachiller apreciado en toda la región se ha suicidado porque ella no atendió sus requerimientos amorosos. Y en La Biblia, Jesús salva a una mujer adúltera de la misma pena con aquella inmortal exhortación a que “aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
El Código de Derecho Canónico sanciona la ordenación de sacerdotisas con la excomunión.
Volvamos al caso Moliner:
El 7 de noviembre de 1972, el escritor y periodista español Daniel Sueiro entrevistaba en El Heraldo de Aragón a María Moliner. El titular era un interrogante: “¿Será María Moliner la primera mujer que entre en la Academia?” A María Moliner la habían propuesto como miembro los académicos Rafael Lapesa y Pedro Laín Entralgo. La pregunta del autor de La pena de muerte se quedó esperando la respuesta positiva que seguramente esperaba. El machismo le cerró la puerta de la Real Academia Española (RAE) a la más grande lingüista de España.
La oleada de duras críticas al secular machismo de una academia que se había negado a recibir a María Moliner, a pesar de sus innegables méritos, hizo que en 1978 (mil novecientos setenta y ocho) y casi desesperadamente la RAE se propusiera asegurar el ingreso de una mujer a la entidad. Para ello conformó una terna de solo mujeres. Era tal la atmósfera machista reinante, que resultaba casi segura la elección de un varón si se incluían hombres -al menos uno- en la terna. Carmen Conde, Carmen Guirado y Rosa Chacel integraron aquella histórica terna que permitió, por fin, con Carmen Conde, la entrada del sexo femenino a la hermética institución. La Academia había sido fundada en el año 1774 (mil setecientos setenta y cuatro). La primera mujer ingresó en el año 1978 (mil novecientos setenta y ocho). Ustedes mismos concluyan cuántos años habían transcurrido desde entonces.
Después de Carmen Conde, otras damas como Ana María Matute (1996), María del Carmen Iglesias (2000), Margarita Salas (2003), Inés Fernández-Ordóñez (2008) y Soledad Puértolas Villanueva (2010), han ocupado sillón en la RAE.
A pesar de estas conquistas, sin embargo, el machismo continúa siendo una realidad innegable en el mundo entero. Y en Santander, nuestro departamento, una realidad verdaderamente preocupante.
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