Eras fuego, maestro, eras estrella,
luz radiante, cascada de alegría
que al pueblo cada sábado traía
el brillo y resplandor de una centella.
Eras tú inteligencia que hacía mella
entre tanta mediocre algarabía,
y tu agudeza mental sobresalía
por sobre la ruindad de la querella.
Fue tu clara honradez casta doncella,
nos dejó tu talento eterna huella,
y ejerciste con honor la abogacía:
la ejerciste con tu humor de antología,
pues mostraste que se es justo día a día
y que aun con sencillez… ¡también es bella!
Grato mensaje de recordación y exaltación a un gran valor humano y orgullosamente santandereano. Gracias, mi Doctor.
Excelente página.
Se necesitaba.
Felicitaciones.
R. Gavassa V.
Muy buena, poeta. Debería componerle El Humorista Embejucao. Yo estuve muchas veces con él en Choachí, en Pueblito Viejo su finca de recreo. También en
la biblioteca de su casa decantando Néctar, mientras Aleida Neira, su mujer tolimense, pateaba de furia. Inolvidable el maestro.