RETROCESOS. Por: El Diablillo del Parnaso.

 

Se luchó por ocho horas de trabajo,
ocho horas de descanso, ocho de sueño,
porque no se le aceptara a ningún dueño
al obrero tratar como a un andrajo.

Lo logrado se abrogó con desparpajo,
el pobre se quedó frunciendo el ceño,
el derecho laboral se volvió ensueño
y ahora rige la cultura del atajo.

Hoy el pueblo se pregunta cabizbajo
si algún día volverán cepo y vergajo,
si fue inútil la matanza de Chicago,

si es que todo ha de lograrse con cascajo,
si la ley la volverán un estropajo,
o si pronto pasará este tiempo aciago.

 

¡Gracias por compartirla!
Esta entrada fue publicada en Poesía. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *