Mañana a las 10 de la mañana sucederá en Bucaramanga un verdadero hecho histórico: volverá a sonar la sirena del Garnica. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de Número de la Academia de Historia de Santander

 

Mañana 22 de diciembre a las 10 de la mañana y con motivo de la celebración de los 400 años de la misa con que se oficializó el nacimiento del pueblo de indios de Bucaramanga se producirá en el centro de la ciudad, concretamente en la terraza del edificio EDMUNDO MORA LAGUADO, calle 34 No. 17 – 20, ni más ni menos que un verdadero hecho histórico.

 

 

En efecto, la familia MORA PADILLA ofrecerá a los bumangueses un acto especial cargado de simbolismo, magia y poesía, un fugaz retorno al pasado, a los albores del siglo XX y a su primera mitad, cuando desde LA TORRE DEL RELOJ del emblemático EDIFICIO GARNICA sonaba LA SIRENA DEL GARNICA indicándoles a los operarios de la FÁBRICA DE CIGARROS EL BUEN TONO, que funcionaba en esa edificación, que había llegado la hora del almuerzo o la finalización de la jornada laboral, o, en ocasiones, alertando a los bumangueses de que estaba sucediendo en la entonces pequeña y apacible municipalidad algún suceso de especial importancia.

 

 

Fue a mi madre, MATILDE GÓMEZ SÁNCHEZ, a la primera persona a quien le escuché hablar, desde que era un niño, acerca de esta célebre sirena.

 

 

El edificio en cuya torre se hallaba el emblemático reloj y desde el cual partía la famosa sirena pertenecía a don LUIS EMILIO GARNICA, un destacado deportista y empresario mexicano que terminó convirtiéndose en uno de los personajes estelares del devenir histórico de nuestro terruño natal en la primera mitad del siglo XX.

 

 

La FÁBRICA DE CIGARROS EL BUEN TONO de Bucaramanga nació el miércoles 10 de enero de 1900.

Su nombre se lo trajo de México don LUIS EMILIO, pues allá en su país natal ya funcionaba desde 1884 la célebre COMPAÑÍA CIGARRERA EL BUEN TONO, que habría de cerrar sus puertas en 1920.

 

 

Don LUIS EMILIO GARNICA, que de deportista pasaría a ser dirigente deportivo, habría de estar al frente no sólo de su memorable FÁBRICA DE CIGARROS EL BUEN TONO, sino también del TEATRO COLISEO PERALTA, que hoy en día todavía sigue en pie, el cual había sido construido por don ANSELMO PERALTA, y, por supuesto, de su famoso TEATRO GARNICA, una edificación de singular belleza arquitectónica que habría de pasar a manos del CIRCUITO UNIÓN, propiedad de don SAÚL DÍAZ, para acabar derribada sin pena ni gloria, y sin pena ni gloria convertida en un parqueadero, mismo que luego, a su vez, sería transformado en un bullicioso centro comercial popular.

 

 

El fundador y propietario del EDIFICIO GARNICA y de la FÁBRICA DE CIGARROS EL BUEN TONO de Bucaramanga, don LUIS EMILIO GARNICA, habrá de suicidarse de un balazo el miércoles 3 de diciembre de 1952 y sus restos reposan en el CEMENTERIO PARTICULAR contiguo al CEMENTERIO CENTRAL. Su mausoleo tiene la forma de una hoja de tabaco.

El derribamiento del TEATRO GARNICA se llevó a cabo poco después de que fuera declarado MONUMENTO NACIONAL.

 

 

Tanto el reloj como la sirena se encuentran ahora en la terraza del edificio que perpetúa la memoria de quien fue un reputado farmacéutico santandereano, don EDMUNDO MORA, el amable propietario de la prestigiosa DROGUERÍA MUNDO, que, a su vez, editaba y repartía por esta época navideña el ALMANAQUE MUNDO, librillo que hoy recordamos con especial afecto, igual que también con especial afecto evocamos la imagen de aquel caballero a carta cabal que atendía a sus clientes como si fueran viejos amigos.

 

 

Así que cuando mañana 22 de diciembre a las 10 de la mañana vuelva a sonar LA SIRENA DEL GARNICA, la familia MORA PADILLA podrá sentirse ampliamente satisfecha de haber hecho este valioso aporte a la conmemoración de los 400 años de Bucaramanga, pues habrá posibilitado, gracias a la imaginación poética de quienes verdaderamente queremos a esta ciudad, la consumación imposible del retorno a sus tiempos idos.

 

 

Felicitaciones al doctor CHRISTIAN MORA PADILLA y a su distinguida familia por esta idea, verdaderamente plausible, y de verdad muchas gracias por su honrosa invitación a tan significativo acto, que apreciamos en todo lo que vale y expresa.

 

 

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