Se ha dicho, con razón, que el devenir histórico de los pueblos se puede reconstruir, en muy buena parte, a través de su arquitectura.
Pero eso supone, claro está, una actitud socio-política de preservación y respeto hacia el pasado histórico.
Desde su nacimiento como nación, Colombia, sin embargo, no se ha caracterizado precisamente por eso. El arrasamiento y el vandalaje han sido la constante en nuestro medio.
Aún así, con los precarios elementos de análisis sobrevivientes, todavía es posible intentar una aproximación a lo que fueron nuestros inicios, dentro del concierto mundial de las naciones, en materia de arquitectura.
La arquitectura no podía escapar -y, de hecho, no escapó- a los vaivenes de nuestro confuso y siempre inestable proceso histórico, marcado a cada paso por la guerra y, en general, por la violencia política y social, que al país le han significado tanto luto, pero también tanto atraso.
Para entender qué queda hoy en pie de todo aquello que marcó nuestro sendero, cuando la República despuntaba y apenas asomaban en el horizonte las esperanzas y los sueños en un mañana mejor, y cuál es el presente y el porvenir de nuestra identidad en una materia tan elocuentemente descriptiva de cualquier sociedad, como lo es la arquitectura, resulta indispensable el repaso, al menos superficial, de la que ha sido una lucha cargada de expectativas y frustraciones, pero siempre librada con la ilusión con que algunos hijos de Colombia han estado dispuestos, en todo momento y bajo todas las circunstancias, a reconstruir lo que otros hijos suyos destruyeron.
La Academia de Historia de Santander, que preside don Miguel José Pinilla Gutiérrez, con la secretaría de don Juvenal Fonseca Moreno, brindará el jueves 21 del presente mes de septiembre, a las seis y treinta de la tarde, la conferencia titulada “LAS VICISITUDES DE LA ARQUITECTURA NACIONAL EN LA CONVULSIONADA HISTORIA DE COLOMBIA”, disertación que estará a cargo del director de este portal, Miembro Correspondiente de la entidad, y que será, ante todo, un tributo de admiración, respeto y aprecio a quienes han honrado y a quienes hoy honran esa hermosa profesión y, a través de ello, han exhibido, y continúan exhibiendo, un inmenso amor por su país.
Y, desde luego, por el don inapreciable del buen gusto.
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[ILUSTRACIÓN: Composición fotográfica con imágenes del fenómeno de violencia social conocido como El Bogotazo y desencadenado a raíz del atentado contra el abogado penalista y líder político Jorge Eliécer Gaitán, que marcó uno de los hitos más importantes en el difícil devenir histórico de la Arquitectura colombiana].