Por reprochar de ciertos jueza y secretario
el que hubiesen incurrido en cierto abuso,
un jurista, no ugandés, tampoco ruso,
sino de este dizque suelo libertario,
fue llevado al tribunal disciplinario,
cual si el verbo no estuviese ya de uso,
y del gran Emilio Zola el tal “Yo acuso”
se tuviese por prohibido e incendiario.
Un sistema democrático es falsario
si sostiene con dineros del erario
un garrote represivo, cruel y obtuso.
Y al jurista que cual revolucionario
la injusticia denuncia, temerario,
deberían castigarlo…¡por iluso!