Hace ya algunos años, me le medí a una tarea quijotesca: comencé a utilizar el derecho de petición, consagrado en el artículo 45 de la Constitución Nacional de 1886 y en el artículo 23 de la Constitución Política de 1991, en procura de lograr la adopción de campañas estatales encaminadas a ejercer la presencia disuasiva de eso que llaman las autoridades “competentes” en las calles de Bucaramanga con el fin de intimidar a quienes campantemente circulaban al frente de vehículos contaminadores.
En síntesis, lo que hice fue entregarles la lista de las placas de buses, busetas, taxis, volquetes, camiones, camionetas, camperos, automóviles y hasta motocicletas a las que habíamos visto expeliendo la estela de humo negro por el tubo de escape.
Aunque se supone que la autoridad conoce sus funciones mejor que nadie y sabe qué medidas debe adoptar, me metí de asesor de oficio y sugerí que se instalaran retenes sorpresa en diversos sitios de la ciudad con participación de la Policía Nacional, la Dirección de Tránsito de Bucaramanga, la CDMB y la Secretaría Municipal de Medio Ambiente, y se les impusiera a los conductores el comparendo correspondiente. Incluso, como la contaminación ambiental es un delito, insinué que se estudiara la posibilidad de arrestar y poner a órdenes de la Fiscalía General de la Nación a los contaminadores sorprendidos en flagrancia (pues la Constitución permite la captura sin orden judicial de quien sea sorprendido cometiendo un delito). De igual manera, indiqué que debían presentarse las denuncias penales correspondientes contra los dueños de los vehículos.
Sobra decirles que en su respuesta cada entidad sacó el cuerpo diciendo que a ella no le correspondía hacer eso, sino a otra, y la otra dijo que no, que no era a ella, sino a otra, y esta a su vez dijo que tampoco, que no era a ella a la que le tocaba, sino a otra. De suerte que, al final, nadie hizo nada.
Años después, la CDMB instaló en el parque Guillermo Sorzano, o sea en el mal llamado parque San Pío, concretamente en el costado oriental del parque, o sea frente al templo que sí se llama San Pío, pero no solo Pío, sino San Pío X, unos medidores de la contaminación del aire, medidores que poco después quitó, seguramente cuando descubrió el agua tibia, vale decir, cuando se enteró de aquello que todo el mundo ya sabía: que el aire de ese sector de la ciudad estaba, efectivamente, contaminado.
De resto, los vehículos contaminadores siguen circulando sin que se haga nada de nada.
Claro que, en cambio, y sin que nadie lo haya pedido, la Dirección de Tránsito de Bucaramanga se la pasa instalando retenes a ver a quién sorprende, pongamos por caso, violando el pico y placa.
Hace poco, la CDMB y el Área Metropolitana de Bucaramanga se agarraron en los estrados judiciales con el fin de que la justicia determinara cuál de las dos entidades era la que verdaderamente tenía a su cargo la protección del medio ambiente en Bucaramanga y, de paso, se quedara con el jugoso presupuesto destinado a eso.
Existe, además, en el orden nacional —o “a nivel” nacional, como dicen ahora— el Ministerio del Medio Ambiente (al que ahora le dicen solo “de Ambiente”), un ministerio que uno no sabe a qué se dedica exactamente.
La escalofriante noticia de que Bucaramanga es una de las ciudades más contaminadas de Colombia —al lado de Bogotá, Cali y Medellín— y que, según el propio Ministro del Medio Ambiente (o de Ambiente, como dicen ahora) Carlos Costa, nada más ni nada menos que SEIS MIL PERSONAS (¡¡¡ 6.000 seres humanos, como usted o como yo !!! ) mueren al año en Colombia debido a la contaminación del aire. no puede pasar desapercibida. Las enfermedades pulmonares derivadas de la contaminación del aire literalmente agobian a los residentes de la capital de Santander y no podemos aceptar que el Estado se siga desentendiendo de un problema tan grave de salud pública.
Pero lo primero por lo que tenemos que luchar es porque se le ponga fin a la DISPERSIÓN del Estado en esa delicada materia. Debemos exigir que exista UNA SOLA ENTIDAD, poderosa, eficiente y seria, que se apersone, de una vez por todas, de la enérgica defensa de nuestro medio ambiente.
Esperamos que el alcalde electo sí nos escuche.
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Fotografías: Vanguardia Liberal.
Señores muy buenos días. No solo los carros contaminan y no solo CO Y CO2 , emanan adicionalmente otros compuestos nocivos para la salud ambiental y por supuesto para la salud pública.
Las fábricas, laboratorios, recintos industriales como se pudo ver el 1 de nov. de 2015, en Btá, no son sitios para estar frente a una comunidad. Como es el caso de varios centros de investigación (a 30 mts de bloques urbanísticos) y fábricas en Piedecuesta, Bucaramanga, Bogotá y otros municipios en Colombia.
Para producir consecuencias como por ej: el del culpado papiloma humano,¿quién sabe qué residuo químico hay en esa zona que causó esta enfermedad a las niñas?, sin conocimiento de origen de esta situación de salud pública !!!! ajá !!! y por eso es que la gente se enfermará y no sabrá porque?.
Gracias al desorden administrativo gubernamental que no previene estas situaciones de agresiones ambientales de manera contundente y efectiva. Sucede que la asignación de estos cargos políticos tiene un problema mayúsculo y no es el nivel académico de los profesionales (como alega la ministra de educación) asignados a estos cargos, especialmente los cargos en los entes de control. El problema más grave radica en la idoneidad en el cargo, pues aquí en Colombia, un ej: al abogado lo ponen de Ing. Químico y al Químico de Abogado. Y así con otras profesiones. ¿Para dónde vamos, con las cuotas políticas?
De todas formas es claro que el Estado no tiene un equipo competente para administrar el medio ambiente en los municipios zona rural y en ninguna parte del territorio Colombiano.
Los entes de calificación de invalidez no conocen de toxicología, son unos ignorantes, Medicina legal no es muy competente en toxicología, la CDMB no acoge quejas ambientales de este tipo, el Ministerio del Medio Ambiente da pesar, los jueces laborales son unos profundos profanos en el tema toxicología; lo digo por experiencia.
El terreno está apropiado para un desastre ambiental mayúsculo y complejo.
Nos toca aceptar que somos huérfanos en este tema, pues nuestro padre “El Estado” está ebrio (intereses particulares sobre los generales) y es a cada uno de nosotros que le toca hacer algo al respecto, un granito de arena: recoger los papeles frente a la casa, cuidar los árboles, en fin: alguna cosa que se haga es positivo.
A ver si se crea conciencia para las futuras generaciones, esto es desde la casa.
Gracias.
Respetado Dr. ÓSCAR HUMBERTO: me tomo el atrevimiento de aprovechar esta oportunidad, porque no tengo otro medio para hacerlo, que desearle hoy 2 de noviembre, ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!, deseando que Dios le siga dando salud y bienestar y mucha sabiduría, para que siga engalanando a Santander y Colombia con sus lindas melodías. Que su pluma siempre esté activa para que siga exponiendo su lírica y su prosa, como lo ha venido haciendo hasta ahora. Frente al tema de su artículo en ciernes debo decirle que cuando yo me transportaba en bus, la contaminación también provenía del sonido, de la música que colocaban los choferes de los buses, a todo volumen. No sé ahora si eso se ha aliviado. Abrazos, ALEJO.
Muchas gracias, Alejandro. Privadamente te estaré dando mis teléfonos, que pensé que los tenías. Un abrazo.
Qué se puede esperar de los entes encargados; son fortines políticos que buscan solo amasar caudales electorales y dinero. Maestro Kekar: no se puede bajar la guardia, eso es lo que ellos quieren, y así seguir con su parásita función.
Yo me cansé de denunciar vainas y entonces renuncio a ese deber. Es perdedera de tiempo. Cada cierto ídem, es como cíclica esta manía, aparece un nuevo Código de Policía que es igual al anterior. Y el Minambiente vuelve a machacar sobre las sanciones a la contaminación sonora. No he visto jamás un sancionado y todos los días ve uno muchos casos de violación a ellas. No pasa nada. Falta que el Minambiente contrate cacharros andantes con altavoces a todo vapor y botando humo negro por el exhosto, anunciando sus drásticas sanciones. ‘País de cafres’.
Si, maestro Kekar, la contaminación sonora es otra de las lacras que están literalmente acabando con Bucaramanga. Aunque este portal publicó una entrada acerca de ello —utilizando como ilustración precisamente una de sus caricaturas, véase: Sección Ecología, 4 de mayo de 2013—, estaremos insistiendo en la imperiosa necesidad de hacerle frente con decisión a ese otro gravísimo problema de salud pública, que ya incluso ha cobrado víctimas fatales. No se desanime, maestro; eso es exactamente lo único que no podemos hacer.