Tú lo sabes, Señor,
que fue mi anhelo
construir un hogar
en hermosura,
un castillo de amor
cerca del cielo,
sin cálculos de base
ni de altura.
Perdóname, Señor,
este mi anhelo
fue una fantástica
locura
y el castillo se hundió,
como se hundió en el hielo
el Titanic una vez
entre la noche oscura.
Poco pude salvar:
sólo un pañuelo,
para enjugar
mil lágrimas futuras.
Perdóname, Señor,
Dios de los cielos:
¿qué puedo yo saber
de arquitectura?
Complejo en lo abstracto y real en lo material, es una divinidad, obra del Creador, expresión de humanos inspirada en lo sano de la buena fe.