Cada vez que tú pasabas,
con tu preciosa sonrisa,
movía tu pelo la brisa
y a la calle luz le dabas.
Si iba yo a donde estabas,
allí cesaba mi prisa,
pues con tu cálida risa
mis angustias serenabas.
Si conmigo te cruzabas,
apenas me saludabas
con frase breve y concisa,
pero aunque ni me mirabas,
ni mucho menos me hablabas,
ya te amaba, poetisa.