BUFETES versus OFICINAS TRADICIONALES DE ABOGADOS. [A propósito de un informe de la revista Dinero]. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

ÓSCAR. EDITORIAL.

“El mundo de los abogados está en plena transformación. Además de los procesos de consolidación y la llegada de firmas internacionales, la dinámica del mercado es cada vez mayor.

Algo está pasando con los abogados en Colombia. Los profesionales que manejaban todo tipo de asuntos le dan paso a una nueva manera de concebir el Derecho, en el que se considera que en la especialización está el éxito profesional y que ve en las alianzas una fuente importante para el crecimiento organizacional.

Solo en los bufetes de abogados, una de las aristas más importantes de la justicia en Colombia, se espera una facturación cercana a $1 billón en este 2016. Las firmas cuentan, en promedio, de acuerdo con un sondeo realizado por Dinero a más de un centenar de ellas, con más de 2.000 abogados y un promedio de cuatro socios por despacho”.

Sí: la revista Dinero, la misma que hace unos años clasificó a “los cien mejores médicos del país” —como si se tratara de alguna publicación científica—, ahora se ha metido a saco en el mundo de la abogacía.

Pero no para desnudar su profunda y grave problemática, sino para decir quiénes son, en su sentir, “Los reyes del derecho en Colombia”. Ese es, en efecto, el título de su informe.

Dinero no se refiere, ni por asomo, al aporte de la abogacía en la lucha por la justicia, ni a la defensa de los más frágiles, ni a la brega diaria porque a la gente no se le cercenen sus derechos sin razón, ni a las andanzas de quienes tienen aquí la sartén por el mango en aspectos tan vitales como la escogencia de jueces y magistrados o la censura de los abogados críticos a través del poder disciplinario del Estado. Solamente, a cuánto “facturan” por año los bufetes de abogados. De hecho, tampoco se le conoce a ninguno de estos bufetes el más mínimo pronunciamiento público sobre estos aspectos. Todos compiten por ser “el mejor”, entendido “el mejor” como el que más gana. O el que más “factura”, para hablar como habla Dinero. Es, pues, una visión meramente competitiva y monetaria de una profesión que, ante todo, debe estar inspirada siempre en una concepción humanista de la sociedad y de la vida, y que está llamada a contribuir a la construcción de un país más digno, más libre y más justo.

Pero hay algo especialmente llamativo en el informe: la significativa y creciente presencia de bufetes EXTRANJEROS.

Sí: Colombia —especialmente Bogotá— literalmente se llenó de bufetes de abogados que no son de aquí.

Esa masiva presencia foránea despierta, obviamente, interrogantes: ¿cómo ha sido el proceso de validación de sus títulos? ¿qué garantías hay para los abogados colombianos?

Hasta ahora, que sepamos, el Estado no ha dicho nada, ni han dicho nada las facultades de derecho, ni han dicho nada los colegios y asociaciones de abogados (si es que todavía existen).

Según el informe, la facturación de estos bufetes es de millones y millones, no de pesos, sino de dólares.

Dice Dinero:

“La sofisticación que se viene dando en la industria de servicios legales se explica, en gran medida, en las movidas que registra en los últimos dos años: bufetes internacionales entrando en el mercado colombiano e, incluso, firmas locales que se empiezan a fortalecer para convertirse en ‘multilatinas’ del Derecho.

Este ‘revolcón’ legal se sustenta en que Colombia se ha convertido en un importante destino para la inversión extranjera en los últimos años. Solo en el frente de fusiones y adquisiciones se observan grandes oportunidades para la industria legal: las transacciones de este tipo alcanzaron cerca de US$2.400 millones al cierre de 2015 y el aumento se mantendrá de manera escalonada hasta llegar a los US$6.300 millones en 2019, de acuerdo con un estudio del bufete Baker & Mckenzie en asocio con Oxford Economics.

Las grandes peleas también hacen atractivo al país para los bufetes internacionales, considerando la alta litigiosidad en procesos judiciales contra el Estado, con demandas que superan los $3.000 billones, según la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado. Esto sin contar con el arbitraje nacional e internacional, cuyas pretensiones fueron de $2,4 billones en 2015 y en lo que va corrido del año se calculan en $1,11 billones, de acuerdo con el Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB).

Y, a la par con el desarrollo de los negocios, aparecen áreas de práctica que hace diez años sonaban poco: derecho ambiental, mercado de capitales, energía e infraestructura, comercio exterior e, incluso, competencia, una de las más populares en estos días como consecuencia de una mayor defensa en los aspectos relativos a la protección al consumidor con casos recientes de ‘carteles’ de precios como el de los cuadernos, papel higiénico, los pañales y el azúcar que ha venido denunciando la Superintendencia de Industria y Comercio”.

“Claro ejemplo de la sangre extranjera que empieza a correr por los bufetes locales la representa la reciente operación de Cárdenas & Cárdenas, una tradicional oficina bogotana que hace pocos meses hizo oficial su integración con Dentons, el despacho global más grande en número de abogados, con 7.400 profesionales y que vio en Colombia una oportunidad importante para consolidar su presencia en la región, y así sumar 130 oficinas en 50 países.

“La globalización de los mercados legales es una realidad que también se está sintiendo en Colombia. Consideramos que era el momento para que la firma trascendiera a este escenario global. Cada vez es más difícil ser una firma independiente en este entorno”, afirma Bernardo Cárdenas, socio de este bufete, cuya facturación superó los $19.000 millones al cierre de 2015.

También es el caso de la firma colombiana Prietocarrizosa, que se convirtió en firma regional tras su fusión con los estudios de Philippi, Yrarrázabal, Pulido & Bruner de Chile; Ferrero Abogados y Delmar Ugarte de Peru y Uría & Menéndez de España y Portugal. “Esto convierte a la organización en una firma regional, con la esperanza de extender sus operaciones hacia otros mercados latinoamericanos, en particular dentro de la denominada Alianza del Pacífico”, explica Martín Acero, socio de la hoy Philippi Prietocarrizosa &Uría (PPU) en Colombia.

Acero, un abogado de reconocida trayectoria, recuerda cómo el mundo cambió: hoy la actividad se ha complejizado y requiere un mayor grado de especialización. “Hizo crisis el abogado generalista. Hace 30 años hablar de áreas de medio ambiente, infraestructura o financiación de proyectos era impensable”, afirma tras recordar que la ‘pelea’ ya no es local y que el riesgo de PPU está diversificado en los países que integran el bufete.

En la misma vía se orienta la percepción de Enrique Gómez Pinzón, socio del bufete de origen estadounidense Holland & Knight, una firma con más de 1.000 abogados, considerada como una de las más grandes de esa economía y que abrió oficina en Bogotá en 2012.

“Esta recomposición muestra que hay un mercado interesante en un país con una mayor globalización en los negocios. Todos hemos aprendido que la competencia nos beneficia. El mercado ha cambiado de vestido, ya no solo es chibcha”, comenta Gómez, reconocido jurista quien ha visto oportunidades de asesoría en inversiones y transacciones trasnacionales, así como en casos de litigios y arbitrajes”.

Como se observa, así como en la Medicina se predica el adiós del antiguo médico general, y hoy por hoy alguien puede morir de un infarto en presencia de un oftalmólogo, un dermatólogo y un ortopedista, sin recibir auxilio, porque la especialidad médica —e incluso la subespecialidad— se apoderó de esa profesión, se predica la despedida del llamado abogado “todero”. Pero, además, las demandas contra el Estado —que eran exóticas cuando nosotros empezamos nuestro ejercicio— son hoy un atractivo campo para el advenimiento de los extranjeros.

Y prosigue Dinero:

“Otros han preferido recurrir a las alianzas regionales, como ha sido el caso de Rodríguez Azuero de Bogotá y Contexto Legal, un despacho de Medellín. “Encontramos que existían sinergias evidentes que nos llevaron a hacer esta fusión. Aún cuando firmas de Bogotá han abierto sucursales en Medellín, es la primera vez que dos firmas de este tamaño y reconocimiento se fusionan y no somos visitantes sino locales en Medellín.

Es como si un bogotano se casa con una paisa, se vuelve familiar”, afirma Sergio Rodríguez Azuero, presidente de la Junta Directiva de la alianza, quien espera fortalecerse primero en el país con ciudades como Barranquilla, Cali y Bucaramanga (90% del mercado colombiano), para posteriormente entrar en otros países de América Latina con este bufete multiservicios de 50 abogados, con gran fortaleza en banca, seguros, mercado de capitales, derecho corporativo y procesal, compliance anticorrupción y que aprovechó la experiencia de Contexto Legal en derecho tributario, laboral y propiedad intelectual. Chile, Perú y México son algunas de las opciones de crecimiento observadas por este bufete.

Otros despachos se lanzaron a la aventura de abrir oficina propia. Es el caso del bufete español Garrigues que llegó a mediados de 2013 en el marco de un proceso de expansión de la firma. “Antes de instalarnos con oficinas propias teníamos alianzas con distintos despachos (7) en los principales países de América Latina como Perú, Chile, Brasil y México. Antes teníamos una alianza global con Latinoamérica que era con Gómez-Pinzón Zuleta y decidimos cambiar el modelo para constituir oficinas propias”, comenta Javier Ybáñez, responsable de la práctica en Latinoamérica con sede en Bogotá.

¿El modelo? La búsqueda de socios con gran reputación, como es el caso de los juristas José Miguel de la Calle (ex superintendente de Industria y Comercio) y su hermano Humberto de la Calle, Roberto Borrás (ex superintendente Financiero y expresidente del Autorregulador del Mercado de Valores –AMV–), Fernando Zarama (exdirector de Aduanas) y su hijo Camilo Zarama, con una oficina propia para controlar calidad, asesoría al cliente e, incluso, manejar conflictos de interés que se podían producir en una alianza. “Es muy positivo para un cliente colombiano que se quiera expandir, tener un único punto de contacto y asesoría en donde la necesite ”, dice Ybáñez”.

De todos modos, subsisten los bufetes “independientes”. Dinero lo explica así:

“Si bien hay firmas que no han establecido alianzas, fusiones o asociaciones internacionales, sobresalen por su gran tamaño, áreas de práctica y también pertenecen a importantes redes de abogados mundiales.

Una de ella es Brigard & Urrutia, el bufete más grande del país, con ingresos por $86.414 millones en 2015, 19 áreas de práctica, 150 asociados y 16 socios. Su socio principal, Carlos Umaña, afirma que este ‘revolcón legal’ ha sido muy positivo. “Va a contribuir a una mejora en la prestación de los servicios legales, para identificar las mejores prácticas locales e internacionales”, afirma.

“Las firmas globales son un fenómeno mundial. La incorporación de firmas globales no va a ser la única oferta que se va a ver en servicios legales. Hay firmas locales que hacen parte de firmas globales, hay otras que permanecen independientes, alianzas regionales y otros deciden permanecer como boutiques. Es algo positivo”, comenta Umaña.

Otro es el caso de Posse Herrera Ruiz, nacida en 1927 y que hoy se constituye en uno de los cinco bufetes más grandes del mercado colombiano; cuenta con 16 socios, 125 abogados asociados y 13 áreas de práctica. Su socio principal, Jaime Herrera, afirma que “estamos muy seguros de nuestro modelo de prestación de servicios donde valoramos nuestra independencia de opinión. Dentro de eso, entendemos que el mundo está cambiando: no queremos sacrificar nuestra independencia, pero sabemos que el mundo es hoy más globalizado. Creemos en las alianzas con firmas líderes del mundo”, señala este jurista, quien hoy observa oportunidades de crecimiento porque las empresas tienen nuevos retos y, por ende, una incidencia legal: más inversión, protección, reorganización y defensa de intereses que amplían el espectro de atención a los clientes.

Otro de los grandes jugadores es Gómez-Pinzón Zuleta (GPZ), firma con 116 abogados y 15 socios. Pertenece a la alianza Affinitas, conformada por GPZ, Miranda & Amado (Perú), Barros & Errázuris (Chile) y Mijares, Angoitia, Cortés y Fuentes (México), que también tienen claro que la apertura hacia otras economías es vital.

Otra es la visión del exministro de Hacienda y reconocido jurista Hugo Palacios Mejía, socio del bufete tipo boutique Estudios Palacios Lleras, especializado en derecho administrativo y contratación estatal, quien cree que la competencia es positiva en todos los campos, aunque no tiene prevista ninguna asociación formal en la empresa. “La llegada de las firmas internacionales es buena, aportan una forma de gestión del Derecho, de relacionarse con los clientes y mejorar el servicio, del cual todos tenemos que aprender”, afirma.

Lo cierto es que, con o sin alianzas, hay una nueva forma de ejercer el derecho y la globalización legal apenas comienza”.

Dinero se explaya en la firma Baker & Mckenzie:

“Baker & Mckenzie: lleva 60 años en América Latina y más de 800 abogados en la región. Su socio principal, Jaime Trujillo, la destaca como uno de los bufetes que ha contribuido a desarrollar importantes operaciones. Philippi Prietocarrizosa Ferrero Du & Uría: firma iberoamericana producto de la fusión entre el estudio chileno Philippi, Yrarrázaval, Pulido & Brunner, la firma colombiana Prietocarrizosa y las firmas peruanas Ferrero Abogados y Delmar Ugarte. La firma de España y Portugal, Uría Menéndez, participa en el nuevo estudio desde su creación en 2015. Garrigues: es uno de los bufetes de mayor tradición en España, que incursionó al mercado colombiano en 2013.

En enero de 2014 decidió integrar un bufete de abogados especializados en derecho tributario: el exdirector de la Dian, Fernando Zarama, y su hijo, Camilo. En octubre de 2015 hizo integración con DLP, el bufete de los juristas José Miguel y Humberto de la Calle, Roberto Borrás e Ignacio Londoño. Holland & Knight: entró en 2012 al mercado colombiano, de la mano del reconocido jurista Enrique Gómez-Pinzón, quien había trabajado en la oficina de esta firma en Nueva York. Rodríguez Azuero-Contexto Legal: firma resultante de la fusión del bufete bogotano Rodríguez Azuero y el antioqueño Contexto Legal. La idea: lanzarse a la conquista del mercado nacional y posteriormente convertirse en multilatina del derecho. Norton Rose Fulbright: firma internacional de abogados, con más de 3.800 juristas en más de 50 ciudades del mundo. Llegó en 2012”.

Nosotros mantenemos nuestra oficina en solitario, entre otras razones porque fuimos formados en el consejo según el cual “Sociedades, ni en el plato“. No sabemos si en esto sucederá como con las tiendas de barrio, que no desaparecieron, y conservaron su clientela intacta, a pesar de que nos llenamos de supermercados e hipermercados de grandes superficies, muchos de ellos extranjeros.

Amanecerá y veremos..

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