Las cabañuelas. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

JEAN-FRANCOIS MILLET, pintor francés (1814-1875)/ Plantando patatas.

El director del diario El Frente Rafael Serrano Prada ha rememorado en su última columna editorial [V. Entrada del 4 de enero/15] la antiquísima tradición popular campesina de “Las cabañuelas”, de la cual unos sostienen que sí es acertada, otros admiten que lo es, pero solo en áreas muy pequeñas y en tiempos igualmente muy cortos, mientras otros aseguran que carece por completo de fundamento científico.

Se trata de la predicción empírica del clima que habrán de tener los diversos meses del año, esto es, de enero a diciembre, mediante la observación del clima de los días del mes de enero. En algunos lugares del planeta, las previsiones se hacen tomando como punto de referencia el mes de agosto. MARÍA MOLINER define así el vocablo: “Cabañuelas (dim. pl. de “cabaña”) Pronóstico hecho por la gente de los pueblos sobre el tiempo que va hacer en cada uno de los doce meses siguientes, observando las variaciones de los primeros días de enero y agosto”. (Diccionario de Uso del Español. Editorial Gredos. 2a edición, Madrid, p. 437).

Los cálculos se hacen en tres grupos, que supuestamente darían resultados coincidentes.

En primer lugar, están las “cabañuelas de ida”. Según ellas, el clima de los doce meses del año será el que tengan los doce primeros días del mes de enero.

Así, el clima del 1 de enero correspondería al clima de enero; el del 2 de enero vendría a ser el del mes de febrero; el del 3 de enero sería el del mes de marzo; el del 4 de enero correspondería al del mes de abril; y así sucesivamente hasta el 12 de enero, que sería el de diciembre.

A partir del 13 de enero y hasta el 30, se dan las llamadas “cabañuelas de retorno”, que predicen el clima de los meses correspondientes, pero al revés, o sea, en sentido contrario: el clima del 13 de enero será el de diciembre; el del 14, el de noviembre; el del 15, el de octubre; el del 16, el de setiembre; el del 17, el de agosto, y así sucesivamente hasta llegar al día 30 de enero, cuyo clima sería el del mes de enero.

Finalmente, en cuanto al día 31 de enero, según las cabañuelas, este se parte en segmentos de a 2 horas, para un total de 12 segmentos, cada uno de los cuales corresponderá al respectivo mes: así, el clima del 31 de enero entre las 00:01 horas hasta la 1:59 a.m. será el clima de enero; el del 31 de enero entre las 2:00 a.m. y las 3:59 a.m. será el clima de febrero; el del 31 de enero entre las 4:00 a.m.  y las 6:00 a.m. será el clima de marzo, etcétera.

A lo largo de muchos años, las cabañuelas, con algunas variantes, formaron parte de la cultura popular, aunque en el norte de España reciben otro nombre, el de “témporas”, vocablo con connotación religiosa y referido al ayuno ordenado por la Iglesia durante los días miércoles, viernes y sábado al inicio de las estaciones de verano, otoño, invierno y primavera.

La meteorología moderna no le da importancia alguna a las cabañuelas como método para el pronóstico del tiempo. No obstante, en diversos sectores sociales se persiste en tenérseles como parte de la sabiduría popular y se afirma que si no resultan verificados sus vaticinios no es porque en sí carezcan de valor, sino porque el hombre se ha encargado de alterar por completo los ciclos de la naturaleza, no solo en el tema del clima, las siembras y las cosechas, sino en otros no menos importantes para el ser humano como el sueño, alteración esta última derivada de la invención de la bombilla eléctrica y de la prolongación consiguiente de las actividades diurnas en las horas de la noche, y cuya secuela más grave es el fenómeno moderno del insomnio.

 

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