Hay por ahí un Voltaire de pacotilla,
que se lucra de mujeres en pelota,
a quien llega la moral y le rebota,
y la ética la echó a la alcantarilla.
Al prójimo convierte en comidilla,
de todo lo sagrado hace chacota,
no hay nadie, salvo él, que no sea idiota,
y él decide a quién asar en su parrilla.
No existe para él falta o pecado,
porque él es un ateo redomado
y se mofa de la fe que otro profese.
Debería aprender a ser centrado
y hacerse un hombre digno y respetado,
mas no creo, en realidad, que le interese.