A Noura Hussein, joven natural de Sudán (África), su padre y su familia la obligaron a casarse, cuando apenas tenía 16 años, con un hombre del que huyó varias veces debido a los malos tratos que le daba, que la violó mientras dos hermanos y un primo suyos la sujetaban impidiéndole defenderse, y que, ya sin ayuda, la violaba por segunda vez cuando ella, forcejeando para impedirlo, logró tomar un cuchillo de la cocina y lo apuñaló.
Sí: la joven sudanesa de 19 años Noura Hussein fue forzada por su padre y su familia a casarse, a los 16 años, con un hombre que previamente le escogieron y respecto del cual ella no pudo siquiera opinar si le gustaba, mucho menos si sentía por él un ápice de amor.
Tratada como una cosa, Noura Hussein terminó siendo la cónyuge a la brava de aquel personaje.
Empero, su último intento de resistencia fue el no permitir que su no deseado esposo la accediera carnalmente. Este, entonces, solicitó la ayuda de dos de sus hermanos y uno de sus primos y, entre todos, la sujetaron mientras el “propietario” de la joven la violaba.
¡¡¡¡ Es decir, a Noura Hussein la violó su esposo !!!!
Al día siguiente, convencido de que ya la había sometido a su voluntad a través de la intimidación que, según creía, le había generado aquella terrible agresión de la noche inmediatamente anterior, el marido intentó violar a Noura él solo, pero la joven se opuso, forcejeó con él y, en medio del forcejeo, logró armarse de un cuchillo de cocina con el cual lo apuñaló justamente en los momentos en que el energúmeno sujeto la accedía carnalmente.
Noura Hussein huyó a su casa, pero su propio padre la entregó a las autoridades.
La justicia sudanesa la sometió a juicio. Dentro de este, se indagó a la familia del hombre si aceptaba una pena privativa de la libertad y el pago de una indemnización —reparación económica que reclamaba—, pero los parientes del occiso exigieron que fuera sometida a la pena capital.
La justicia de aquel país africano accedió a la exigencia de la vengativa familia y, entonces, dictó condena a muerte contra Noura Hussein.
En estos momentos, su defensa prepara el recurso de apelación.
Infortunadamente, Sudán es un país machista, misógino y patriarcal. Allí la mujer no tiene voz ni voto en nada, es tan solo un ser cuyo destino lo deciden sus papás, sus familiares y aquel que quiera ser su marido. El padre y el hombre que puso sus ojos en la correspondiente joven celebran un convenio a través del cual pactan el matrimonio y sus condiciones. Las leyes castigan con extremo rigor cualquier acción que ejecute la mujer contra el hombre, pero ignoran por completo la situación contraria.
La organización de derechos humanos y Premio Nobel de la Paz (1977) Amnistía Internacional, con sede en Londres (Inglaterra), se ha puesto a la cabeza del rechazo mundial a la ejecución de Noura Hussein.
“Siempre quiso ser maestra, pero acabó siendo obligada a casarse con un maltratador, que la trató con brutalidad y la violó. Ahora ha recibido otra bofetada: la condena de muerte, impuesta por un tribunal que se ha negado a reconocer la existencia de violación en el seno del matrimonio. Noura Hussein es una víctima, y su condena es un acto intolerable de crueldad”, ha señalado Seif Magango, director adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos.
“La pena de muerte es la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante, e imponérsela a una víctima de violación no hace más que poner de manifiesto la incapacidad de las autoridades para reconocer la violencia que soportó esta mujer. Las autoridades sudanesas deben anular esta condena absolutamente injusta y garantizar que Noura Hussein sea sometida a un nuevo juicio, en el que se tengan en cuenta sus circunstancias atenuantes”.
“Noura Hussein —explica Amnistía Internacional— se casó contra su voluntad con Abdulrahman Mohamed Hammad a los 16 años. La primera parte de la ceremonia de boda incluyó la firma de un contrato matrimonial entre su padre y Abdulrahman. La segunda parte se celebró en abril de 2017, cuando, nada más terminar la educación secundaria, la obligaron a mudarse a la casa de su esposo. Como se negó a consumar el matrimonio, Abdulrahman pidió a dos de sus hermanos y a un primo que le ayudaran a violarla. La legislación sudanesa permite el matrimonio si se tienen más de 10 años de edad”.
“El 2 de mayo de 2017, los tres hombres tumbaron a Noura Hussein y la mantuvieron sujeta mientras Abdulrahman la violaba. A la mañana siguiente, intentó violarla otra vez, pero ella huyó a la cocina, donde agarró un cuchillo. Se produjo entonces un forcejeo, en el que Abdulrahman sufrió heridas mortales de cuchillo”.
“Noura huyó a casa de su familia, pero su padre la entregó a la policía, y se abrió una causa contra ella. En el informe de un examen médico practicado tras la pelea con Abdulrahman se indicó que ella había sufrido heridas, incluidos un mordisco y arañazos”.
“En el juicio, celebrado en julio de 2017, el juez aplicó una ley desfasada, que no reconocía la violación conyugal. Tras presentarse cargos contra ella con arreglo a la Ley Penal, de 1991, el 29 de abril de 2018 el Tribunal Penal Central de Omdurman declaró a Noura Hussein culpable de homicidio intencional”.
Como parte que somos de eso que con gran candidez se insiste en llamar dizque “mundo civilizado” —a menos que en algunas partes de este planeta enloquecido tal cosa exista— nos unimos a las crecientes voces que claman por que no maten a Noura Hussein.
Ya es hora de que se tome en serio el respeto por la humanidad, por los seres humanos independientemente de su sexo, y que no se siga re-victimizando a la mujer violada, con esta clase de actuaciones inaceptables por parte de los poderosos. Ya es hora de que a la mujer se le permita el libre desarrollo de su personalidad y de que no se persista en tratarla como una cosa. Es inconcebible que en pleno siglo XXI, ya en el III milenio, todavía haya lugares de la Tierra en los que se dé patente de corso a los hombres para cometer canalladas como la que se cometió contra esta joven indefensa. Más inconcebible, que sean los propios progenitores los que —con el asombroso beneplácito de los familiares de las víctimas— negocien con sus hijas como si fuesen una mera mercancía. Ya es hora de que se abra una lucha por elevar el nivel de humanización de la sociedad. No más violencia verbal y física contra la mujer, y menos patrocinada por el propio Estado. Hay que acabar con el mito de que Dios -cualquiera que sea su nombre- apoya esta clase de muestras de barbarie. Dios no apoya los abusos cobardes contra los más frágiles.
Pidámosle a la Cancillería de Colombia que se pronuncie y propicie el pronunciamiento de las organizaciones internacionales a las que nuestro Estado pertenezca.
Es lo mínimo que podemos hacer para que, si Sudán mata a Noura Hussein, quedemos al menos parcialmente en paz con nuestra conciencia.
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ILUSTRACIONES: (1) Fotografía de Noura Hussein.
(2) Jartum, capital de Sudán, el país donde van a matar a Noura Hussein por defenderse para que no la violaran. Omdurman es considerado un suburbio pobre de Jartum.
(3) Bandera de Sudán.
(4) Horca, instrumento de ejecución en el que será ejecutada Noura Hussein.
(5) Logo de Amnistía Internacional.
(6) Fotografía de Noura Hussein.
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ÓSCAR HUMBERTO GÓMEZ GÓMEZ.— Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y Políticas. Miembro de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia. Miembro de la Academia de Historia de Santander. Miembro del Colegio Nacional de Periodistas. Miembro del Colegio Nacional de Abogados.