CARTA ABIERTA A LA SEÑORA DIRECTORA DE “EL MUNDO”, DE MEDELLÍN. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia.

ÓSCAR HUMBERTO GÓMEZ GÓMEZ (Fotografía: Nylse Blackburn Moreno).

 

Señora Directora:

Lo malo de no andar uno paseándose con frecuencia por Internet —en mi caso personal, por física falta de tiempo— es que transcurren hasta años y uno ni se entera de lo que ha estado publicado siempre allí y que, como es natural, se ha ido metiendo en la mente de quienes continuaron llegando a esos sitios y siguen tomando lo que allí encuentran sin eso que los abogados que trabajan con herencias llaman beneficio de inventario.

Un día cualquiera, movido por la curiosidad que me causaba el que más de una persona me contara que Fulano, o que Mengano, o que Zutano le había discutido sobre la autoría de “El campesino embejucao” y sobre quién era el que lo cantaba en el disco, me dio por abrir un par de esos que ahora llaman “web sites”. Bastó aquel paseo virtual para descubrir que, en efecto, mi canción “El campesino embejucao” se la estaban atribuyendo, en muchos sitios de Internet, a Jorge Velosa. 

De ese descubrimiento a hoy pasaron ya varios años sin que, finalmente, y por las razones que adelante expongo, exigiera jamás rectificaciones. La verdad es que, para infortunio de “El campesino embejucao”, su autor, intérprete y financiador no vive de la música y si llegó a ella, y en ella permaneció un corto tiempo, fue por meras circunstancias casuales, mismas que, obviamente, no vale la pena rememorar aquí. 

Sin embargo, cuando por estos días me dio por leer una nota de El Espectador —el diario de Medellín que los desinformados creen que fue fundado en Bogotá— donde le atribuyen a Jorge Velosa una relación con “El campesino embejucao” que él no tiene (incluida la de ser quien lo interpreta en el disco), y que ya por estas calendas me está quedando más tiempo para estos menesteres de la música y sus compliques,  decidí dirigirme al señor director de aquel matutino, y, de paso, también a usted para solicitar la rectificación que a bien tengan.

Y es que, aunque resulta evidente que ha pasado un tiempo largo desde la publicación del erróneo dato en El Espectador, y sí que más largo desde la publicación de El Mundo que motiva esta carta, la permanencia de ese dato inexacto en Internet continúa prestándose para que se siga alimentando la creencia popular en el error, de modo que el perjuicio contra lo que la ley llama mi “derecho moral” no se consumó tan solo aquel par de veces, sino que se tornó permanente. Debido a esto, la cordial y respetuosa reclamación que aquí formulo se torna plenamente actual. 

En el caso de El Mundo se trata, Señora Directora, de una entrevista publicada por ese prestigioso diario en Internet al final de la cual se inserta la letra de la canción “El campesino embejucao”, con lo que claramente se da a entender al lector que dicho tema musical no solo es de él, sino que —siendo públicamente sabido que él interpreta sus propias composiciones—, es él quien lo interpreta, generándose así una información ambigua, imprecisa e inexacta.

Permítame, Señora Directora, abusando de su hospitalidad, presentarle el contexto de lo que ha venido sucediendo al respecto.

“El campesino embejucao” es un bambuco guasca (así lo bauticé y así aparece en la carátula del CD) que compuse en el año 2000, grabé en el 2001 y prensé, bajo mi sello disquero personal “PaulAlejandra” —fusión del nombre de mis dos niñas— en el 2002.

Pero, además, “El Campesino Embejucao” es un personaje artístico creado por mí y al que puse a fungir como el verdadero intérprete de esa canción y de las demás canciones que grabé y que obran en la serie discográfica del mismo nombre, esto es, “El campesino embejucao volumen 1”, “El campesino embejucao volumen 2”, “El campesino embejucao volumen 3”, etcétera, todas ellas de mi modesta autoría. (En el volumen 6, por cierto, incluí el bambuco fiestero “EN LA FERIA DE LAS FLORES”, que compuse en homenaje a la hidalga ciudad de Medellín, que me honró cuando fui invitado a presentarme en ese certamen cultural, de tanta significación para el hermano pueblo antioqueño, donde se me atendió con una hospitalidad tal, que me sentí moralmente obligado a retribuir de alguna forma todas esas muestras de afecto recibidas durante mi corta y grata permanencia).

Pero, más allá de lo anterior, es decir, rebasando los límites del mero mundillo discográfico, alrededor de la imagen humilde de “El campesino embejucao”, y con la observancia del mayor respeto hacia la figura del campesino colombiano, empecé a construir lo que aspiraba que fuera todo un proyecto cultural, proyecto que alcanzó a comprender caricaturas, afiches, calcomanías, etcétera, y con el cual traté de contribuir, desde la música, a la defensa de nuestra identidad cultural y al conocimiento de nuestra historia. Lamentablemente, mi cada vez más asfixiante falta de tiempo, derivada de las crecientes dificultades de mi trabajo profesional de abogado (por razones que resultaría fatigoso abordar aquí), me imposibilitó seguir adelante con él.

Aprovechándose de la ingenuidad de las gentes sencillas de nuestros pueblos y de nuestros campos, y de que, debido a mi trabajo, yo no podía atender las presentaciones que en diversos lugares de la geografía nacional se me ofrecían y por ello mi imagen no era conocida, sujetos sin escrúpulos comenzaron a presentarse vestidos con mi atuendo, previa la firma de contratos con alcaldías, parroquias, comités, etcétera, en lugares como Paipa, Coromoro, Ocamonte, Capitanejo, Cúcuta, Cite, Villa de Leiva, Barrancabermeja, Aguazul, Cubará, y un largo etcétera, hasta que casualmente, y en desarrollo de unos hechos que tampoco resulta pertinente relatar aquí, vino a descubrirse esa patraña en Saravena, Arauca, tal y como en su momento lo dio a conocer al aire el entonces director de la emisora La Vallenata, de Caracol Bucaramanga, Julio César Galvis, a quien se le conocía —y se le seguirá conociendo por siempre— como el Emperador.

Igualmente, y por razones muy similares, en diversos sitios de Internet se le empezó a atribuir mi canción a Jorge Velosa hasta llegar a la nota de El Espectador que motivó la precitada carta a su director, aunque mucho antes de ella se dio la entrevista publicada por el periódico que Usted dignamente dirige, al final de la cual se insertó la letra de “El campesino embejucao”, así como también contribuyó a aumentar la confusión la página oficial de la Alcaldía de Bogotá que, en anuncio recientemente retirado de la Red, invitaba a una presentación artística para niños —de unas marionetas llamadas “Don Eloy”— dentro de la cual se dramatizaría “El campesino embejucao” de “Jorge Velosa” (sic).

Realmente, no he podido hacer nada frente a lo acontecido con la autoría de esta canción, porque, atrapado por mis responsabilidades profesionales para con las viudas, los huérfanos, los mutilados por las minas antipersonales y, en fin, las víctimas y los damnificados que un día me confiaron la defensa de sus causas ante los estrados judiciales -labor con la que me aproximo a los 40 años de ejercicio inmaculado del derecho-, fui postergando el inicio de mi lucha por la defensa de mis derechos de autor (también, dicho sea de paso, ultrajados por una abrumadora piratería discográfica, que el Estado permitió) hasta que, a la postre, todo terminó quedándose en meros planes jamás ejecutados.

Mantengo abierto, sí, desde hace ya varios años, mi blog y es desde él —y con las limitaciones enormes que tiene el actuar desde la provincia colombiana y no desde la capital de la República— que sigo defendiendo, en solitario por supuesto, lo que desde la discografía y los escenarios defendí con “El campesino embejucao”. A él, valga el paréntesis, se puede ingresar por: oscarhumbertogomez.com, o por santanderenlared.com, o por
el campesinoembejucao.com

En otras palabras, Señora Directora, “El campesino embejucao” ni es de la autoría de Jorge Velosa, ni él lo grabó, y, por consiguiente, la voz que se oye en el disco no es la de él, ni tuvo ninguna, absolutamente ninguna, participación en la producción de ese disco. “El campesino embejucao” es de mi autoría, con él ingresé a SAYCO, y además fui yo quien lo grabó y, por consiguiente, la voz que se ha oído siempre, desde su aparición a finales del año 2001, cuando las emisoras empezaron a pasarlo al aire (sin siquiera haberse grabado aún CD alguno) es la mía. A pesar de ello, como le cuento, he sido suplantado, mi música fue profusamente vendida en versiones piratas y en numerosos sitios de Internet se le atribuye mi más conocida canción a otro distinguido compositor. No deja de ser curioso, por decir lo menos, el que dentro de los llamados “foros” de Internet, hay quienes aseveran que no importa de quién sea.

Claro que en un país donde no se respeta el derecho a la vida, ni el derecho a la libertad de expresión, ni el derecho a nada, debo darme por bien servido de que solo me hayan irrespetado mis derechos de autor.

Dejo a su consideración, pues, estas líneas para los fines que la Señora Directora estime pertinentes.

Por lo demás, la veracidad de las mismas puede ser corroborada con numerosas fuentes, mismas que le suministraré a El Mundo si me las exige. Por ahora, permítame mencionarle como potenciales fuentes a la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (SAYCO) y a personalidades de la radio y la prensa como don Fernando Ardila Plata, gerente regional de RCN en Santander, el periodista Juan Carlos Ordóñez. director regional de Caracol Bucaramanga, el periodista e historiador Alberto Donadio, el director del diario El Frente, de Bucaramanga, y gerente-propietario de Radio Lengerke, de Zapatoca, y de la Emisora José Antonio Galán, del Socorro, Rafael Serrano Prada, o el locutor Víctor Suárez, de la Emisora Cultural Luis Carlos Galán Sarmiento, director del programa institucional Álbum Musical de Colombia, así como también a personalidades del mundo institucional como el ex Fiscal General de la Nación Alfonso Valdivieso Sarmiento —y su familia, agrego— o el ex Procurador General de la Nación Alejandro Ordóñez Maldonado, o a figuras estelares del mundo artístico como la banda de rock Monsieur Periné o el maestro Pedro Nel Martínez, para mencionar al azar solo algunas fuentes inconexas entre sí y, como usted puede observar, hasta opuestas.

Con todo respeto,

OSCAR HUMBERTO GÓMEZ GÓMEZ
Carné 3269 de Sayco

https://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=177436

ADENDA:

https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/seis-canciones-contra-la-violencia-en-colombia-articulo-857515

¡Gracias por compartirla!
Esta entrada fue publicada en Música, Periodismo. Guarda el enlace permanente.

1 respuesta a CARTA ABIERTA A LA SEÑORA DIRECTORA DE “EL MUNDO”, DE MEDELLÍN. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia.

  1. Juan Trillos V dijo:

    Muy clara y justa reclamación Dr Oscar Humberto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *