Jaime Llano González, maestro por excelencia de la música nacional de Colombia, acaba de fallecer en la ciudad de Bogotá.
A su pueblo natal, Titiribí, le compuso una de sus pocas canciones instrumentales (sin letra) el maestro santandereano José A. Morales, con quien lo unió una estrecha amistad.
Había nacido en aquella población antioqueña el 5 de junio de 1932.
Ex estudiante de Medicina y ex probador de instrumentos musicales de la desaparecida firma J. Glottmann, jamás estudió en conservatorio y su aprendizaje fue el típico de un autodidacta.
Acompañó al órgano -instrumento introducido por él a la interpretación de la música andina colombiana, en medio de una gran controversia- al legendario dueto Garzón y Collazos, y a otros renombrados artistas.
A diferencia de los artistas costeños, que jamás tocan una canción andina, el maestro Jaime Llano González produjo varios álbumes con temas del folclor de la Costa Atlántica, así como también grabó temas del folclor llanero, dándole a su obra discográfica una verdadera dimensión nacional.
Tuve el honor de conocerlo en el Auditorio de la Universidad Manuela Beltrán, ubicado en la Ciudadela Real de Minas, una noche en la que fui a escuchar la presentación de artistas nuestros a quienes él había venido a acompañar en el órgano, como el dueto Manná. Me lo presentaron Carlos Manrique, integrante del dueto, y Víctor Suárez, el maestro de ceremonias. Estaba vestido de esmoquin negro, fue muy cálido y amable, me felicitó por mis canciones y se lamentó de que las emisoras no apoyaran la música andina del país. Me sentí, por supuesto, frente a una institución de la cultura nacional de Colombia. Esa noche recordé la tarde en que conocí al maestro José A. Morales, el sastre que diseñaba, cortaba y confeccionaba sus elegantes trajes, como el que lucía aquel día de 1978.
Con Jaime LLano González se va uno de los últimos sobrevivientes de esa generación fructífera que nos legó las canciones más inmortales del folclor andino colombiano y a la que pertenecieron, entre otros, Darío Garzón, Eduardo Collazos, Jorge Villamil, Oriol Rangel, Manuel J. Bernal, Berenice Chávez, Jaime Martínez y Mario Martínez, para no citar sino a los que en este momento se me vienen a la memoria.
Es inevitable: a los artistas solo se les puede despedir con sus obras; a los músicos, con su música; a Jaime Llano González, con su órgano, el nuevo símbolo histórico de la canción colombiana, que hoy ingresa a la inmortalidad.
Hemos escogido los temas Titiribí, de José A. Morales, y Cachipay, del cual se desconoce el autor.
¡Buen tiempo y buena mar, maestro, en el viaje que ha emprendido hacia la gloria!
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Me duele la muerte del Maestro JAIME LLANO GONZÁLEZ, tanto como me dolió la muerte de DARÍO GARZÓN y EDUARDO COLLAZOS, es una pérdida irremediable para la música andina colombiana. Como bien lo dice Dr. ÓSCAR HUMBERTO, él interpretó música de nuestro Caribe, inclusive también música de nuestro Llano, pudimos escuchar joropos. RIP Descanse en paz su alma y a su familiares resignación.