En la ciudad de Eisenach, perteneciente al Estado Federado de Turingia, del área alemana que finalmente quedó bajo el dominio soviético luego de la Segunda Guerra Mundial hasta que se produjo la reunificación de aquel país, nació, el 31 de marzo de 1685, el maestro Juan Sebastián Bach, quien habría de morir sesenta y cinco años después en la también ciudad germana de Leipzig, luego de enriquecer al mundo con su enorme talento musical.
Para la época de su nacimiento, existía el llamado Sacro Imperio Románico Germánico y a este pertenecía la ciudad natal del asombroso genio de la música.
Pues bien;
Esta remembranza viene a propósito de que hoy es Jueves Santo y, por serlo, resulta inevitable trasladarnos en el tiempo a la Semana Santa de hace ya largos años, cuando todavía, para decirlo parafraseando las bellas palabras de los árabes, pesaban en nosotros menos los recuerdos que los sueños.
En aquellos años lejanos, durante los días santos, particularmente durante el Jueves Santo y el Viernes Santo, las emisoras de radio pasaban al aire solamente música clásica y, en general, la programación era alusiva a la conmemoración de la gran tragedia vivida por Jesús, tragedia que habría de culminar, de acuerdo con el relato bíblico, en su ejemplar y esperanzadora Resurrección del domingo.
Dentro de las hermosas piezas que sonaban, se destacaba una del maestro Juan Sebastián Bach llamada “LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO”.
Aquella especie de recogimiento radial se fue yendo de la escena de nuestra radiodifusión —entre otras razones, porque fueron falleciendo los entonces propietarios y gerentes de las emisoras de radio— y la música clásica prácticamente desapareció del escenario radial santandereano. Lamentablemente, dicho sea de paso, no solo en Semana Santa.
Pero su desaparición no ocurrió únicamente dentro del mundo radial. Y es que en los años 70, por ejemplo, uno iba al edificio de la Cámara de Comercio, ubicado en la carrera 19 con calle 36, y allí, no recuerdo en qué piso, existía una hermosa sala de música con una iluminación tenue, casi bajo penumbra, donde uno se sentaba cómodamente a escuchar las piezas clásicas que allí ponía a sonar, previa su debida identificación a través de un micrófono amplificado a un volumen agradable, una persona, por lo general una dama, a cargo de ello. A uno le ofrecían, incluso, un pocillo de café o una copa de vino. Era como un extraño y placentero viaje por otras épocas de la historia y otros lugares del mundo a través de la magia incomparable de la música clásica.
Don Álvaro Castaño Castillo fundó la emisora de radio HJCK, en la ciudad de Bogotá, y desde ella se propuso no permitir que la música clásica fuera borrada de las ondas hertzianas. Lamentablemente, y luego de sostener la radiodifusora contra viento y marea, se vio precisado a negociar la frecuencia y pasar la HJCK a Internet.
Aquí, en Bucaramanga, para no ir tan lejos, la Emisora Cultural Luis Carlos Galán Sarmiento (100.7 FM) nació —por cierto bajo una idea del ingeniero y trabajador de la cultura Luis Álvaro Mejía Argüello que terminaron atribuyéndosela a otro personaje— con el anunciado propósito de recuperar la cultura musical para nuestro cada vez más inculto pueblo. No tengo claro en qué momento, pero lo cierto es que doña Margie Forero de Escandón se puso al frente de un programa de música clásica, que, dicho sea de paso, he considerado siempre un oasis radial, en medio de tanto ruido y de tanta ordinariez. No es este el escenario para abordar cuál ha sido el tratamiento dado últimamente a su precioso y valioso espacio cultural y cuál se proyecta que vaya a ser el que se le brindará a futuro —ni mucho menos para entrar a polemizar sobre el manejo que la administración municipal optó por darle a una radiodifusora que en su momento llegó a ser la esperanza de que la cultura tuviera un canal permanente de expresión—, pero, en todo caso, lamentablemente, desde mi personal perspectiva no pinta que sea halagüeño. De todos modos, para mí es claro que si desaparece la música clásica de una emisora cultural, la que debe desaparecer, por sustracción de materia, es la emisora.
Igualmente, emiten música clásica la UIS ESTÉREO y la UIS AM, las dos radiodifusoras de la Universidad Industrial de Santander, al frente de las cuales, dicho sea de paso, en años especialmente memorables para mí estuvieron, en orden cronológico, mis siempre recordados Iván Darío Montoya, Idania Ortiz y Sara Serrano.
Bajo la batuta del maestro Sergio Acevedo, escuché en algunas ocasiones a la Orquesta Sinfónica de la UNAB y sé de algunas orquestas filarmónicas juveniles que, luchando contra todo y contra todos, tratan de evitar el naufragio. No creo, sin embargo, que la red radiofónica les esté abriendo sus puertas con generosidad.
Pues bien; hoy Jueves Santo quiero compartir con vosotros, amigos, y con vosotras, amigas, la obra más grande del maestro Juan Sebastián Bach y la más grande de la música clásica. Es, precisamente, “LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO”. Solamente escucharéis el final de la extraordinaria obra, segmento que dura un poco más de ocho minutos. La obra completa tiene una duración de poco más de dos horas y media. Es decir, cuando empiece el video, los músicos ya llevan tocando —y los cantores del coro ya llevan cantando, y el director ya lleva dirigiendo, y el público ya lleva escuchando— más de dos horas y media. Ojalá algún día vosotras, amigas, y vosotros, amigos, os decidáis a escuchar esta obra en su totalidad. No os arrepentiréis, os lo aseguro. Creedme que, en estos tiempos de estrés, de ansiedad, de pérdida de fe en todo, de irascibilidad y de desesperanza, encontrarse —o reencontrarse— con la música clásica es uno de los mejores antídotos.
Con vosotros, pues, “LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO”, del maestro Juan Sebastián Bach. La interpretación es del Coro y la Orquesta Barroca de Amsterdam, bajo la dirección del maestro Ton Koopman.
¡Os doy mi más fraternal bienvenida!