POESÍA SANTANDEREANA (VIII). Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

NOTA DEL PORTAL:

¡Hola, amigas!

¡Hola, amigos!


Santander vive. Y la poesía santandereana vive. Porque la poesía no es sino la concreción en versos de todos sus sueños, de sus fracasos, de sus logros, de sus alegrías, de sus melancolías, de sus adversidades. En los versos de nuestros poetas, unos humildes, casi imperceptibles, otros elocuentes, todos bellos, se concretan las ilusiones de los santandereanos, de los de ahora y de los de antes, de los santandereanos de siempre, de los que ya lo eran de espíritu cuando aún Santander ni siquiera existía. Sí: cuando no era una realidad política, pero sí se vislumbraba en la actitud laboriosa de nuestro pueblo, en su negativa irreductible a ser esclavo, en su férrea oposición a las injusticias, en su esperanza indeclinable de ser libre.


Que jamás perezcan nuestros poetas. Que siempre, pase lo que pase, se perpetúen en el recuerdo imperecedero de su pluma, en el magnetismo de su humildad, en lo admirable de su entereza, en la nobleza de sus ideales, en el verdor de sus esperanzas, en la ilusión siempre viva de que el mañana habrá de ser mejor que el hoy, un hoy lleno de pobreza, de tristeza y de incertidumbre. Que jamás falte quién desempolve los viejos archivos, quién despierte la protesta dormida, quién refresque los recuerdos, quién reviva lo que fuimos.

Aquí está de nuevo la Poesía, en toda la plenitud de su esplendor, de su color y de su belleza.

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EL CIGARRILLO

 

 

Símil perfecto del vivir humano,
Igual su brevedad y su tormento,
es el ágil corcel del pensamiento,
su fiel amigo y su mejor hermano.

Ora en viril o femenina mano,
su nerviosa silueta es de un momento,
y va entregando en espiral al viento
toda la esencia de su ser liviano.

En lo fugaz de su ideal camino,
diminuto paréntesis de gloria,
arder y perfumar es su destino.

Tal del hombre la vida se resume:
cuando ha quemado en su dolor la escoria,
va el alma hacia el azul como un perfume.

HORACIO GONZÁLEZ REYES

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MORRORRICO

 

 

Desde el cerro que finge un corpulento
quiosco hecho por la naturaleza,
domina la comarca bumanguesa
la blanca majestad de un monumento.

Es a Cristo, a quien hizo el firmamento
dotado de esplendor y de belleza,
a quien honra, doblando la cabeza,
Bucaramanga, la ciudad portento.

Feliz esta ciudad. Su centinela
es el mismo Jesús que cuida y vela,
y riega bendición por los confines.

Y feliz el que venga a visitarle,
pues Jesús es quien sale a presentarle
la heráldica ciudad de los jardines.

HÉCTOR MORENO CANCINO

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ME MIRAS

 

 

Me miras
como si de pronto
la lluvia empezara a caer entre mis ojos,
como si el día se hiciera más lejano
en el silencio,
como si todo fuera un remanso de olas
en los cuerpos,
como si la tarde se llenara de azul
en la distancia,
como si una barca navegara en el crepúsculo,
como si los adioses se murieran en las manos,
como si un balcón de geranios
se derrumbara en medio de la niebla,
como si el verano se llenara de frutas
y la tristeza del mundo
caminara por todos los senderos de mi alma.

Me miras
como si los cabellos se nos llenaran de
helechos,
como si el viento se inundara de pájaros,
como si nuestros sueños volaran
sobre un jardín lleno de girasoles
gigantescos.

Me miras desde adentro,
desde tu adolescencia,
con tu rostro de mujer, de luna nueva,
asomada a la ventana del olvido.

JOSÉ ORTEGA MORENO

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VESTIDOS

 

 

Habré de fijar mis ojos
en mi padre, en mi madre.

 

Estos vestidos que yo creo míos
son los mismos que usaron mis antepasados.
El mismo que empapó su sangre,
recibió el sudor de sus axilas
y cubrió sus desnudeces
con pieles de animales,
el mismo cinturón que recogió
y amplió sus vientres,
la manga que sostuvo el ritmo de sus brazos,
la blusa que escondió el impulso de sus pechos,
el guante que imploró,
dio, maldijo,
el zapato que calzó sus alegrías
y sus tristezas,
las medias que rellenaron de esperanzas,
los codos que se empinaron
hasta romperse,
el hombro que sostuvo el peso
del mundo,
el dobladillo que guardó
sus secretos,
las hebillas que sujetaron sus carnes
bajo el peso de los metales,
las arrugas de todas las edades,
los ojales que abrieron sus heridas
y los botones que las cerraron,
la aguja que cosió los vestidos
con grandes y pequeñas bastas,
el hilo que unió todos los pedazos,
el reloj que no cesa en su latir
de millones de siglos.
Vestidos que habitaron la misma casa
y los mismos roperos de la sangre.

CARMEN DE GÓMEZ MEJÍA

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TODAVÍA

 

 

Todavía mi angustia dolorosa la espera
porque sabe que tiene que volver algún día
con sus ojos noctámbulos y su risa hechicera
y sus manos translúcidas y su voz…¡Quién oyera,
quién oyera el milagro de su voz todavía!

Todavía la esperan con afán infinito
cuantas cosas gozaron de su casta alegría:
el espejo empolvado y el florero marchito
y en los frascos auténticos el embrujo maldito
del perfume que es una tentación todavía.

En las claras mañanas al mirar la ventana
donde fueron felices su ternura y la mía,
me parece al conjuro de esa dicha lejana
que se asoma a esperarme como aquella mañana,
como aquella mañana con afán todavía.

Y en las horas de insomnio cuando el péndulo llena
el pavor del embrujo de la estancia vacía
y es más hondo el recuerdo y es más dura la pena
me parece que viene con su gracia serena
y me ofrece su dulce compasión todavía.

Y en las tardes alegres cuando todo se mece
al vaivén de las brisas que despiden el día,
si me asomo a la puerta del jardín me parece
que le cuidan sus manos como ayer y florece
al calor de sus manos el jardín todavía.

Y en las noches de invierno si tiritan las frondas
y la luna es un símbolo de la melancolía,
al oír a lo lejos el rumor de las ondas
que repiten su nombre, qué tristezas tan hondas
las que siento soñando por su amor todavía.

Cómo me hace de falta su callada ternura
cómo me hace de falta su callada alegría
pues sin ella la noche como que es más oscura
y la lucha más dura pero mucho más dura
y más lentas las horas del dolor todavía.

Nadie sabe el secreto de su amor, nadie sabe
el encanto divino de amar que tenía
para mí la cadencia milagrosa del ave
y el vaivén de la nube, y el vaivén de la nave
que persiguen mi sorda tempestad todavía.

JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ (JUANCÉ)

 

¡Gracias por compartirla!
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3 respuestas a POESÍA SANTANDEREANA (VIII). Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

  1. Rosa Victoria Mejía de Gómez dijo:

    Oscar Humberto, desde Sao Paulo, Brasil mi Saludo extensivo a tu esposa y demás colegiados de nuestra importante Academia de Historia de Santander.

    Desde Sao Paulo,Brasil, también en cuarentena indefectible, he sostenido el espacio y silencio adecuado para mi selección de lecturas. Siempre recomiendo “Santander en la Red”… Por sus concisiones Historico Literarias y Poéticas. Nos guindas medallas de Honor
    extrafronteras con ésta, una de tus obras Periodísticas, género, por demás, difícil de conducir y sostener sin * poluciones * o sin *Poluir*, como se denomina acá el acto de contaminar… quizá, aislado de amarillismos noticiosos, a pesar de estar abierto a diferentes expresiones temáticas. Esto indica que estás atento a sus contenidos y emisiones, cuidadosamente. Me parece importante el orden que has configurado para mostrar el récord de sus contenidos. Lo hace de fácil acceso contemplando inserciones cronológicas, muy acordes con la Historia y la Cultura en desarrollo de eventos. Resta por tanto mi expresiva Felicitación, por la amplitud de sus campos de cubrimiento, más la imperante periodicidad y la expansiva onda Cultural de tu nominado y reconocido Periódico. No solo virtual, sino merecedor de virtuosos calificativos y serios contenidos, para sus Lectores. Con gratitud, admiración y votos, por tu prevaleciente entusiasmo, en el riguroso Ejercicio Profesional de tu valiosa Obra, “Santander en la Red”, asumiéndola como Patrimonio de Reporter Históricográfico-Cultural Santandereano!!

  2. Luis Eduardo Lobo Carvajalino dijo:

    Una poesía de Juancé que se llama La Tarde, que en mis años juveniles recitaba, decía: “Qué tarde tan hermosa, qué plácida alegría, bajo su influjo pródigo…”, y remataba: “Yo he de tener un alma buena, como la tienes tú…”.

    • Santander en la Red dijo:

      Trataremos de conseguirla, doctor Lobo.

      Muchas gracias por escribirnos desde Cúcuta, donde esperamos que se encuentre bien junto con los suyos.

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