Mi amigo y vecino de entorno Carlos Quijano llegó esa noche a su casa feliz. Traía en la mano un disco de 45 revoluciones por minuto que, según me contó sonriendo, había comprado por la tarde en el almacén Sotorama, y quería ponerlo a sonar en la radiola. Poco después, su novedosa adquisición discográfica estaba inundando los aires dentro de aquella casa recién construida y recién estrenada por la familia Quijano, ubicada a algo más de tres cuadras de la mía.
La nueva residencia de los Quijano formaba parte de una especie de conjunto residencial apenas inaugurado y conformado por una sola línea de casas uniformes, todas de estilo colonial, de antejardín con reja y farolito en la puerta, apostadas sobre la que más tarde sería la avenida 45, al costado suroeste del parque Romero.
Carlos aún andaba en la plenitud de su soltería. Yo también.
Un poco más tarde, cuando se aproximaba la Navidad del año 1980, mientras yo estaba recibiendo mi diploma de Doctor en Derecho, Carlos, como buen carpintero, ya estaba a las puertas de montar su propia fábrica de muebles. De esa manera se independizaba de su padre en el oficio que le había aprendido a lo largo de los años.
Hoy quiero compartir con él y con su apreciada familia, y —por supuesto— con mis amigas y mis amigos de entonces, y con los de ahora que también vivieron aquellos tiempos inolvidables, esta canción que nos traslada a través de los recuerdos a la época en que fuimos jóvenes y nos ubica de nuevo en los momentos en que si bien todavía nos asaltaba la incertidumbre de si seríamos capaces de abrirnos paso en la vida, en medio de tantas dificultades, ya empezábamos a hacer nuestros primeros pinitos en la búsqueda por conquistar el derecho fundamental de ser felices.
¡Bienvenidos!
Ruitoque, Mesa de las Tempestades, Área Metropolitana de Bucaramanga /Santander (Colombia), viernes 8 de mayo de 2015.
ACERCA DE LA BANDA:
http://www.jornada.unam.mx/2014/08/29/espectaculos/a10n1esp
Leído y disfrutado. Yo diría que es una crónica breve y sencilla, pero muy hermosa, que resalta la buena vecindad. Mil gracias.
Bello relato que exalta la amistad. Gracias.
Linda crónica.
Buenas tardes, maestro Oscar. Su relato lo transporta a uno a la Bucaramanga sencilla.
Los amigos son para siempre.
Añoranzas musicales espectaculares. Somos privilegiados de haber disfrutado de esta época.
Y vuelan al son de la melodía al pasado los recuerdos…bello…Muchas gracias!!!
Cosas pequeñas como comprar un disco se vuelven tema para una narración entretenida. Gracias, Oscar.
Todo, hasta lo más simple, se embellece con una pluma delicada. Felicitaciones.
Una crónica muy linda, Oscar; lo felicito por esa habilidad para sacarles partido a cosas tan elementales; síganos compartiendo sus narraciones. Un saludo muy especial.
Yamile
Chévere, maestro Oscar; bonitos recuerdos.
En la sencillez está el secreto de la felicidad. Me gustó el relato, Oscar Humberto. Muchas gracias.
Uno se imagina el ambiente familiar en el que crecimos, donde los hijos aprendían el oficio de sus padres y lo sencillo se disfrutaba. Lindo el relato.
Me gustó, doctor Oscar; eleva usted el trabajo a poesía; porque eso es esta amena y hermosa crónica. Gracias, la disfruté.
Usted siempre les ha hecho poesías, canciones o relatos como este a sus amigos de juventud. Muy bonito ese detalle. Lo felicito.
¡Qué recuerdos!
Lindo relato; yo lo conocí a usted en la misma época.
Excelente.
Recordar es vivir.
Hola, Oscar; muy chévere el recuerdo.
¡Gracias! Recuerdos inolvidables.
Muy bonita la nota e inolvidable el tema, Oscar.
Gracias por ese regalo musical.
Alcides Antonio