Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
diría “¡Abracadabra!
¡Adiós, penas,
de la Tierra!”.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
confundiría la lengua
de aquellos que promovieran
más odios y más guerras,
o más violencia
callejera.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría que ya jamás nadie
de hambre o sed padeciera,
o de enfermedad sufriese,
o en la soledad
viviera.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría estallar la alegría
a lo largo
y a lo ancho
del planeta…
que las madres
abrazaran a sus hijos
sin tristeza…
que la felicidad
no diera espera,
que no faltara
el pan
sobre ninguna mesa…
y que ninguna bomba más
cayera
sobre la patria de nadie,
ni sobre lugar alguno
de la esfera.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría que se acabara
para siempre
la tragedia
del que solo ha conocido,
del mundo,
el rostro taciturno
de su interminable espera,
la espera, sí,
la eterna espera
del milagro
que no llega.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría de la vida
un poema…
en el que nadie llorara
escondido
tras las rejas…
las del miedo…
las de la cárcel injusta…
las del mañana sin mañana…
las de la dura pobreza.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría que el mundo fuera
un carnaval de sonrisas
por doquiera.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
no habría desesperanza,
ni noches tristes en vela,
y a nadie le faltaría
quién una mano le diera.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría que sobreviniera
una gran lluvia de flores
que perfumara la vida,
y una gran lluvia de estrellas
que iluminara la noche,
para que ya nunca nadie
entre las sombras viviera.
Si la varita mágica existiera,
si en mis manos la tuviera,
si pudiera…
haría que se pusiera
un vaso de leche fresca
en las manos del que fuera:
del obrero sin trabajo,
de los niños sin escuela,
del pobre sin alimento,
de los padres sin monedas.
¡Abracadabra, varita!
¡Varita mágica y buena!
¡Abracadabra, te ordeno!:
¡haz ya que desaparezca
de todo el orbe la muerte,
de mi patria la miseria!
¡Abracadabra, varita!
¡Varita mágica y buena!
¡Abracadabra, te ordeno!:
¡haz que no haya violencia
y, en cambio, reine la vida
en cada rincón de mi tierra!
¡Abracadabra, varita!
¡Varita mágica y buena!
¡Abracadabra, te ordeno!:
haz que hoy se convierta
en diversión el hastío,
en alegría la tristeza,
las lágrimas en sonrisas,
en haz de luz la tiniebla,
y a tu conjuro, varita,
¡…se vista el mundo de fiesta…!
Sin duda eres un mago del ordenamiento de las letras, Oscar Humberto. La varita mágica la tienes en tu pluma y en tu mente.
Es preciosa. Si encuentras la fábrica de varitas, ¿me podrías regalar una? 🙂
Doctor Oscar Humberto Gómez Gómez:
importante, añorar en sus renglones,
en el poema, la Patria y sus regiones.
Quién no quisiera ordenar: Abracadabra,
cuando se hace lo que la vara toca,
pues cualquiera desea que la palabra
sea la misma Abracadabra de su boca.
Un añorar de muchos corazones,
muchos rumores, con miles de oraciones,
exponiendo a los cielos las razones
siempre en pro de remediar la situaciones.
Todo ello vale y seguirá valiendo,
según las leyes que reza la palabra,
mas es la obra la que dirá el misterio
de años otros, y aquí un Abracadabra.
Y mientras tanto, con la mágica varita
que todo abre cuando su magia toca,
seguir haciendo las obras que amerita
lo que dicen las manos y la boca.
Le agradecemos sus poemas y canciones,
equivalentes al mundo de oraciones
que nos mitigan ansiedades y dolores
y nos dan paz en diversas ocasiones.
Alberto Flórez Flórez
Encantador poema. Ojalá ese embrujo se cumpliera y que tu dulce pluma fuera eterna.
Hermosa poesía. Especialmente, la delicadeza y el ingenio con la que fue escrita. Un abrazo, papi.