LA CIENCIA Y LA GUERRA. Por Manuel Enrique Rey.

Mientras los desarrollados ingleses han considerado desde hace más de dos siglos que: “las preocupaciones de los científicos son preocupaciones de todos”; las preocupaciones de la mayoría de los sub desarrollados suramericanos, giran en torno del poder y la confrontación no solo basada en lo ideológico partidista y a veces radical, sino la mayoría de las veces, alrededor del uso de las armas como manera usual para obtenerlo y mantenerse en él.

Incluso la mayor parte del tiempo en que los ingleses han estado evolucionando y caminando como nación, si no la más próspera y libre de Europa y del planeta, sus realizaciones alrededor del poder, tanto humanitarios como de convivencia en paz, las han entendido, como etapas constructivas que giran siempre alrededor del intelecto y de la mente y en menor extensión debido al uso de la fuerza.

Una reciente clasificación de las edades de la ciencia en la isla, corrobora la anterior apreciación. La época moderna clasificatoria, realizada por encuesta entre una serie de perfiles escogidos al más alto nivel, arrojó los siguientes resultados, sí se tiene en cuenta el modo como la historia de la ciencia en Gran Bretaña, desde la restauración hasta la actualidad, ha ido conformándose a pasos lentos pero seguros, como la principal actividad normal y preferida de la vida cotidiana.

Los historiadores ingleses que siempre están dispuestos a aplicar la estadística matemática, como principal medio certero de inferencia para aseverar con precisión y exactitud determinadas suposiciones con un mínimo de error, dispuso las edades por medio de las cuales los ingleses han ido tomando parte y convertido en principales artífices y árbitros de la ciencia en el planeta, entre los siguientes conjuntos cronológicos: un inicial edad del ingenio, seguida en su orden por la edad exploratoria, la edad de la oportunidad, la edad de la inspiración, la del laboratorio, e incuso la de la guerra considerada la penúltima y tal vez la que produjo mayor y significativo avance; y por último la actual, que está aún por definirse en sus debidos términos por encontrarse aún en la etapa de consolidación y madurez.

A mí, particularmente me fascina una de las más recientes, la quinta edad llamada: “de laboratorio”. Durante dicho lapso los ingleses, hasta el final del siglo 18, tuvieron la iniciativa científica llevada a cabo de manera artesanal en casas particulares o talleres, realizada en base al tiempo parcial que dedicaban algunos aficionados apasionados. Fue el poeta Samuel Coleridge quien sugirió, en 1833, que los hombres que no eran literatos ni filósofos, serían los que podrían llamarse “científicos”. Todavía no existían laboratorios públicos y menos la indumentaria que los identificaba: las batas blancas.

Para finalizar: “en Colombia identificamos la indumentaria castrense con el verde oliva símbolo de la paz”. Lo usan en sus uniformes, tanto subversivos como el ejército nacional. En países que logran altos niveles de convivencia y desarrollo, solo existe un ejército y no deliberante, dispuesto a defender a cualquiera sin importar la ideología imperante.

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