Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro del Colegio Nacional de Periodistas.
Copiamos textualmente a continuación la nota de EL TIEMPO:
“La obra de teatro ‘Yo soy antígona’ (sic), que durante seis meses ensayaron 16 internas de la cárcel El Buen Pastor, no se pudo poner en escena. Uno de los sindicatos de guardianes del Inpec impidió el desplazamiento de las reclusas y, por lo tanto, el estreno de la obra. El viernes, unas 120 personas se quedaron a la espera de ver a las internas en un teatro de la zona de Teusaquillo en Bogotá.
La explicación que dieron los guardianes es que la obra era indigna porque mostraba un desnudo.
“Nos parece extraño que, después de dos años de estar realizando presentaciones de otras obras dentro y fuera de Bogotá, con el permiso de las directivas del Inpec, hoy los guardianes se opongan a esta nueva obra. Considero que se está censurando el trabajo de las internas”, dijo la modelo y actriz Johana Bahamón, quien es además la directora de la Fundación Teatro Interno.
La puesta en escena estaba prevista para las 3 de la tarde del viernes en una sala de teatro del barrio La Soledad.
A esa misma hora, en el centro carcelario, los guardianes protagonizaron una protesta en rechazo por lo que intentaron hacer las internas.
“La dramatización mostraba lo cotidiano de una cárcel de mujeres, lo que se vive día a día detrás de los muros y los barrotes. Creo que a ellos no les gustó que mostráramos esa realidad, con una temática muy crítica”, añadió la actriz.
Bahamón aseguró que el desplazamiento de las 16 internas era algo que ya habían autorizado las directivas del Inpec, incluso en varias oportunidades.
La censura impuesta por la guardia carcelaria se inició, según dijo la actriz, el miércoles pasado, cuando se les exigió a las internas una demostración de la nueva obra teatral.
“Nos dijeron que hiciéramos unos cambios. Se montaron las modificaciones. Pero, a última hora, salieron con que se prohibía el desplazamiento de las niñas”, añadió.
A pesar de que las internas no asistieron al teatro del barrio La Soledad, varias actrices profesionales les rindieron un tributo en ese escenario. “El Inpec censuró el teatro, nosotras vamos a encarcelar el teatro”, fue el mensaje de la obra improvisada por las actrices.
Además, ellas expusieron ante los asistentes a la sala las necesidades que tienen las mujeres del Buen Pastor. Hablaron de inasistencia médica y exigieron un mejor trato para las reclusas.
Johana Bahamón dio a conocer su temor de que lo ocurrido genere represalias de la guardia con sus alumnas“. (EL TIEMPO. Viernes 8 de agosto de 2014).
A ver, señor Presidente de la República, señor Ministro de Justicia, señor Ministro o señora Ministra de Cultura y señor Director del INPEC:
Aquí la cuestión no es si a un grupo de teatro conformado por mujeres que perdieron su libertad, pero no su derecho a hacer arte, e incluso a emplear el arte como medio de denuncia, se les prohibió presentar la obra que montaron durante medio año. Aquí la cuestión es: en primer lugar, quién manda en el sistema carcelario colombiano; y, en segundo lugar, qué está haciendo el Estado por el desarrollo de la cultura dentro de las cárceles.
Y es que no tiene presentación alguna que al hacinamiento carcelario y penitenciario, y a la evidente violación de la dignidad de los reclusos y de las reclusas, se sume ahora su desconocimiento como personas con derecho a la cultura y a las manifestaciones del arte.
La opinión pública nacional tiene derecho a conocer qué fue exactamente lo que pasó con “Yo soy Antígona” y si es que al personal recluso se le está vetando porque intenta, a través del teatro o de otras expresiones artísticas y culturales, denunciar la situación en la que sobreviven.
El solo título de la obra evoca a la inmortal “Antígona”, de Sófocles, obra clásica en la que una gran mujer griega, en solitario y dentro de la más absoluta adversidad, es capaz de enfrentarse al poder avasallador de un Estado tirano, solo por defender su derecho natural de enterrar a su hermano Polínices, muerto en combate durante la guerra contra Creón, el déspota de Tebas, pues no acepta que a uno de sus hermanos, Eteocles, por haber luchado del lado del rey, se le haga un funeral con honores, mientras al otro se le deje a merced de las aves de rapiña, según lo ha ordenado el soberano so pena de que quien desacate la orden real será condenado a la pena capital.
Un Estado democrático no puede abusar de su poder para silenciar a la mujer privada de la libertad que trata de hacerse oír en un escenario dramático, tal y como Antígona se hizo oír, a costa de su vida, por defender lo que creía justo.