HUMBERTO MARTÍNEZ SALCEDO, EL MAESTRO SALUSTIANO: REMEMBRANZAS DE UN SANTANDEREANO. [Capítulo Quinto]. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de la Academia de Historia de Santander y Miembro del Colegio Nacional de Periodistas.

 

En 1978, dos hechos particularmente importantes tuvieron lugar en la vida de Humberto Martínez Salcedo: el estreno de la nueva película El candidato, protagonizada por Jaime Santos y en la que tomaba parte como parte del pueblo, y la muerte y sepelio de su admirado amigo, el compositor de música andina colombiana maestro José A. Morales.

Las carteleras de cine, en efecto, al año siguiente de Mamagay, anunciaban la cinta El candidato. En ella, los actores Jaime Santos, Hugo Patiño, Carlos Muñoz, Pepe Sánchez, Carlos Barbosa, Maruja Toro, Jairo Soto, Alí Humar, Hernando Casanova, Víctor Hugo Morant, Gustavo Angarita, Silvio Ángel, Rafael Bohórquez, Rey Vásquez y Chela del Río, entre otras destacadas figuras de la televisión de la época, desnudaban —con humor y sátira— la triste realidad de cómo, en la política colombiana, se aprovechaba la pobreza y la ignorancia para obtener los votos y arribar triunfantes a los cargos públicos de elección popular. La falta de un techo era el principal motor que movía a la pobrería irredenta a pegárseles, en forma irreflexiva, a urbanizadores piratas, a farsantes de la peor calaña y, en fin, a personajes sin valores, todo con la ilusión de una casita propia, así fuese sin escrituras y en terrenos deleznables y sin servicios.

 

 

 

 

Y ante el féretro del maestro José A. Morales, Humberto Martínez Salcedo pronuncia un discurso memorable, que habla por sí mismo, no solo de las calidades de quien acababa de fallecer, sino de las de quien en aquellos momentos luctuosos hacía el panegírico del cantor que nos dejaba.

Esta es la elegía que escuchamos en aquella ocasión de la viva voz de quien la había escrito, en aquel momento el humorista más grande de Colombia, y, según la autorizada opinión del maestro Carlos Sánchez, el único. (Y eso que quien tal cosa aseguraba—el maestro Carlos Sánchez, creador de “El inspector Ruanini”, de “El indio Pocamano” y de “Doña Cleofe”— sí que lo era). Así habló Humberto Martínez Salcedo en el funeral del gran compositor de “Pueblito viejo” el sábado 23 de setiembre de 1978:

 

 

 

azucenas

 

“Ahí está, con su altivez inmaculada y la serenidad que deja el canto; con las manos tranquilas después de haber dejado inquieto el aire, luego de haberlo llenado de trinos y emociones; con su ancho corazón comunero, yacente, detenido, como un tremendo volcán apagado. Lo ha dejado todo aquí, sin escrituras, salido de sus insondables alforjas musicales, para nuestro constante patrimonio. Con su humilde “Soberbia” nos convoca para que repitamos su fe, para que lo acompañemos en este duro compromiso de amar a Colombia campesina, de mantenerla intacta y diáfana como sus bambucos solitarios.

No fue un accidente su cantar: tras de él venía en aluvión, entre pentagramas y batallas, la voz total de un pueblo; una comunidad de pífanos, y caracoles, y tambores, que despertó las serranías en la infancia indígena; un tropel de cuerdas de guitarra que se vino en el océano, en carabelas, a parir leyendas y caminos; y un mestizo indomable que convirtió en tiple la tristeza de su esclavitud y el campanazo de su rebeldía.

Aquí sí que queda historia: la simple y casta historia de las quebradas y las chozas, sin condecoraciones ni medallas; la garganta de los arreboles y la luz adormecida de los amaneceres. No le viene a mancillar en el momento póstumo la mano impura de quienes traicionaron la guabina y pretenden convertir su pecho en dividendos, porque está entre un cerco de amigos que seguiremos tarareando sus canciones y que vinimos a acompañarlo, cuando se ha callado, para agrandar en coro sus palabras.

Cuando nos indaguen nuestros hijos este dolor que traemos —como una copla sangrada— entre los ojos, por la muerte de este inmenso trovador, les diremos: “Nos duele su ausencia, porque su mano de comunero ya no volverá a consentir la patria revendida; porque con él parece que enterráramos los tiples y la honestidad; porque devolvemos a la tierra los bambucos para que nuestras eras se llenen de guitarras eléctricas y alaridos; porque fue nuestro hermano en la crianza de los sueños y de las quijotadas”.

Lo devolvemos puro al infinito, entre el llanto de las montañas y los hombres; en medio de su funeral de luceros; con el luto apretado de los campesinos, que frente a este féretro ven apagados sus fogones; con su gigantesca lección de patriotismo, que desde su reingreso a las entrañas de la tierra colombiana, va a convertirse en credo y en leyenda.

Hasta luego, “Jijuepuerquita””.

 

[CONTINUARÁ]

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FOTOGRAFÍAS: (1) Humberto Martínez Salcedo como El Maestro Salustiano, escribiendo sus libretos.

(2) Rollo cinematográfico.

(3) Clímaco Urrutia Urrutia, representado por Jaime Santos.

(4) El maestro Salustiano, representado por Humberto Martínez Salcedo.

(5) José A. Morales.

(6) Humberto Martínez Salcedo.

(7) Azucenas.

(8) Video del tema “Pueblito viejo”, de José A. Morales.

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