Es un egregio estrado,
En donde un honesto juez,
Da justicia sin interés,
Al pueblo atribulado.
Es un recinto soslayado,
Por el trabajo y el estrés,
Y estadísticas a la vez:
De todos modos saturado.
Con códigos de gran robustez,
Y la doctrina del Estado,
Clamando equidad y honradez,
Cuando va un abogado,
A plantear con gran lucidez,
La defensa del procesado.
INJUSTICIA
Cuando quise estudiar derecho,
Para ser abogado algún día,
Llegar lejos y alto pretendía,
Dando justicia al pueblo maltrecho.
Hoy mi corazón palpita deshecho,
Lo que soñé era una utopía,
La ley es tortuosa y vacía,
Ampara al transgresor en acecho.
Castigo solo hay para el pobre,
Y términos para la defensoría,
El rico vende como oro el cobre,
Para comprar poder y alegría,
Tapando con vil dinero su nombre,
Imponiendo su maldad e ironía.
SENTIMIENTOS DE MADRE
Eran dos bulliciosos hermanos
Y una santa mamá cariñosa,
Sin consuelo y muy azarosa,
Supo ella que en juego de manos
su primogénito había cercenado
violentamente la vida
de un núbil casual contendor.
La progenitora angustiada,
A un buen abogado contrata
Para que al vástago preso defienda,
Lo que pacta con él le cancela,
Mientras que el aire difunde
El repiqueteo de campanas
De una iglesia vecina,
Que con tañido luctuoso
Doblan a duelo y convocan,
Al funeral de un difunto.
La madre abrumada y sensible
Con afán del doctor se despide,
Y al indagarle aquel por su prisa,
Ella muy triste responde:
“Voy ya algo tarde al sepelio
De mi hijo adorado, el menor,
Que en un suceso de horror
Aquel que defiende… ¡mató!”