El hampa en Bogotá ha notificado
al sufrido y noble pueblo bogotano
que si osa a sus espejos poner mano
y evitar que se los lleve algún honrado,
que si uno la luneta ha remachado
con seguros, tal intento será en vano,
porque, entonces, el ladrón llegará ufano
por espejo y por todo lo instalado.
De manera que me han recomendado
los amigos que así menos han gastado,
que al bribón le dé mis bienes en bandeja.
Y es que está ya plenamente demostrado
que si una sociedad no tiene Estado
le va mucho mejor al que se deja.