En un país donde los Ocho de Colombia eran diez y El Caballero Gaucho no conoció jamás Argentina; donde los pueblos más pobres son aquellos en los que hay más riqueza (o si no vuelvan la vista hacia el caucho, hacia el petróleo, hacia las esmeraldas, hacia el carbón o hacia el oro); donde la Constitución – que es lo más estable que tiene cualquier nación – la cambian todos los días; donde a la gente que paga impuestos y vive dentro de la ley el Estado no la escucha, mientras que al que no los ha pagado nunca y jamás ha vivido dentro de la ley sí, pero luego sale a pedir -el Estado, claro- que la gente se haga escuchar dentro de la ley y que, por supuesto, pague puntualmente sus impuestos; donde ya no es Dios quien decide hasta dónde llega el don supremo de la vida, sino que lo decide quien contrata a un sicario, mientras el Estado se hace el pingo, a pesar de que la Constitución le ordena, como primerísima función suya, que proteja la vida de las personas; donde como en el Instituto de Seguros Sociales había corrupción e ineficiencia lo cerraron, y como en Cajanal había corrupción e ineficiencia la cerraron, y como en la Caja Agraria había corrupción e ineficiencia la cerraron, y como en Colpuertos había corrupción e ineficiencia lo cerraron, y como en el DAS había corrupción e ineficiencia lo cerraron, cuando las que tenían que cerrar eran la corrupción y la ineficiencia, pero ambas no solo gozan de cabal salud, sino que están cada vez más rozagantes; en fin, donde todo continúa como en El extraño mundo de Subuso, porque todos nos empecinamos en ver las cosas, no como son en realidad, sino como nos las muestran nuestras propias gafas, ahora resulta que un hospital universitario va a terminar con que ni es hospital, ni es universitario.
En efecto, el Hospital Universitario de Santander es un importante centro científico del pueblo santandereano, que, como centro científico que es, obviamente debe ser manejado por científicos. Sí: por científicos, por hombres y mujeres de ciencia, del mismo modo en que, pongamos por caso, a la Iglesia Católica la manejan los curas, no los veterinarios, y a la Justicia la manejan los abogados, no los astrónomos.
Pues bien: cuando hablamos de científicos, nos estamos refiriendo -en el caso de un hospital- a médicos. Y no se diga que los médicos solo saben de ortopedia, y de oftalmología, y de neurología, y de cardiología, y de dermatología, y de neumología, y de otorrinolaringología, y de patología, pero que nada saben de administrar hospitales, porque quienes así razonan desconocen -o se hacen los que desconocen- que una de las especializaciones que ofrece la Medicina es la Administración Hospitalaria. Sí: la Administración Hospitalaria, para más señas la especialidad de la doctora Lisa Cuddy (protagonizada por la actriz Lisa Edelstein) en la serie Doctor House.
Mejor dicho: a un hospital lo deben administrar médicos especializados en Administración Hospitalaria.
¿Que eso es obvio? Sí, de acuerdo: es obvio. Pero tenemos que decirlo, porque en este país lo obvio no es obvio.
También es obvio que los departamentos científicos del hospital deben ser manejados por médicos. Sí, por médicos del resto de especialidades o subespecialidades, o sea, por pediatras, fisiatras, radiólogos, alergólogos, geriatras, oncólogos, epidemiólogos, podólogos, nefrólogos, hematólogos, neonatólogos, gineco-obstetras, gastroenterólogos, internistas, coloproctólogos, salubristas, psiquiatras, reumatólogos, cirujanos generales, cirujanos estéticos y reconstructivos, toxicólogos, anestesiólogos y, en fin, el largo etcétera que usted puede complementar con el listado anterior. Sin olvidar -claro está- a los médicos generales, que siguen siendo el fundamento principal de la Medicina.
Pero como este es el país donde en las universidades se cursa la carrera de Derecho Internacional y Diplomacia, pero de embajadores mandan al locutor Édgar Perea o al entrevistador Yo José Gabriel o al político Carlos Moreno de Caro, mientras los graduados de esa carrera atienden bares o manejan taxi, ahora resulta que, según el gobernador del departamento de Santander, es decir, según el joven político costeño Richard Aguilar, hijo ilustre del turístico municipio de Tolú (departamento de Sucre), el Hospital Universitario de Santander puede prescindir sin problema de los científicos -que no son sino unos generadores de problemas- y la Facultad de Medicina de la Universidad Industrial de Santander (UIS) no puede manejar el Hospital Universitario de Santander porque no tiene el “músculo financiero” que se requiere para hacerlo. Lo dice, como si, de un lado, los científicos debieran dedicarse no a la ciencia sino a la politiquería, y como si el tal “músculo” financiero y los demás músculos no los pudiera sacar la UIS (sacar músculos, quiero decir), no haciendo ejercicios isométricos en el gimnasio, sino recibiendo las inyecciones presupuestales correspondientes, es decir, las que se merece por ser la primera institución de educación superior del oriente colombiano y una de las más importantes de Colombia y de América Latina (o, al menos, por haberlo sido).
Inyecciones presupuestales que deben ser el destino de los elevados impuestos que pagamos los contribuyentes, pues nosotros no pagamos la agobiadora carga impositiva con que nos grava el Estado para que nuestro dinero (que -dicho sea de paso- no nos está sobrando y bien nos caería que no nos lo cobraran) vaya a engrosar las cuentas bancarias de todos los Nules que en el mundo han sido.
Así que, como dice la olvidada sabiduría popular, “Zapatero a tus zapatos”: los médicos a los hospitales y los políticos a la política.
No al contrario, señor gobernador.
No al contrario ¡por Dios! porque si es al contrario nos lleva la que nos trajo.
PARA GENERAR RESPONSABILIDAD ELECTORAL Y ALGO DE VERGÜENZA EN LA ACTIVIDAD SOBRE LOS PAJAZOS DE LOS MACRO PROYECTOS TURÍSTICOS PARA AMPLIAR MAS EL RATERISMO Y LA DESFACHATEZ.
El Dr. Juan Trillos Vargas M.D. Fisiatra nos envía el siguiente mensaje:
“Más claro no canta un gallo. Puso el dedo en la llaga. El que debe salir del hospital es otro. Felicitación, doctor Óscar. Atte., Juan Trillos V.
Enviado desde mi iPhone”.
El historiador y columnista de Vanguardia Liberal Libardo León Guarín nos envía el siguiente mensaje:
“La vulgaridad, la improvisación y la avaricia nos están ahogando. Ahora regresan por todo el Hospital para pagarle a la clientela. Y el Gobernador haciéndoles los mandados. ¡Qué mediocridad y qué silencio! salvo voces como la suya.
Libardo León Guarín”.
Claro ejemplo el de la Doctora Dilian Francisca Toro, médica pediatra y expresidenta del senado de la república: echó de lado la Medicina y ahí se encuentra con un proceso en su contra.
Como siempre, sus comentarios muy acertados. Saludos, Dr. Oscar Humberto.
Oscar, felicitaciones, tienes toda la razón.
Gracias, respetado amigo Oscar Humberto, por tan acertadas y sentidas palabras que muestran la claridad de tu pensamiento al respecto. Por supuesto, la piedra más estorbosa que tiene en el zapato el director del HUS (y el gobernador y una persona que está condenada y presa en Bogotá) es la presencia de la Universidad Industrial de Santander en la Institución Hospitalaria, tanto por los estudiantes y médicos en formación, como por los profesores y los Subgerentes que hacen grandes esfuerzos para asesorar el direccionamiento de la entidad, mientras el que tiene el timón de ella hace caso omiso de las recomendaciones, informaciones, denuncias y reproches, ejecutando mediocres acciones en lo poco que entiende de administración de hospitales (no es persona del talante requerido para una institución de esa categoría, pero fue estratégicamente impuesta en ese difícil cargo por los capos que nos gobiernan con la ayuda e intriga de otros con intereses particulares en ganar la pesca en río revuelto). La politiquería vista a todas luces por los despidos y nombramientos absurdos de personas en la escasa nómina, la abundancia de abogados que tiene dicha nómina, en su mayoría inoperantes e imprecisos, sólo por conveniencia de unos pocos, o para guardarles la espalda a directores anteriores por los procesos que les pueden imputar, y por ahí va la cuenta de todos los desaciertos y torcidos. Le paso una píldora del gobernador, que en una entrevista ha dicho que el hospital está bien así, atiborrado y con incomodidades como siempre, porque es un hospital “de combate”. Qué talito el terminacho con que lo califica en vez de Universitario!!!! Y el director les responde a los médicos residentes que le interpelaban que él no sabía que estaban tan incómodos los pacientes en urgencias y que no sabía que se habían acabado unos medicamentos !!! entonces, en dónde y para quién está trabajando en ese cargo??? Por supuesto, la presencia de la UIS incomoda porque nos damos cuenta de los precios que se pagan por medicamentos y equipos médicos, de los insumos que no llegan desde los proveedores idóneos y directos que dan costos razonables y garantías efectivas de sus productos, de los representantes acreditados por las casas investigadores y fabricantes pioneras en tecnología electromédica, sino de unos intermediarios impuestos por la dirección o la secretaría de salud, y …. etc, etc, etc,. “Los de la UIS” somos un peligro porque entre ese grupo de Subgerentes UIS hay por lo menos tres que tienen experiencia de sobra, conocimientos profesionales de altísimo nivel, muy por encima de los dos o tres capítulos de administración que conoce el actual director y, además, la mejor intención de servir democrática y honestamente a lo que queda del sistema de salud de los santandereanos. Los de la UIS somos un peligro porque puede evidenciarse más fácilmente el dolo, la mediocridad, la politiquería y demás resabios y mañas de estos personajes siniestros para la Salud de los colombianos. Me animo a preguntarte, apreciado Oscar Humberto, si los desaciertos en políticas, los dolos en administración de recursos y la desidia y omisión de acción eficaz de los funcionarios a cargo, incluídos los más altos rangos nacionales y departamentales, deberían catalogarse como faltas del orden Penal y no solo de lo contencioso administrativo. Están burlándose y jugando con la salud, la vida y las capacidades de desempeño laboral y productivo de todos. Gracias por escucharme. Respetuosamente, Luis E. Franco O. MD. Radiólogo.