EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

 

“Aún meses después de la aparición del último dinosaurio, justamente en las cavernas vírgenes de la inexpugnable cordillera del norte, a varios kilómetros de la ciudad, los habitantes de la urbe se resistían a aceptar la trascendencia del histórico episodio, que, para ellos, no pasó de ser una bufonada.
Las tertulias alrededor del tema, cada vez más esporádicas y breves, concluían siempre lo mismo: los centros de poder del universo se inventaron la leyenda con objetivos políticos, pues de esa forma distraerían la atención del mundo hacia un tema apasionante, aunque costoso, y así se enervarían las crecientes protestas sociales contra la guerra y el hambre en las que estaba sumida la humanidad a consecuencia del patriarcado, el gobierno de los hombres, interesados no más en crear más y más artefactos de destrucción y seguir sometiendo a la opresión a todos los pueblos de la Tierra. Aunque ya tomaban fuerza los movimientos ideológicos que propugnaban la entrega inmediata del poder a las mujeres, quienes, por ser dadoras de vida, eran consideradas la última oportunidad del planeta para no caer en el caos definitivo, siempre y cuando ya en el poder actuaran como mujeres y no como un mal remedo de los varones, todavía se sentía en todas partes la brutalidad militar, ejercida tanto por los hombres en armas que trataban de arribar a las esferas de mando como por aquellos que ya lo detentaban en vano desde hacía rato, y se percibía en el ambiente una irritante desigualdad económica y social en todos los órdenes de la vida cotidiana”. (Gómez Gómez, Óscar Humberto. Tierra de cigarras. Sic Editorial. Bucaramanga. 2000, p.p. 339 – 340).

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“Quisiera inspirarme en todo
para escribirte unos versos:
en la mañana nublada
con su frío y su silencio,
en la tarde calurosa,
con su sol y con sus vientos;
en el crepúsculo triste
que renace sentimientos;
y en las risas y dulzuras,
en las dichas y amarguras
de nuestros jóvenes tiempos”.

(Gómez Gómez, Óscar Humberto. Versos del desorden. Sic Editorial. Bucaramanga. 2001, p. 39. Última estrofa del poema “¡Salud, mi causa!”).

 

¡FELIZ DÍA, MUJERES! ¡Y UN MILLÓN DE GRACIAS!

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ILUSTRACIÓN: La Dolorosa. Bartolomé Esteban Murillo. Óleo sobre lienzo. (1660 – 1670). Museo Nacional del Prado. Madrid, España. 

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