Un hombre muy poderoso,
en poder y economía,
cometió el error un día
de dárselas de gracioso.
Por supuesto que hizo el oso,
pues buen humor no tenía,
y obtuvo con su osadía
un rechazo clamoroso.
Una actriz muy admirada
le criticó, en voz pausada,
un descache tan visible,
Y en reacción previsible,
le hizo el cargo, risible,
de ser “sobrevalorada”.
Al hombre que no es sencillo
Le gusta solo el cepillo.
El ego nos sobrepasa, debemos estar atentos en el día a día, ser vigilantes de nuestras actitudes, es ridículo ser tan arrogante y ese es su destino, quedar en ridículo, igual le ocurre al soberbio y al orgulloso.