Para que un hombre golpee a una mujer hasta fracturarle el rostro necesita tener una dosis excepcional, no de fuerza física, sino de cobardía.
Más allá de nuestra ya vieja desavenencia, queremos hacer llegar al doctor Milciades Rodríguez Quintero, Magistrado del Honorable Tribunal Administrativo de Santander, al doctor Julio Édisson Ramos Salazar, igualmente Magistrado de esa augusta corporación de justicia, a sus dignísimas señoras y a sus distinguidas familias nuestra solidaridad en estas horas de tribulación por las que están atravesando a raíz de la agresión miserable que contra su integridad física y su dignidad sufrió, en Santana / Boyacá, la señorita María Alejandra Rodríguez Ramos.
El hecho de que nos desuna la enemistad no nos ciega el alma como para llegar a desconocer que el doctor Rodríguez ha sido siempre un padre amoroso con sus hijos, pero especialmente —al igual que todos los padres— con su hija, víctima del infame atropello. No otra cosa, sin faltar a la verdad, podríamos decir del doctor Ramos.
Es el padre de la joven golpeada un hombre romántico, amante de la poesía, de la música sensible, de su tierra natal —la noble ciudad de Guateque, enclavada en el precioso e inolvidable Valle de Tenza— y, por eso, y porque también somos padres de niñas, no requerimos de especiales dotes de clarividencia para adivinar cómo puede estarse sintiendo en estos momentos infaustos.
Nos unimos, por supuesto, al reclamo general que la ciudadanía decente de esta región del país está elevando para que se haga ejemplar justicia ante este nuevo caso de violencia y brutalidad contra la mujer. Quienes fuimos enseñados —cuando aún la patanería no se apoderaba de nuestras costumbres sociales— en la convicción de que a una dama no se le toca ni con el pétalo de una flor, deploramos que en estos tiempos canallas de derrumbamiento moral aquel principio caballeroso se haya ido perdiendo, como lo comprueba esta indignante y ruin agresión consumada por varios hombres —incluido alguien de quien se esperaba que asumiera la defensa del más frágil— contra una jovencita de escasos 21 años.
A María Alejandra, en la Clínica Reina Sofía de la capital de la república, le enviamos desde este rincón santandereano nuestra voz de respeto, de solidaridad y de esperanza. Ten la seguridad, María Alejandra, que cuando ya superes este cáliz amargo por el que estás atravesando, volverás a ser la joven inteligente, hermosa y valiosa que has sido siempre.
Y no te sientas apenada: cuando un hombre golpea a una mujer, no es precisamente la mujer quien debe sonrojarse de vergüenza.
Mesa de las Tempestades / Área Metropolitana de Bucaramanga
Miércoles 2 de julio de 2014
Sin lugar a dudas, creo que a estos malandros (O MALANDRO, según sea el caso) debería aplicárseles la ley en todas sus formas, no solo por este hecho de infame cobardía contra una mujer, casi una niña, sino para que no se establezca como un principio entre todos los patanes que abundan en algunas zonas de nuestro país, creyendo que son más hombres cuando golpean a una mujer. Me solidarizo con María Alejandra y le deseo una pronta recuperación, que no se preocupe que estamos muchos a su lado, dispuestos a proteger a la mujer colombiana de estos remedos de hombre.
Hola doc, soy la periodista Amparo Parra Mosquera. Hoy en mi programa de radio que se transmite en la Emisora Melodía de 8 a 9 de la mañana de lunes a viernes, leí el mensaje que usted escribió sobre María Alejandra.
Además he venido promocionando el tema de Las Vitaminas Me gustaría tenerlo en el programa para que hablemos de su música.
Con admiración y aprecio.
Amparo Parra Mosquera