Dos palabras, una excusa para hablar y escuchar a los amigos, viejos compañeros del barrio, del colegio. Aquellos con los que no había más interés que ir a jugar y divertirnos. Pasé esos años en un barrio tranquilo, saliendo a paseos, fiestas, películas, juegos en la calle de toda clase –ponchados, escondite, etc.-. La televisión era muy poca, recuerdo que había solo dos canales, la cadena Uno y, por supuesto, la cadena Dos (muy creativos en esa época), así que las horas frente a este aparato eran pocas y el tiempo se pasaba mejor, al menos corríamos más. El color en la T.V. estaba llegando hasta ese momento y el primer aparato en mi casa que lo transmitía fue un Zenith, comprado por mi papá para ver a todo color la transmisión de los Oscar de ese año. El control remoto era una opción, los había sin y con ese aparatico, claro que no había problema, con cinco hijos el T.V. obedecía a órdenes verbales y sin chistar (mejor que SIRI, seguro). Ver una película en Betamax, la primera tecnología en llegar a las casas, era un programa especial. Primero, conseguir el permiso con los papas de la casa donde ya lo tenían, luego ponernos de acuerdo con la película y después en grupo ir a alquilarla a Betamax Terrazas, donde Danny, su propietario, que hacía las veces del IMBD de hoy, una completa base de datos de actores, directores y cintas, con comentarios y recomendaciones personales, siempre acertadas.
El mundo era más básico, las comunicaciones eran directas, el teléfono era un servicio costoso y ni pensar en plan ilimitado o algo parecido. Cobraban los impulsos, que creo eran cada tres minutos, y eso lo hacía caro cuando alguno o todos en la casa tenían amigos y amigas que llamar. Lo más cercano a un inalámbrico era un cable de al menos diez metros que nos facilitaba escondernos para hablar sin ser vistos.
¿La vida era mejor antes?, menos complicada quizás, si la miramos desde la ventana de nuestra vida como es hoy, pero todo tiempo tiene su afán, sus buenas y malas cosas. Hoy miramos con nostalgia esos días como usando un filtro color rosa, vemos positivo no depender de la tecnología actual, pero si damos un buen manejo a las herramientas modernas y apreciamos la facilidad con la que nos comunicamos superando cualquier distancia, como la oportunidad de quienes tienen sus hijos o nietos en el exterior de verlos todos los días en vivo y en directo y ¡sin ningún costo!, nos hace revaluar ese dicho popular que nos deja anclados en los años que se fueron y dice que todo tiempo pasado fue mejor, seguro que sí, tenemos buenos recuerdos (y claro que malos también), pero debemos apreciar lo que hoy vivimos, usemos el Facebook, escribamos por el whatsapp, pero no olvidemos lo agradable que es sentarse bajo la sombrilla de una mesa a tomarse un fragante café, a escuchar, y que nos escuche un viejo amigo, antes que no podamos volverlo a ver nunca más. Recordemos la publicidad de una marca de café nacional, “Tomémonos un tinto, seamos amigos”, así sea en Starbucks, todo vale, pero eso si, ¡sin hacer cola!. Aunque prefiero un lugar como el de la foto, donde el café es cosechado y vendido por su dueño y nos atiende con agrado (Mercado Campesino de La Mesa de Los Santos).