Un hombre muy poderoso,
En poder y economía,
Cometió el error un día
De dárselas de gracioso.
Por supuesto que hizo el oso,
Pues buen humor no tenía,
Y obtuvo con su osadía
Un rechazo clamoroso.
Una actriz muy admirada
Le criticó, en voz pausada,
Un descache tan visible,
Y ¡claro! lo previsible:
Él la acusó ¡qué risible!
De ser “sobrevalorada”.
Al hombre que no es sencillo
Le gusta solo el cepillo.