Pienso en ti, ciudad querida,
Te pienso, Bucaramanga,
Recuerdo aquella avenida
Que a mi barrio me llevaba,
Y a aquel caminante alegre,
Y a aquella muchacha guapa,
(Aquel, vistiendo uniforme,
Aquella, de minifalda),
Y el trino de los canarios,
Y el olor de las sarrapias,
Y las melcochas del sábado,
Y el acueducto y sus aguas,
La campana del recreo,
Las paletas de guanábana,
El batutero que hacía
Piruetas frente a la banda,
Si la Camacho Carreño
En público desfilaba,
Y a quien “el Loco” Acevedo
Oía yo que llamaban,
Y los cuentos de vaqueros
Que doña Celia alquilaba
Allá en su tienda de barrio,
En la mitad de la cuadra,
Teatro de niños pobres,
Sin telones y sin máquinas,
Que hoy es recuerdo preciado
De nuestra preciada infancia.
Te pienso, tierra querida,
Pienso en ti, Bucaramanga,
Rememoro tus domingos
De fútbol por la mañana,
Los muchachos que corrían
Si la policía llegaba,
Porque el Estado, que nunca
Por ellos se preocupaba,
Que no construía escenarios
En donde libres jugaran,
Tampoco lo que era de ellos
—Los parques— se los prestaba;
Mas hoy, a pesar de todo,
Te quiero, Bucaramanga,
Y aquellos años recuerdo
Sin rencor y con nostalgia.
Pienso en ti, ciudad querida,
Pienso en ti, Bucaramanga,
Y evoco el ayer del barrio
Donde aprendí qué era patria,
Que era patria el vecino,
El amigo de la cuadra,
Y la jovencita hermosa
Que la calle iluminaba,
La escuelita de la esquina,
De cancel en la ventana
En donde supe que Amor
Letra muda no llevaba,
Y los escaños del parque,
Aquel en que me escuchaban
Narrar por cinco centavos
Mis historietas fantásticas
Donde al final siempre el malo
Perdía, y el bien ganaba;
Y que eran patria las patrias,
La grande, la libertada
Por hombres de charreteras
Y manos entrelazadas,
Y otra, la patria chica,
La tierra santandereana,
Y dentro de ella ibas tú,
Metida entre las entrañas;
Y que era patria ser niño,
Sin tener miedo al mañana,
Y el caminar por la acera
Sin que el alero dejara
Que la lluvia de la tarde
La ropa nos empapara,
Y ese sol de los venados
Que a las seis nos saludaba
Y se escondía entre los cerros
Que al oeste se asomaban;
Y que era patria el bambuco,
Que en todas partes sonaba,
Sin que los aires foráneos
Su voz se la silenciaran,
Y que eran patria los tiples,
Las bandolas, las guitarras,
Los cantos que por ser nuestros
No eran cultura prestada;
Y que eran patria los versos
Que la niñez declamaba
Parada sobre una mesa
Mientras las madres lloraban,
Pues nadie sentía vergüenza
De tener desnuda el alma.
Pienso en ti, ciudad querida,
Ciudad de Bucaramanga,
En tu Suratá olvidado,
El paseo a Floridablanca,
Las idas al aeropuerto
A ver volar la esperanza,
Los aviones de Taxader,
Las avionetas de Urraca,
Que el Llano de los Ordóñez
Gómez Niño ahora se llama
Y hoy anuncian que Cantinflas
Llega del aire, y su gracia
Hará nacer ilusiones
A tu gente cabizbaja,
Y anuncian hoy que Camilo,
Presbítero sin sotana,
Desciende con su evangelio
Por la escalera de Avianca,
Y unos dicen que es Jesús,
Y otros dicen que es la Parca.
Pienso en ti, ciudad querida,
Te evoco, Bucaramanga,
Y rememoro tus parques,
De los dulces la fragancia,
De los mangos del Romero
Su delicia y su nostalgia,
Las palmas del Politécnico,
De las Albornoz su casa,
El bus que va a Morrorrico,
Miguelito que nos carga,
La iglesia de san Laureano,
Todavía iglesia santa,
Los turrones y los millos,
El mercado de la plaza,
Los dos pasajes del centro
Que unen cuadra con cuadra,
El Aurelio Martínez Mutis
Y el Cadena a la distancia,
Donde se nos atraviesan
El fotógrafo y su cámara
Para captar nuestra imagen
Y que nos toque comprarla,
Y el vendedor de las medias
Que no se rompen con nada,
Y el que los viejos relojes
Con un ungüento restaña,
Y el payaso que te invita
A comprar saco y corbata
Para que seas caballero
Y conquistes a las damas
Y todos sepan que eres
Un lord de Bucaramanga.
Pienso en ti, ciudad querida,
Te añoro, tierra olvidada,
Recuerdo del Salesiano
Los filmes que proyectaban
Después de la catequesis
El domingo en las mañanas,
La bizcochería Tobón,
La piscina de las Navas,
Los dulces de los Mantilla,
Y el Coliseo Peralta,
El Oro Viejo en la doce
Con su sabor a naranja,
Vino dulce que en diciembre
A La Aurora acompañaba,
Igual que las panderetas
De las tapas machacadas,
Igual que los aguinaldos
Y los coros del Tutaina,
Y aquellas tiendas de pobres
Donde los pobres aún fiaban,
Y el ulular en los árboles,
El canto de las chicharras,
Y del tabaco en reposo
El mural que saludaba,
Y del Venado de Oro
Su invitación a la farra,
Con Hugo Blanco y su orquesta
En este fin de semana,
Los Golden Boys, La Chichera,
Y un joven pobre a la entrada,
Que con tambor en el hombro
Elude la vigilancia,
El mismo que ve en la Luna
A unos tales astronautas,
Mirando pantalla ajena
Por no haber una en su casa.
Pienso en ti, ciudad querida,
Pienso en ti, Bucaramanga,
En Margie Ojeda, vecina,
Amiga nunca igualada,
Que me regaló su risa
Sincera de colegiala,
sin esperar nada a cambio,
Pues no podía darle nada,
Excepto estimarla siempre
Y siempre rememorarla;
Y en las carpas de los circos
Que llegan y que se marchan,
Incluido el circo pobre
Que en ruidosa propaganda
Anuncia a grandes estrellas
Y al final en su programa
Presenta solo a payasos
Que no conocen la gracia,
Y a un mago que no comprende
Que su trabajo es la magia
Y al chimpancé empobrecido
Que llena el circo de lágrimas.
Te pienso, ciudad querida,
Pienso en ti, Bucaramanga,
Y en tu Teatro Garnica,
Con su diezmada elegancia,
Y en el encanto del Tía,
Donde de niño pensaba
Que todas las cosas del mundo
Allí vendían y compraban,
Y allá, en la Veracruzana,
Esa tienda abarrotada,
La del señor Gratiniano,
Que gratis nada nos daba,
Y donde supe que el piso
A los niños descalabra,
Y en las chorreras que fueron
Las proveedoras del agua
Sin que a la casa viniera
Un empleado a cortarla,
Y en las cometas de Beto,
Papalotes sin mañana,
Y en los bazares alegres,
De chicha y de carne asada,
Que a punta de complacencias
Parejas nuevas formaban.
Ya no descubro tus calles
En tus calles atestadas,
Ya no vislumbro tus casas
En tanta torre grisácea,
Ya no imagino el silencio
En el ruido que no para,
Ya no presiento el saludo
Entre tanta gente extraña,
Ya no adivino el futuro
En tu niñez marginada,
Ya no advierto a un Jaime Trillos
En estos que ahora mandan
Y no comprenden el tope
Que tienen sus propias arcas,
Ni que dineros ajenos
Las manos queman y manchan.
Ya no presiento al Supremo
Entre tanta extravagancia,
Iglesias, templos y cultos
Donde todo el mundo es papa,
Ni he vuelto a ver en tus parques
La familia congregada,
Los cánticos a la tierra,
El apoyo a quien trabaja,
El respeto a los mayores,
El silencio al que descansa,
Ni veo Estado que enseñe
Que a la tierra hay que cuidarla.
Lamento que te hayas ido.
¡Te extraño, Bucaramanga!
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ILUSTRACIÓN: Bucaramanga en los años 60. Calle 36 con carrera 19. Fotografía de Carlos Eslava.
Miguelito, el millo del recreo y las cometas de las hojas de cuaderno con hilo que en agosto volaban. Las mariposas amarillas en cuanto jardín había en toda casa. Así es. Te extrañamos mi amada Bucaramanga.
!Linda poesía! Toda una monografía llena de nostalgia de la ciudad de otrora. Me hace acordar de la canción “Hubo una ciudad”. Felicitaciones.
La piscina de las Navas, donde aprendimos a chapucear; el patero, que vendía la pata, que con avena nos deleitó. Gratos recuerdos de mi Bucaramanga del alma.
Waooo, realmente este hermoso poema me llevó en un viaje a mi infancia y adolescencia… que ya creía olvidadas. Gracias, gracias, gracias. Fue mágico este rato de lectura.