¡Archiven! ¡Archiven! ¡Archívenlo todo! Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

Una mayor confesión de ineptitud y falta de compromiso del Estado con los que se supone que son sus fines esenciales, imposible.

Resulta que ahora, justamente cuando el pueblo colombiano clama a gritos y presa de la indignación que el Estado se amarre los calzones y proteja a la gente de bien ante el embate de quienes no quieren vivir sino del delito, y radicaliza y extiende ese clamor ante hechos inaceptables como el que acaba de ocurrir en el barrio Altos de Cabecera de Bucaramanga donde unos ladrones, por robarle el bolso a la señora María Consuelo Sandoval frente a su casa la tiraron al piso y el golpe terminó causándole la muerte, o como el atraco mortal del que fue víctima el joven abogado bumangués Juan Guillermo Gómez Ospina en el barrio Los Rosales de Bogotá, o como el atraco que acabó con la vida del padre capellán de la Universidad Minuto de Dios de la misma capital de la república presbítero Gustavo García Bohórquez, para no citar los cientos de atracos cometidos por taxistas contra sus sorprendidos pasajeros y en coautoría con otros taxistas que en gavilla asaltaron, pongamos por caso, a un joven agente de la DEA en el parque de la 93 también de Bogotá, y que como él han atracado a muchos colombianos, colombianos que -precisamente por serlo- no lograron que sus casos merecieran la reacción inmediata y decidida de la Fiscalía General de la Nación, ni de nadie, al Estado -que siempre marcha en contravía del querer de su pueblo-, concretamente a los “sabios” que manejan la política criminal de este desventurado país -cada vez más sumido en el miedo de la gente honesta y la prepotencia desafiante de los delincuentes- se les acaba de ocurrir la “luminosa” idea de que, como hay tantas denuncias por robo de celulares y ese alud de denuncias tiene congestionada a la Fiscalía, entonces hay que empezar a archivarlas para que, de esa manera, esa institución quede bien descongestionada.

Sí: así como lo leen. Si se resisten a creerlo, den clic izquierdo encima del enlace y lean la noticia, publicada hoy por El Tiempo.

http://www.eltiempo.com/justicia/fiscalia-no-investigara-todos-los-delitos_12915362-4

No se necesita, desde luego, ser ningún César Beccaría para saber que, precisamente, si algo ha disparado los índices de delincuencia en países como Colombia es la IMPUNIDAD. Y es que cuando el potencial violador de la ley penal percibe que, de seguro, lo meterán a la cárcel si delinque, es posible que se eche para atrás, pues la idea del castigo atemoriza. Pero si lo que tiene seguro el potencial criminal es que nada va a sucederle y, por el contrario, después de su delito podrá seguir en las mismas, cometiendo otro, y otro, y otro, y otro más, obviamente echará para adelante en sus designios criminosos.

Pues bien: ahora el atraco en busca de la cartera, del computador o del celular, en una palabra: en busca de despojar a las personas decentes de lo que han adquirido con honradez -la misma modalidad criminal que -repetimos- acaba de costarle la vida a una ciudadana en el barrio Altos de Cabecera de Bucaramanga, la misma que le costó la vida al capellán de la Universidad Minuto de Dios en Bogotá y la misma que acabó con la vida del joven abogado santandereano también en Bogotá, concretamente en el barrio Los Rosales, será conducta impune, pues si en UN MES el pobre afectado no ha podido señalarle a la Fiscalía quién lo atracó, ni la Fiscalía -que es lo más lógico- tampoco ha dado con él, luego de una “exhaustiva investigación”,  su denuncia será archivada “para descongestionar la Fiscalía”.

Todavía no se ha aclarado el asesinato del mariscal Sucre, ni el del general Rafael Uribe Uribe, ni el de Mamatoco, ni el de Jorge Eliécer Gaitán, ni el de Luis Carlos Galán Sarmiento, etcétera, hechos ocurridos hace -como dice mi mamá- los años de la mazamorra. Pero se le pone un mes de plazo al esclarecimiento del robo de un celular.

Nosotros, después de devanarnos los sesos y de exprimirnos toda nuestra capacidad de imaginación, hemos llegado a una idea, esta sí bien luminosa. Nuestra idea es definitiva, Señor Fiscal, señor Presidente, señora Ministra de Justicia, señoras y señores, para acabar -de una vez por todas- con esa inmanejable congestión que la ineptitud oficial permitió que llegara tan lejos. Nuestra idea es esta: como hay tanto hacinamiento en las cárceles, y hay tanta congestión en la Fiscalía, y hay tantas fugas de presos, y hay tantas liberaciones por vencimiento de términos, y aquí prácticamente no se condena a nadie, y si se le condena más se demoran en condenarlo que en salir libre, sencillamente deroguen el código penal, cierren las cárceles y -por supuesto- cierren ese elefante blanco que es la Fiscalía General de la Nación, y terminen de dejar que en este país cada cual haga lo que le dé la gana.

Es posible que el índice de criminalidad suba, pero no será mucho: estamos en una impunidad de más del 95%, ¿ya qué más da?

En cambio, nos ahorramos lo que nos cuesta sostener la Fiscalía General de la Nación, la inoperante justicia penal y el inservible, corrompido e inhumano sistema carcelario, que solo sirve como escuela del crimen.

Hagan cuentas y verán que -modestia aparte- nos merecemos el Premio Nobel.

Y hasta una “corbata” en la NASA…

 

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