La ineficacia de los correos en Colombia y “La carta a García” en los tiempos de hoy. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

ÓSCAR HUMBERTO GÓMEZ GÓMEZ. Fotografía de Nylse Blackburn. 2009

 

Definitivamente, la ineficacia, la pereza y la falta de iniciativa se están apoderando de nuestros correos. Y esa lamentable realidad conduce, inexorablemente, a otra: la flagrante violación del derecho de las personas a comunicarse. Y esta, a otra más: al sacrificio de los derechos de las personas por culpa del correo.

Y es que el mensajero que no entrega el correo talvez ignora que esa omisión puede significar el que una viuda y unos huérfanos o una persona mutilada se queden sin indemnización, o que un preso deba resignarse a permanecer en la cárcel porque su apelación fue tardía.

 

 

Las empresas 472, Avianca Deprisa y Servientrega han venido generándonos una profunda preocupación. No es admisible que, por ejemplo, nos haya sido devuelto sin entregar un sobre dirigido al Tribunal Administrativo de Cundinamarca Sección Tercera Subsección A. Secretaría, pese a haberse anotado en el sobre, además de lo que se acaba de describir, la dirección exacta del edificio donde queda dicho tribunal, el nombre completo del magistrado a cargo del proceso, los datos de éste, vale decir, su número de radicación, la clase de proceso y las partes, sólo porque no pudimos dar el número exacto de la oficina donde está ubicada la secretaría o donde funciona el despacho del magistrado dentro de aquel edificio, dato que ignorábamos y seguimos ignorando. Y que, estamos seguros, ignora todo el mundo.

 

DENTRO DE LOS PERSONAJES QUE INTERPRETÓ EN SUS PELÍCULAS, MARIO MORENO “CANTINFLAS” EXALTÓ AL CARTERO MEXICANO EN EL FILME “ENTREGA INMEDIATA”

 

Tampoco es aceptable que haya sido regresado sin entregar un sobre dirigido a uno de nuestros clientes, residente en el barrio Entrerríos de Bogotá, a pesar de haberse anotado su nombre y su dirección exacta, solamente porque a la empleada de la empresa de correos que aquí llenó los datos le dio por “interpretar” la reconocida expresión “AC” (Avenida Calle) como “Avenida Caracas”.

 

EL ACTOR MEXICANO RAÚL “CHATO” PADILLA INTERPRETANDO AL PERSONAJE “JAIMITO EL CARTERO” EN LA SERIE DE TELEVISIÓN “EL CHAVO DEL OCHO”. A SU LADO, EL ACTOR Y LIBRETISTA ROBERTO GÓMEZ BOLAÑOS COMO “EL CHAVO”

 

Lo obvio era que, en el primer caso, el inepto mensajero se molestara en preguntarles a los vigilantes o porteros del edificio dónde quedaba la oficina de ese magistrado o dónde la secretaría, y en el segundo caso el incapaz mensajero concluyera que si en la avenida Caracas no aparecía esa nomenclatura, era porque podría referirse a la “Avenida Calle”. Eran razonamientos inherentes a su trabajo cotidiano.

Ninguno de los dos sobres, pues, llegó a manos de su destinatario. En el primer caso, un mensajero que no se digna abrir la boca para hacer una pregunta. En el segundo, una confluencia de ineptitudes: a la ineptitud de la empleada que llena los datos aquí se une la del mensajero que debe entregar el sobre allá. ¡Ineptitud por todas partes! Ambos sobres solamente fueron de Bucaramanga a Bogotá de paseo.

 

ELBERT HUBBARD, AUTOR DE “LA CARTA A GARCÍA”

 

Permítannos añadir una situación anecdótica adicional que está teniendo ocurrencia en el Centro Empresarial Chicamocha de Bucaramanga, sede de nuestras oficinas. Resulta que como en nuestras oficinas hay aire acondicionado, la puerta de ingreso a ellas permanece cerrada. Hay una placa que indica el horario de atención al público y existe un citófono que permite timbrar y hablar a través de él con la persona que contesta dentro de la oficina. Sin embargo, el mensajero que reparte la correspondencia tan pronto observa que está cerrado pasa de largo. En alguna ocasión logramos pillarlo cuando ya se alejaba, lo llamamos, le hicimos el reclamo y fue entonces cuando nos dio la explicación sobre el por qué se estaba retirando: “Como vi cerrado, yo pensé que no había nadie”, nos argumentó. Dado que, a pesar de nuestras amables advertencias el problema continuó, optamos por colocar un aviso dirigido a él felicitándolo por su tarea y exhortándolo a que cuando encuentre cerrado -que será siempre- se digne oprimir el timbre del citófono. Aún no sabemos si esta idea tendrá éxito.

 

 

Para no extendernos más en esta entrada, reservamos para otra lo acaecido en instituciones como el Banco Agrario, el Hospital Universitario Ramón González Valencia, la Fiscalía General de la Nación, el Ministerio de Transporte y, por supuesto, nuestra Administración de Justicia, entre otras. Así veremos que esta abulia insoportable no es exclusiva de los correos, sino que nos estamos sumergiendo desde años atrás en las honduras de una preocupante mediocridad. Acaso eso explique nuestro inmemorial atraso y, en buena parte, la irascibilidad y el estrés que nos agobian.

 

 

Pues bien:

Las amargas experiencias que hemos vivido con los correos de hoy en día nos han traído a la memoria un viejo texto literario, una especie de libro breve, o de artículo largo, o de folleto (no sabríamos exactamente qué nombre darle), el cual, en todo caso, leímos en la cartilla Lecturas escolares de Álvaro Marín por allá en el año 1965 cuando cursábamos 4o. de primaria en la Concentración Escolar de Varones José Camacho Carreño.  Esa obra diminuta se llama LA CARTA A GARCÍA y se refiere a un episodio decisivo en la guerra de Independencia que Cuba libraba frente a España.

 

 

Ocurrió que al presidente de los Estados Unidos le urgía enviarle una carta al general Calixto García, oficial cubano cuyo paradero se desconocía por completo. El mensaje era de tal importancia, que definiría nada menos que la guerra. La carta estaba lista, pero la gran pregunta era: ¿cómo hacérsela llegar a su destinatario? Alguien le sugirió al Jefe de Estado que enviara, a llevar la carta, a un tal Rowan, de quien sabía que era un hombre diligente. A Rowan le entregaron la misiva diciéndole, simplemente: “Llévele esta carta a García”, y él, sin hacer en ese momento ninguna pregunta acerca de quién diablos era García, ni sobre la ubicación, al menos aproximada, del desconocido destinatario, ni solicitar algún dato adicional que le facilitara la búsqueda, se fue a llevar el sobre y, efectivamente, luego de investigar en torno a la persona a la que le debía entregar la carta, de embarcarse en un puerto norteamericano, de navegar hasta Cuba, de internarse en el desconocido país y de varios días de averiguaciones, viajes, penalidades, extravíos, peligros, adversidades y aventuras, terminó entregándole personalmente la carta al general García. A partir de este hecho histórico, el escritor norteamericano Elbert Hubbard, y gracias a un sorpresivo y atinado comentario que hace su hijo, con quien está departiendo mientras toman el té, opta por escribir, en apenas una hora, LA CARTA A GARCÍA, que pronto, para su inmensa sorpresa, se convierte en un best-seller, no sólo dentro de Norteamérica, sino a lo largo y ancho del mundo, donde es traducida a los más diversos idiomas y en poco tiempo alcanza la bicoca de cuarenta millones de ejemplares.

 

PRESIDENTE WILLIAM MCKINLEY, REMITENTE DE LA CARTA A GARCÍA

 

GENERAL CALIXTO GARCÍA (DE BIGOTE BLANCO Y BOTAS)

 

GENERAL CALIXTO GARCÍA (AL FRENTE)

 

ELBERT HUBBARD, AUTOR DE “LA CARTA A GARCÍA”, EN EL ESTUDIO DE LA FOTÓGRAFA NORTEAMERICANA FRANCES BENJAMIN JOHNSTON. SE IGNORA LA IDENTIDAD DE LA PERSONA DEL MEDIO

 

https://es.slideshare.net/slideshow/libro-virtual-la-carta-a-garca-35447454/35447454

 

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