Cuando el pudor se ha perdido
Y ya vergüenza no existe,
Tan solo el ansia subsiste
Del dineral mal habido.
Para el fiscal corrompido,
Para quien presto lo asiste,
El ser honesto es despiste
Que obstruye el fin perseguido.
Lo que hoy pregunto, señores,
Sin que me importen colores,
Ni pertenencia a un partido,
Tan solo es cómo llegaron
Los indecentes que actuaron
A conseguir lo ofrecido;
Y si el fiscal sobornado
No era el hombre adecuado,
¿Quién es, al fin, el bandido?