Por desgracia en esta tierra no han faltado
aquellos conductores —más bien truhanes—
que cometen con el pito mil desmanes
y causan más de un tímpano rasgado.
Por saludo o por enojo me han pitado,
y es que pitan por las causas más triviales,
la jaqueca la producen a raudales
y aumentan el estrés en todo lado.
Como aquí dizque no hay pena de muerte,
ojalá los someta un día la suerte
a tener que soportar lo que han causado;
y en un dolor de oído, y sin tableta,
les toque un mal alumno de trompeta
o se aguanten un violín desafinado.
Genial! Oscar Humberto.
Perdone mi atrevimiento ante tu maestría en las estrofas, para añadir el elemento corrector: Y el ilustre policía de tránsito, que ni despierta ante tremendo ruido, para sancionar al conductor tan abusivo.
“El Diablillo del Parnaso” le agradece su aporte, ingeniero Luis Alfredo.