EL CANACA // Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

CANACA

Mientras que un México duerme,
otro México transita
por entre sombras y luces
en las noches citadinas.

Hoy a un hombre solitario
un retén de policía
arrestó porque ha mezclado
la soledad y el tequila.

Mas tiene tv esa noche
la estación donde dormita
y México así conoce
al personaje del día.

Él no se llama el Canaca,
el pueblo así lo bautiza,
y en pocas horas se extiende
de norte a sur la primicia.

El hombre clama y protesta,
frente a las cámaras grita
que lo amarraron cual puerco
y le hurtaron lo del día.

 

Seis millones de personas
en América Latina
conocieron al Canaca
y oyeron lo que decía.

Todo el mundo se burlaba
y al mismo tiempo veía
que la fama de aquel hombre
con los minutos crecía.

Se esparció su rostro triste,
se difundió la noticia
ya no solo de su arresto,
también de su don de artista,

de que con cuatro palabras
rústicas y mal dichas
hasta el sur del continente
llegaba con su carisma.

 

Hablaron de que iba a ser
hasta estrella de películas,
de que lo haría hombre rico
su figura empobrecida.

Pero así como un cometa
veloz se ve que ilumina
y al instante descubrimos
que es un fulgor de mentiras,

brilló el oscuro Canaca
tan solo mientras se iba,
pues pocos días más tarde
ya tenía tierra encima.

 

Ahora, cuando ya a todos
se les apagó la risa,
ahora, cuando ya nadie
recuerda al raro humorista,

yo me pregunto en silencio
si aquel bufón de unos días
no estaba hablando de olvido
desde su tierra juarista;

pregunto si entre la gente
que a nuestro lado camina
no existe más que el silencio,
si ya hay gente muerta en vida,

si aquel que no tiene a nadie,
ni nadie lo necesita
no es acaso otro Canaca
en trance de ser noticia.

 

¿No es el Canaca ese pueblo
que tiene el alma vacía?
¿No es el Canaca esa gente
que ya no sueña, ni aspira?

¿Por qué tomaba y el mundo
con su embriaguez evadía?
¿Sería tan solo por gusto,
sería de pura alegría?

¿A qué llegar a su casa,
si solo lo recibía
la sombra negra en la noche
y el hambre eterna en el día?

 

México entero escuchó
que estando en la Policía
le habían robado el dinero,
y México se reía;

Ayotzinapa fue luego,
Guerrero no fue ese día,
fue después que la protesta
silenció la Policía;

y muchos hoy se preguntan
si ya el Canaca traía
la voz de los estudiantes
en su voz enronquecida.

 

Andaba solo, embriagado,
sin la menor alegría,
y con el rostro marcado
por el dolor que sentía:

Aquel dolor desolado
que siente un alma vacía,
en un mundo acostumbrado
a que en nadie se confía,

pues el que no tiene a nadie
allá en la casa que habita,
tan solo tiene en la calle
soledades reunidas.

 

No es fácil vivir tan solo
como el Canaca vivía,
no es fácil no tener dónde
hallar una mano amiga.

Que fue famoso el Canaca
no hay duda, ¡quién lo diría!
lo conoció el continente,
se rió de cuanto decía,

vio en la tv su casa,
le sacaron cancioncillas,
y así aprendió que en el mundo
los espejismos nos brillan,

que siempre existe el peligro
de caer en su mentira,
que no es la fama de oro,
es fulgor de fantasía.

 

Hoy nadie ya de él se acuerda,
su figura ya no inspira
la risa de los millones
que gozaron su desdicha,

en la rapidez del mundo
todo no es más que una brisa
que pasa cual pasa el tiempo,
que vive siempre de prisa,

por eso llega el olvido,
y las flores se marchitan,
y aquí el que vaya cayendo
ya no es más que una estadística.

 

Amigo: tú que ahora tienes
futuro, techo y familia,
que puedes mirar el mundo
esbozando una sonrisa,

tú que noche tras noche
sabes que alguien te abriga
con el calor de su afecto,
con el amor por cobija,

no olvides a Dios pedirle
por aquellos que hoy tiritan
de frío y de soledad
en los polos de la vida.

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Ilustración: Supuesto billete mexicano con la imagen del Canaca, uno de los tantos montajes burlescos que circularon en Internet.

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