Ciertos periodos de la historia se acotan no solo por el desenvolvimiento evolutivo que poco a poco marca un estilo diferente que aparece gradualmente, sino debido a la presentación de un hito inesperado de gran magnitud. Sucedió en horas de la mañana el 28 de junio de 1914 hace 100 años, fecha en que se disparó la primera bala de la primera guerra mundial. La fecha es considerada por historiadores y por políticos como el punto de partida definitivo del desmoronamiento de los grandes imperios europeos. La gran guerra acabaría la guerra existente entre las potencias europeas colonialistas, despóticas, de origen divino, hereditarias. El nacionalismo y el sentimiento de independencia y libertad a partir de dicho momento fueron distintos.
El asesinato del heredero de la corona imperial austrohúngara, archiduque Francisco Fernando de Habsburgo precipitó el cambio geo político de las potencias europeas. Los serbios creyeron que deshaciéndose del monarca, Austria les declararía la guerra lo que suponía que Rusia (eslava) se involucraría en virtud de los pactos firmados. Que de esa forma su odiado vecino austrohúngaro considerado colonialista por los nacionalistas serbios eslavos sería vencido.
Al final las potencias terminaron haciendo pactos. No comprendieron que las alianzas quebraría automáticamente la imposición territorial de los imperios y que empezaría la era en que las naciones se conformarían territorial y culturalmente con sus límites naturales, con su ancestral lengua y religión, con un acendrado sentimiento de patria y potestad como naciones independientes; y, que empezaría el largo y tortuoso camino de conformación de los estados nacionales en detrimento de los vastos imperios europeos.
Algunos nacionalistas serbios luchaban antes de la gran guerra por liberarse de la hegemonía austro-húngara o alemana en contra de las provincias eslavas del sur-este europeo. Culturalmente por el habla, con las del Báltico, constituían el bloque lingüístico balto-eslavo. El serbocroata, el esloveno, el ruso, el búlgaro, el polaco, etc., son lenguas eslavas.
Se calculó mal. Desde Belgrado, pensaron que Alemania se mantendría a la expectativa y no se desquitaría de la afrenta que había recibido su vecino Habsburgo. Serbia se había protegido de una agresión alemana por medio de pactos con Francia y ésta a su vez se protegía de los alemanes apoyándose en acuerdos con Gran Bretaña. Más que una confrontación humanista alrededor del hecho luctuoso, lo que al parecer dio inicio a la conflagración mundial fue la lucha de las potencias dominantes por salvaguardar un colonialismo salvaje, fruto de un capitalismo despiadado que en su afán por el poder sería el encargado de producir la primera guerra mundial.
El capitalismo colonial imperialista en su paso evolutivo hacia el nacionalismo sentó las bases de muchas repúblicas independientes. Surgiría también otro pensamiento radical, despótico y totalitario llamado comunismo. El periodo de las entreguerras se encargó de preparar una nueva confrontación mundialista por el poder terrícola consistente en apropiar las mentes y los productos que serían repartidos entre dos corrientes del pensamiento político mundial: el comunismo por un lado; y por el otro, el capitalismo.
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MANUEL ENRIQUE REY.— Ingeniero químico, empresario e historiador santandereano. Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Santander.