APOLO. Por: Óscar Humberto Gómez Gómez.

“Entre más conozco a los hombres,
más quiero a mi perro”

LORD BYRON

Mucho amor lleva en el alma
Y mucho pelo en el cuerpo,
Y con su andar elegante
Conquista el entorno entero.

Se acuesta en alfombra verde
Y allí se vuelve viajero
De mundos que no conocen
Los hombres, sino los perros.

Hoy he llegado a su casa,
Cansado, triste y enfermo,
Y a juzgar por su mirada,
Él pareciera saberlo,

Pues llega a donde descanso
Y me contempla en silencio,
Como diciéndome: “¡Ánimo!
Que vas a salir de esto!”.

En la mañana temprano
Con una correa en el cuello
A pasear sale altivo
Por todo el parque esquinero,

La vuelta da a la manzana,
Siempre tranquilo y muy serio,
Y alegre bate la cola
Si tiene un feliz encuentro.

Muy poco lo oigo ladrando,
Muy poco lo oigo gruñendo,
Tan solo si una amenaza
él percibe desde adentro.

“Adiós, Apolo”, yo escucho,
Que le gritan desde lejos,
Pero él sigue indiferente
A adulación o cortejo.

En su casa solo ladra,
Igual que sale corriendo,
Cuando llega o si se marcha
El carro de su colegio.

Y mientras pasan las horas,
Mientras yo me recupero,
Mientras espanto fantasmas
Con mi pluma y con mis versos,

Mientras el mundo está oscuro,
Y el frío llega a mis huesos,
Y los dolores del alma
Se enlazan con los del cuerpo,

Mientras los hombres ya duermen,
Y yo hablo con el silencio,
Apolo llega a mi lado
Y allí se tiende sereno,

Y me hace compañía,
Como si fuera su dueño,
O como si adivinara
Lo triste que yo me encuentro.

Apolito, perro noble,
Ser bueno, puro, indefenso:
Que nunca daño los hombres
Te causen, como lo han hecho,

Y que ojalá de ti aprendan
los espíritus perversos,
Que aprenda el género humano
qué es ser leal y sincero,

Y ya que ni gobernantes,
Ni súbditos entendieron
De valores y virtudes,
Que se lo enseñen los perros.