CARTAS A TOMÁS. Por: Leonardo Rodríguez V.

 

Carta VII

Querido Tomás:

En mi carta anterior te hablé un poco acerca del Renacimiento y te dije cómo se había pasado de una visión teocéntrica a una más bien antropocéntrica, y te puse como ejemplo el arte de aquella época. Para seguir mostrándote ese cambio de visión que hubo en esa época, permíteme que en esta carta te cuente sobre Martín Lutero, el hombre que fundó el protestantismo.

Seguramente has visto, mi querido Tomás, en tu ciudad muchos de esos edificios donde funcionan reuniones de culto ‘evangélico’. Te llamará la atención en primer lugar su gran número, casi que en cada barrio de tu ciudad encontrarás por lo menos uno, y en barrios grandes habrán sin duda varios de estos lugares. Todas se llaman distinto: iglesia ‘cristiana’ de esto, iglesia ‘cristiana’ de lo otro. Todas afirman ser la verdadera iglesia de Cristo, y que las demás están equivocadas. Tienen entre ellas algunas cosas en común, pero enseñan otras distintas y por eso tratan de convencer a las personas para que dejen sus ‘iglesias’ e ingresen a las de ellos, porque solo allí, dicen, está la verdad. Muchos de esos grupos envían a sus miembros puerta a puerta a tratar de convencer a las personas. Otros se especializan en los jóvenes. Otros atienden colegios y escuelas, y finalmente hay algunos bastante cerrados y que manejan mucho secreto sobre lo que realmente hacen internamente.

Hoy no es posible saber cuántas de estas sectas religiosas existen en el mundo, se calculan en miles, esparcidas por todos los países. Si buscas sobre esto en Internet encontrarás sitios donde se dice que hay más de 20000 en el mundo, mientras que otros sitios afirman que ya pasan de las 30000. En realidad puede que el número sea mucho más grande. Muchos miles.

Pues aunque no me lo creas, querido Tomás, hubo un tiempo en que solo existía la Iglesia Católica. Ni 20000, ni 30000, ¡una sola! La inmensa mayoría de todos esos grupos que llenan tu ciudad no tienen más que unos 10 o 20 años de existencia, incluso tú, a pesar de tu corta edad, tienes más años que muchas de esas agrupaciones. Y las que más años tienen de existencia tienen a lo mucho unos 450 años, pues vienen de la época de Martín Lutero.

¿Quién fue este Lutero?

Martín Lutero fue un monje alemán que nació en el año 1483 y murió en 1546, o sea en pleno Renacimiento ‘más o menos’. A pesar de ser monje, Lutero en el año 1517 decidió rebelarse contra la enseñanza de la Iglesia Católica para luego fundar su propia iglesia en la cual él pudiera mandar como suprema autoridad. De hecho también convenció a una religiosa de abandonar el convento para casarse con ella, abandonó todos sus compromisos religiosos, inventó nuevas doctrinas, rechazó la enseñanza de la Iglesia Católica y se proclamó único enviado de Dios autorizado para enseñar el cristianismo. Evidentemente no estaba muy bien de la cabeza este señor, pero a pesar de eso fue capaz de convencer a miles, primero en Alemania, y después en otras partes de Europa, que lo siguieron y creyeron en sus nuevas doctrinas. También supo Lutero aprovecharse de los defectos que tenían algunos miembros de la Iglesia Católica para atacarla diciendo que estaba llena de gente corrupta, como si los que lo siguieron a él fueran todos unos santos. Con decirte, mi querido Tomás, que el rey de Inglaterra en esa época, Enrique VIII, siguiendo el ejemplo de Lutero también se separó de la Iglesia Católica y solo porque quería separarse de su esposa para vivir con una adolescente de la que se había encaprichado, y como la Iglesia Católica no aprobaba el divorcio, entonces aprovechó las nuevas ideas de Lutero para también él rebelarse contra el catolicismo.

Pero ¿Qué ideas nuevas trajo Lutero? Sobre esto, mi querido Tomás, se ha escrito muchísimo. Historiadores y teólogos han dedicado cientos de libros en estos 500 años a explicar las ideas luteranas. Yo te voy a mencionar aquí un par de ellas que son como el corazón de su doctrina, la parte esencial y que más influye en nuestros días (te recuerdo que estamos haciendo este recorrido precisamente para ver de dónde vienen las ideas que forman el modo de pensar y actuar de la gente actualmente).
Déjame que te las ponga como en una lista, para que las puedas ver con facilidad:

– Libre examen

– Sola Escritura

Primero lo primero, el libre examen. Lutero decidió que para poder liberarse de la Iglesia Católica debía rechazar su autoridad. Por lo tanto comenzó a enseñar que la doctrina cristiana no era enseñada exclusivamente por la Iglesia Católica, sino que cada hombre y cada mujer, podía interpretar esa doctrina ya que cada hombre era inspirado directamente por el Espíritu Santo, sin necesidad de la intermediación de la Iglesia.

Con esta sencilla idea Lutero tiraba al suelo la necesidad de que el cristiano tuviera que recibir la enseñanza de la Iglesia, pues convertía a cada cristiano en intérprete de esa enseñanza, o para decírtelo en otras palabras, para Lutero cada cristiano era su propio papa, ya no había que oír al papa de Roma, sino que cada uno podía convertirse en su propio papa, todos eran papas.

Lo que pasa es que Lutero fue un hombre orgulloso, y a pesar de enseñar estas cosas para poder librarse de la Iglesia, acabó por hacerles creer a sus seguidores que solo él podía enseñar las doctrinas, es decir, primero proclamó que todos podían hacerlo, pero luego impuso su autoridad a sus seguidores para que solo creyeran lo que él mismo enseñaba. Lutero se convirtió a sí mismo en el único papa para sus seguidores. Rechazó al papa de Roma con la doctrina de que todos eran libres para examinar la doctrina, pero luego enseñó que él, Lutero, era la única autoridad para enseñar la doctrina. Se contradijo a sí mismo, pero no le importó porque su verdadero objetivo era sencillamente la vanidad del poder.

Y la doctrina de la ‘sola escritura’ decía que la única forma de conocer la doctrina y la enseñanza cristiana era la Biblia. Por lo tanto ni los escritos de los santos, ni de los teólogos, ni los catecismos, ni los escritos de los papas, ni la tradición católica, ni los concilios, ni nada, sino solo la Biblia. Y por supuesto que esta enseñanza, más la anterior, venían a decir más o menos lo siguiente: el cristiano debe buscar la doctrina solo en la Biblia y pedirle al Espíritu Santo su iluminación para examinarla libremente (o sea sin la iglesia) y comprenderla. Con estas dos enseñanzas Lutero se enfrentó a la Iglesia y logró que miles lo siguieran, destruyendo la unidad que existía hasta ese momento y convirtiendo a países enteros en enemigos de la Iglesia Católica. De hecho en países que se hicieron de mayoría protestante como Alemania e Inglaterra, los católicos fueron perseguidos y muchos de ellos asesinados por su fe.

Lutero ocultó sus verdaderas intenciones diciendo que lo que él hacía era una protesta contra la supuesta corrupción de la Iglesia Católica, y por eso a quienes lo siguieron se les comenzó a llamar protestantes, hasta el día de hoy. Aunque hoy a muchos grupos de esos que aparecen cada año en algún barrio de tu ciudad no les gusta para nada que les digan protestantes, y piden ser llamados evangélicos o cristianos. Y a decir verdad, querido Tomás, habría que buscarles algún nombre, porque hoy es cierto que muchos ya no protestan contra la Iglesia, pero tampoco es exacto ni correcto llamarlos cristianos o evangélicos, ya que rechazan muchas doctrinas esenciales en el evangelio, como el amor y la devoción por la Virgen María, por ejemplo, o la misa, o el cariño por los santos, y muchas otras cosas. Serían en todo caso algo así como cristianos a medias o medio evangélicos, y que yo sepa no hay un nombre para eso.

Pero sigamos adelante. Lutero murió en el año 1546, su herencia fue el rechazo de la Iglesia Católica, la enseñanza del libre examen y de la sola Escritura. ¿Qué significaban en el fondo estas dos enseñanzas?

Te he hablado ya, querido Tomás, del antropocentrismo de la época del Renacimiento. Y si te fijas bien en la enseñanza de Lutero, también es una enseñanza que viene a poner al hombre en el centro de todo. ¿Cómo? Pues al decir Lutero que cada hombre particular era su propio papa, que cada hombre particular podía declararse intérprete de la doctrina, que el hombre no estaba bajo la autoridad espiritual de la Iglesia, sino que era libre para analizar las doctrinas y aceptarlas o rechazarlas, al decir, finalmente, que lo importante era lo que cada uno aceptara o rechazara, Lutero reforzaba la idea de la importancia del hombre: ya no estaba obligado a consagrar sus pinturas a Dios, ni sus cantos, ni sus poemas, ni sus edificios. Ahora además tampoco estaba obligado a aceptar la enseñanza de la Iglesia, sino que podía construirse cada uno su propia iglesia, su propia secta, según sus propias ideas personales y decir que se las había inspirado el Espíritu Santo. Nada más y nada menos. La importancia del hombre, su capacidad de autodeterminación, ya no estaba solo en el arte, ahora estaba también en el terreno religioso. Poco a poco el hombre escalaba hacia la cumbre.

¿Qué piensas de Lutero y sus ideas, querido Tomás?

En la próxima carta te hablaré de un hombre que también a su manera puso al hombre en el centro de todo.

Con sincero afecto,

L.R.

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LEONARDO RODRÍGUEZ V. Psicólogo, filósofo, teólogo y escritor santandereano.

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