Como mico entre cristales,
resulta ser peligroso
que sueltes a un perezoso
tus asuntos comerciales.
Pero el peor de los males
es hacer mal el endoso
de un proyecto victorioso
y de sus logros reales.
Aunque es también desastroso
que tanto inepto y baboso
llegue a cargos oficiales,
como si ya en los pañales
portara honores y avales
desde que era un mocoso.