Sí, en efecto: como lo recordó VAGO en su caricatura, “El campesino embejucao” vio la luz, por vez primera, a propósito de mi cumpleaños. Exactamente, el sábado 4 de noviembre del 2000, cuando familiares y amigos me lo celebraban.
Ese día, en el patio de nuestra casa, los músicos contratados por Nylse para amenizar la reunión fueron abordados por mí con la pregunta de si me podrían acompañar unas cancioncillas que yo había hecho y ellos, de inmediato, contestaron que sí, que con mucho gusto, que las trajera. Yo subí, entonces, a nuestra habitación y bajé un fajo de hojas con sus letras. Allí estaba, por supuesto, “El campesino embejucao”. Hasta ese momento, aquel desconocido bambuco que yo había compuesto con sabor guasca, precisamente ahí en la habitación, mientras Nylse se bañaba, con miras a participar en el Festivalito Ruitoqueño, certamen al cual me había invitado Roberto Villamizar, sólo había sonado cantado por mí acompañado de una pequeña y destartalada guitarra que, inexplicablemente, se había salvado -y sigue salvada- de ser botada a la basura.
Los músicos eran Aquileo Téllez, Álvaro Navarro y Carlos Manrique, reputados como de los mejores en su género. El año anterior, 1999, se los habían recomendado a Nylse en la Emisora Cultural Luis Carlos Galán Sarmiento, junto a Fernando Remolina Chaparro, cuando ella había llamado para preguntar qué grupo musical podría contratar -también- para la celebración de mi cumpleaños.
En ese 2 de noviembre de 1999, sin embargo, de “El campesino embejucao” no había siquiera el más mínimo indicio que hiciera presagiar su existencia. Fernando Remolina, Aquileo Téllez, Álvaro Navarro y Carlos Manrique habían tenido que tocar toda la noche, bajo una carpa que Nylse por fortuna tuvo la previsión de alquilar, soportando la inclemencia de un fuerte e interminable aguacero, de esos gracias a los cuales a la Mesa de Ruitoque se le conoce como la Mesa de las Tempestades.
Desde aquel primer improvisado “ensayo”, del sábado 4 de noviembre de 2000, congeniamos con ellos y, de una vez, Nylse me observó que mis canciones, con su acompañamiento magistral, sonaban muy bien.
Por entonces, a Adrián, hijo de Carlos, no lo había conocido todavía. El día en que por primera vez se unos unió, fue en mi oficina, en donde nos habíamos reunido para ensayar. Llegó acompañado de Edwin Castañeda, y yo, incluso, durante todo el ensayo creí que el hijo de Carlos -pues me habían advertido que el nuevo músico era hijo del guitarrista- era Edwin.
Curiosamente, ya grabado, mezclado y masterizado, en el estudio de Juan Fernando Arango, “El campesino embejucao” sonó por primera vez en la radio un noviembre: en el mes de noviembre de 2001. Nylse y yo se lo habíamos llevado, acompañados de Roberto Villamizar, a Víctor Suárez, de quien sabíamos que conducía su propio programa denominado Álbum Musical de Colombia.
El resto de la historia la conocerán próximamente cuando, por fin, Dios y la abogacía nos den la oportunidad de publicar el libro en el que narramos los intríngulis de toda esta aventura.
Por ahora, nuestro pueblo sigue apropiándose de “El campesino embejucao” como parte de su patrimonio cultural.
Oigamos a “El campesino embejucao” sonando, por ejemplo, en Guasca / Cundinamarca:
http://www.youtube.com/watch?v=jTpx2x76Z9Q&feature=related
Admiro profundamente su ingenio, aunque no entiendo por qué no lo alienó la universidad, como a todo profesional; nos encontramos obnubilados, idiotizados, enceguecidos por la cultura oficial. El campesino embejucao es la descripción más precisa de la situación del campo; es una pieza de antología; y las demás son magníficas, nada más descriptivo de la salud que la mujer de Ananías, más ingenioso que el jetoma, las vacas sagradas etc. etc. FELICITACIONES.
Yo estuve en la presentación en vivo del “Campesino Embejucao” en la Feria de las Flores de Medellín en 2007.
Felicitaciones por manifestar en tu arte la esencia de colombiano comprometido con una sociedad más justa, que todos añoramos. Gracias.
Yo canté El Campesino Embejucao en la plaza de mercado de Capitanejo y casi salgo en hombros. Mil abrazos por sus cumpleaños.