¿Por qué no existe el Premio Grammy Latino para la música andina colombiana?

FESTIVAL NACIONAL DEL BAMBUCO. NEIVA (HUILA) / COLOMBIA

Cada año se reúnen en los Estados Unidos los poderosos de la industria disquera y de los medios de comunicación para pronunciar los nombres de los nominados y los ganadores de los premios Grammy Latinos. Es una verdadera feria de galardones: la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación, en efecto, no les otorga premio sino a la bicoca de ciento nueve categorías. Sí, como lo lee: CIENTO NUEVE personas ganan Premio Grammy cada año. Sí, en serio: 109, en la numeración arábiga. Sí, sí: CIX, en la numeración romana.

Y es que en los Grammy Latinos premian todo lo habido y por haber. Aunque, para ser justos, no son exactamente ciento nueve personas las que pasan a recibir premio, porque hay artistas a los que, año tras año, como en un ritual, les entregan, no uno, sino dos, tres, cuatro o cinco premios. Con decirles que hay artistas a los que pareciera que les hubiesen visto cara de coteros de muelle en Colpuertos y los ponen a cargar tantos, pero tantos premios, que cuando llegan a sus casas a dormir -después de la consabida farra, claro está- se miran al espejo y notan, con asombro, que les han salido músculos de físico-culturista.

TIPLE, INSTRUMENTO NACIONAL DE COLOMBIA

En alguna ocasión, abusando de la amabilidad del abogado, escritor, historiador y periodista nortesantandereano Alberto Donadío, quien viajaba a Norteamérica, hice llegar, a través de él, una humilde carta dirigida a la Academia con una propuesta: la de que se les permitiera concursar por uno de esos premios a los cultores de la música folclórica latinoamericana y, de manera muy especial, a quienes en Colombia, trabajando en las condiciones más adversas, continúan haciendo posible la supervivencia del folclor andino.

Y es que el presidente de la Academia, el médico y músico Kike Santander, cuyo padre era charaleño, o sea, santandereano, había estado hacía poco en ese municipio comunero asistiendo a un homenaje que le rendían a la memoria de su progenitor y tuvo que soportar con estoicismo el interminable desfile de duetos que pasó a rendirle las correspondientes venias con sus guitarras, sus tiples y un sinnúmero de bambucos, pasillos y guabinas, además, por supuesto, de otro desfile no menos largo de lagartos y lambones. Pero todo indicó que al maestro Kike Santander, oriundo de Cali y caleño por convicción, no lo conmovió ni el desfile de nuestros músicos andinos, esperanzados en que el poderoso productor les echara una miradita, ni los discursos de los lagartos, ni los sobijos en la chaqueta de los lambones, y se fue de Charalá después de decir, como en son de reproche, que su papá siempre había “ayudado a la gente” en esta tierra y que como que no había sido mucha la gratitud que le habían demostrado. Cosa que, por demás, desgraciadamente tampoco es que resulte muy exótica que digamos por estos lares.

MAESTRO KIKE SANTANDER, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA LATINA DE ARTES Y CIENCIAS DE LA GRABACIÓN QUE ENTREGA ANUALMENTE EL PREMIO GRAMMY LATINO

Mi carta no tuvo efecto. Al contrario, lo que recibimos, como una bofetada, fue la noticia de que el Premio Grammy había abierto una nueva categoría, en medio del enjambre de categorías que ya tenía: la de “vallenato y cumbia”. O sea, que las dos únicas expresiones folclóricas colombianas que podían aspirar a un Grammy eran ambas costeñas. El primer galardonado fue el por entonces todavía supérstite maestro Rafael Escalona. Después, se empezó, como siempre, a premiar el ruidoso e insoportable vallenato comercial que domina hoy en día todos los escenarios naturales de esa otrora expresión cultural y que ha relegado el genuino folclor vallenato a las orillas de los ríos donde los juglares siguen tocando por unas cuantas monedas para no morirse de hambre.

FITO PÁEZ, TALENTOSO COMPOSITOR Y ARTISTA ARGENTINO

Sin embargo, ya antes de eso el connotado rockero argentino Fito Páez, quien de folclorista tiene lo que yo tengo de parapentista, había sido galardonado con un Grammy dizque al “Folclor Latinoamericano”. Fue tan absurda la concesión de ese premio, que el propio maestro Páez salió en televisión diciendo, con una sonrisa sardónica: “Bueno, ¿yo qué puedo decir? Está bien: gracias. Pero, no sé, no quiero imaginarme cómo se estarán sintiendo allá en sus tumbas Atahualpa Yupanqui, Chabuca Granda y, en fin, los grandes folcloristas de este continente”.

Debido a ese episodio, no he podido todavía ordenar mis confusas ideas sobre el Grammy Latino, pues pareciera que esto de proponer dentro de aquel certamen un premio al folclor latinoamericano como que ya estaba trasnochado, pues el galardón existía, sólo que la anécdota de lo ocurrido con Fito Páez mostró a quiénes se lo han estado entregando.

VICENTE FERNÁNDEZ, CANTANTE Y ACTOR DE CINE MEXICANO

Vicente Fernández dijo, en declaraciones públicas, que el Grammy lo tenía sin cuidado, que él estaba por completo ajeno a ese ambiente, al que llamó “de rosca”, y que ya en México “se sabía” que los premios se los repartían entre los mismos amigotes de siempre. La verdad, no sé si entre el más del centenar de premios Grammy le dan uno a la música ranchera, que, gústenos o no, es un símbolo indiscutible de la música de América Latina. Porque de existir Grammy a la música ranchera, sería el más grande absurdo no habérselo conferido ya al maestro Fernández.

Lo que sí me llamó la atención, en cambio, fue el hecho de que hace unos dos o tres años le otorgaron un premio Grammy al Cholo Valderrama, un cantor de música llanera colombiana, y, según dijeron, se lo dieron por un trabajo discográfico llamado “Caballo”. No sé si ello deba hacernos concluir que no sólo el vallenato, sino también la música llanera ya entró por la puerta del Grammy, así no haya sido por la puerta grande. Y es que, según leí también, hay premios Grammy “de primera” y premios Grammy “de segunda”, y el premio al Cholo Valderrama, por la escasa difusión que tuvo, pareció pertenecer a los “de segunda”. Incluso supe que estos premios “de segunda” los entregan en un acto completamente privado, antes de la rimbombante ceremonia donde se entregan los correspondientes a los “pesos pesados”.

JAIME LLANO GONZÁLEZ, MAESTRO POR EXCELENCIA DE LA MÚSICA ANDINA DE COLOMBIA

En todo caso, lo que sí es cierto es que ya es hora de que entre, por la misma puerta estrecha al menos, la vapuleada y marginada música andina colombiana.

Aunque eso va a ser muy difícil si no derrotamos antes dos cosas: una, la creencia de que la música andina colombiana puede seguir divorciada tanto de la actividad comercial que se desarrolla alrededor del disco como de la radiodifusión comercial; y la segunda, la de que dicha expresión musical puede sobrevivir sin la decidida erradicación de la espeluznante envidia que, infortunadamente, carcome las almas dentro de ese discriminado género musical. Lo primero, porque el Premio Grammy tiene una connotación eminentemente mercantil y en buena parte está determinado por el “éxito” que la música alcance en la red radiofónica, “éxito” radial que está atado al volumen de ventas. Lo segundo, porque si a los artistas que todavía se empecinan en mantener viva la música andina colombiana, en vez de apoyárseles, lo que se hace es meterles zancadilla -y una zancadilla que proviene, incluso, del mismo entorno donde tal género se cultiva- las posibilidades de que alguien surja lo suficiente como para comenzar a arañar el “éxito” internacional que se requiere, serán cada vez más lejanas.

Y es que, para no ir tan lejos, cuando se enteraron aquí de que yo estaba proponiendo ante la Academia Latina en los Estados Unidos un Premio Grammy en la categoría de Folclor Latinoamericano, y preferiblemente uno en la categoría Folclor Andino Colombiano, no faltaron quienes empezaron a rumorar que lo estaba buscando para mí.

Para tranquilidad de los preocupados con tan sombría perspectiva, no creo que después de esta columna, y aun en el remoto supuesto caso de que llegase a instituirse el Premio Grammy Latino a la música andina de Colombia, la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación quiera otorgármelo.

Es más: tengo la convicción de que ni siquiera me dejarían entrar a la ceremonia privada de entrega.

¡Gracias por compartirla!
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1 respuesta a ¿Por qué no existe el Premio Grammy Latino para la música andina colombiana?

  1. Nancy Rosellón Tapia dijo:

    #Eso sería maravilloso algo fuera de lo común se le haría justicia a la música Colombiana, sobre todo a la música andina, aunque yo soy costeña, vivo enamorada de la música del interior del país, porque está llena de poesía, de la poesía de que está forjada la historia de nuestra Colombia.

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