Respetuosamente y con afecto, me uno a las expresiones de solidaridad y aprecio hacia la familia del señor Presidente Honorario de la Academia de Historia de Santander, exministro de Estado y exembajador de Colombia en Moscú, Pekín y Montevideo Dr. Alfonso Gómez Gómez, profesor nuestro de Derecho Internacional Público en la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), quien falleció ayer.
El ilustre jurista, político y diplomático había nacido en Galán / Santander el 12 de marzo de 1921.
Doctor en Derecho de la Universidad Libre de Bogotá, el Dr. Alfonso Gómez Gómez llegó a ser Senador de la República, Ministro de Gobierno, Gobernador de Santander y Alcalde de Bucaramanga.
En el mundo académico, uno de sus últimos reconocimientos le fue prodigado por la Academia Colombiana de la Lengua al recibirlo como Miembro.
Es autor de los libros Mirada profunda a un mundo cambiante, Apuntes para una biografía y El seminarista de los ojos tristes.
Permítaseme contar una anécdota personal: cuando arribé a la Casa de Bolívar la noche en que la Academia de Historia de Santander me recibía, lo vi sentado en la sala de la secretaría conversando amenamente con algunos contertulios. Entonces, con la natural inseguridad del novato, me senté a su lado. Momentos después, como para ambientar un poco mi presencia dentro de aquel prestante grupo, le rememoré su paso por la diplomacia y por las altas dignidades del Estado. Sonrió y dijo, con voz suave y en tono amable, mirando hacia el piso y apoyándose en su bastón, que “todo eso ya pertenecía al pasado” y que “carecía por completo de importancia”. Fue ahí cuando me di cuenta – y lo corroboré más tarde muchas veces – de que Alfonso Gómez Gómez estaba curado de vanidades.
Algunos meses después, asistí a la exaltación que le hizo la UNAB. Allí, en su discurso de agradecimiento se refirió a la muerte diciendo:
“A mis años, yo ya no le temo a la muerte ni espero a que llegue: ella va caminando a mi lado y yo voy platicando con ella”.
Hasta siempre, Maestro.
Óscar Humberto, si bien un poco tarde, quiero plantear un par de ideas en torno al artículo que usted escribió sobre el doctor Alfonso Gómez Gómez:
1. Aunque no tuve la oportunidad de interactuar con “el maestro”, la anécdota de la Casa de Bolívar, en la que usted hace referencia a su encuentro con el doctor Gómez Gómez, pone de presente una vez más cómo los grandes, los grandes de verdad, son sencillos, no tienen necesidad de ostentar. Siempre he creído que los hacedores no suelen alardear de su realizaciones ni están en plan de criticar a los demás, son humildes y comprensivos.
2. Considero que hemos perdido a uno de los santandereanos más valiosos de la historia de nuestro departamento; estoy seguro que en la medida que se vaya investigando sobre su vida iremos tomando conciencia de sus importantes aportes a la política y a la educación.
Felicitaciones por su artículo, ¡me encantó!
Me uno al dolor de todo Santander, ante la muerte de este prohombre. La última vez que lo vi personalmente y hablé largamente con él fue aquella noche, cuando fue exaltado como Miembro Correspondiente de la Honorable Academia de Historia de Santander el distinguido jurista, compositor y escritor Dr. Óscar Humberto Gómez Gómez. Hablamos de mi familia los Gómez Lamus, en cuanto que él fue asistente del penalista zapatoca, Dr. Agustín Gómez Prada (mi tío). Hablamos también en aquella ocasión sobre mi paso furtivo por la UNAB, en el entendido de que él fue mi docente en derecho internacional público. Elogiamos y repasamos la obra literaria y musical de Óscar Humberto. Y le decía que no obstante mis quebrantos de salud debido a ACV, estaba ocupado desarrollando mis obras de literatura. Y que en una de esas novelas, abarco mi vida por la UNAB, destacando las bellas flores de juventud de la Facultad de Derecho en el año de 1974 en mi PELEKIS. Fue una de las personalidades políticas más destacadas en la historia de Santander. Amable y cordial e inteligente, orgullo para Santander. Paz en su tumba, fortaleza para su distinguida familia.