NOTA DEL PORTAL: La Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura sigue de escándalo en escándalo. El propio Presidente de la Corte Constitucional Nilson Pinilla lo calificó como un “organismo descompuesto”. Aunque, la verdad sea dicha, él tampoco hizo nada por ponerle remedio a esa situación. Ni siquiera cuestionó, cuando tuvo la oportunidad de hacerlo, la persecución que contra la abogacía crítica ejerce dicha Sala Disciplinaria. En efecto, a propósito de la tutela que un abogado antioqueño presentó contra el “descompuesto” ente oficial, que lo había sancionado por atreverse a reprocharle una actuación contraria a la ley a un fiscal de nombre Angelino Lizcano, lo que hizo Pinilla fue respaldar el “respeto” que este fiscal merecía y aseverar que el accionante le había faltado al respeto al cuestionarlo. Conclusión: la decisión que Angelino Lizcano había dictado y que el abogado impugnó y criticó en su momento fue revocada porque, ciertamente, era ilegal; el abogado, en todo caso, fue sancionado por Pinilla; y aquel fiscal a quien el jurista se atrevió a reprocharle su actuación ya había sido elegido para entonces…¡Magistrado de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura!
Al igual que Henry Villarraga, Ovidio Claros y Julia Emma Garzón, Angelino Lizcano fue uno de los magistrados de esa Sala cuyo nombre resultó involucrado en el escándalo por la defraudación al erario que significaron las tristemente célebres “palomitas”. Villarraga al menos renunció. Y conste que fue por eso, y solo por eso que salió de la corporación. De lo contrario, ahí estaría, pues hasta hoy la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes no ha hecho absolutamente nada. En cambio los demás continúan igual que antes. Incluso a algunos les ha ido cada vez mejor: Claros, por ejemplo, ascendió a Presidente de la Sala Plena de la corporación, integrada por las dos salas que la conforman, la Disciplinaria y la Administrativa, mientras que Lizcano fue elegido Gobernador del Cauca.
El contralor delegado Carlos Umaña quiso llegar al fondo de lo que estaba pasando dentro de esa Sala Disciplinaria con el “carrusel” de las pensiones y las “palomitas”, pero la misma Sala Disciplinaria (esto es como para Ripley) le ordenó, a través de una sala de conjueces, detener su investigación y remitirle el expediente por “competencia” (ha debido decir por “incompetencia”) a la desacreditada e inepta Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes, que —como era previsible— hasta hoy no ha hecho nada. Gracias a ello, los magistrados siguen campantes en sus cargos mientras que a Carlos Umaña la Fiscalía General de la Nación pretende ahora meterlo preso.
Paradójicamente, es esta Sala Disciplinaria la que juzga y sanciona a los abogados por… “faltas a la Ética” (!).
Dé, por favor, clic izquierdo encima del enlace: