Poesía santandereana// EN ESTE PAÍS DESVENTURADO. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

 

En este país desventurado,
el sufrido país de mis mayores,
donde el suelo por la sangre está infiltrado,
donde ya no son señores los señores.

En este país desventurado,
donde ya no hay en los árboles cantores,
ni hay Bolívares ni Sucres libertarios,
ni se forman alamedas con los mangos,
ni palios con los cocos y las flores.

En este país desventurado,
donde enterramos los sueños del futuro,
y encarcelamos con grillos y con muros
las glorias y recuerdos del pasado.

En este país desventurado,
donde la risa de mi pueblo ya no existe
porque con saña el del fusil lo embiste
y anega en sangre los campos y el arado.

En este país desventurado,
donde se veta el puntear de los requintos,
y se difunden como hazañas los delitos;
donde el enfermo muere enfermo y olvidado.

En este país desventurado,
que se olvidó de los bambucos y la danza,
y echó al cesto de basura la esperanza
por un país libre, digno y respetado.

En este país desventurado,
donde pretenden impedirnos la sonrisa,
el mar, la libertad, el sol, la brisa,
y convertirnos en un pueblo de enclaustrados.

En este país desventurado,
donde se cierran escuelas y hospitales,
y se abren lenocinios a raudales
con el tácito permiso del Estado.

En este país desventurado,
donde a diario se sientan a manteles
cazadores, fugitivos y lebreles
a pactar sobre el presente y el pasado.

En este país desventurado,
donde guaneñas y tamboras se extinguieron,
y las fronteras de par en par se abrieron
para que entrara el extranjero desalmado.

En este país desventurado,
donde el respeto tornóse clandestino,
donde se premia el deshonor y el desatino
y se castiga el ser honesto, el ser honrado.

En este país desventurado,
irreductiblemente moriré pensando,
indeclinablemente partiré soñando
que se hizo realidad lo deseado:

Que este pobre país martirizado,
este pobre país, ya sin ventura,
ahogado en el dolor y la amargura,
¡pudo, por fin, dejar de ser desventurado!

 

Mesa de las Tempestades / Área Metropolitana de Bucaramanga, sábado 5 de mayo de 2001.

(Tomado del libro Versos del desorden. 1a edición. [Sic] Editorial. Bucaramanga. 2001, p.p. 147-148. ISBN: 958-8150-33-7).

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