VICENTE ARENAS MANTILLA Y EL “GENERAL” FARÍAS. (IV). Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de Número de la Academia de Historia de Santander.

 

A la luz de la antropología, los mitos y leyendas constituyen uno de los aspectos más destacados dentro de la riqueza cultural de los pueblos. Mientras los mitos explican el origen de las diversas manifestaciones del mundo a través de personajes que, por tal razón, se denominan “personajes míticos”, las leyendas son relatos fantasiosos que van circulando de generación en generación hasta hacerse parte del imaginario colectivo. 

En nuestro medio, la actitud social hacia estas creaciones de la imaginería popular ha sido, por lo general, de total desconocimiento, cuando no de arrogante desprecio, si de las élites se trata, pues todas ellas revelan, desde la perspectiva crítica de estas, tan solo una crasa manifestación de la más absoluta ignorancia popular.

Más allá de la validez de tan radical criterio, sin embargo, y en desarrollo de una tarea intelectual a mi juicio poco apreciada, los mitos y las leyendas populares han sido objeto de profunda investigación y de rica producción bibliográfica por parte de antropólogos e historiadores.

Dentro de la cultura universal, los personajes míticos y los hechos legendarios fueron —y lo siguen siendo— temas de gran importancia para las artes pictóricas y escultóricas, así como para la literatura, la música y el séptimo arte, todos los cuales se han nutrido de la mitología romana, la mitología griega, la mitología egipcia y, en fin, la mitología de diversos pueblos de la tierra.

Algunas leyendas, como la Leyenda del Pájaro Chogüí, propia del Paraguay y originada en el seno de los indios guaraníes, han sido llevadas a la música mientras que otras como la Leyenda del Judío Errante, originada en el Medio Oriente, lo ha sido también al cine. La primera, denominada “leyenda” en la famosa canción de Pitagua, podría considerarse un mito si se considera que a través de aquel relato ficticio se explica el origen del pájaro típico de aquellas tierras suramericanas. 

Para no ir tan lejos, dentro de nuestro proyecto artístico y cultural, retomamos la Leyenda de la Patasola y la Leyenda del Judío Errante para plasmarlas en dos de nuestras canciones, aunque dándoles una connotación con matices propios.

 

 

Los mitos y las leyendas adquieren connotación nacional, pues los que parecieran ser propios de un departamento o región se observan también en otro departamento o región del territorio colombiano.

Así, el historiador caldense Javier Ocampo López en su libro “Mitos y leyendas de Antioquia la Grande” relaciona como mitos La Patasola, La Madremonte, la Llorona, La Viuda Alegre, la Dama Verde, el Hojarasquín del Monte, el Putas y el Judío Errante, y como leyendas La leyenda del río de La Vieja, la leyenda del Ingrumá, la leyenda del Pacto con el Diablo y la leyenda del Cristo de Zaragoza. No pocos de estos mitos y de estas leyendas, sin embargo, también tienen asiento en tierras santandereanas —como se aprecia atrás con la Patasola— y hasta en la propia Bucaramanga, pues, por ejemplo, alrededor de don David Puyana se tejió la Leyenda de la Casa del Diablo, tratada a fondo en uno de sus libros por el sociólogo e historiador santandereano Emilio Arenas.

 

 

De hecho, Vicente Arenas Mantilla, también tomó para una de sus crónicas —en prosa, no en verso— la Leyenda del Judío Errante.

Pues bien: el mismo Arenas Mantilla hizo otro tanto con una figura legendaria (o mítica, según otros) muy santandereana: el Ánima Coy, a la que convirtió en el tema de uno de sus romances, titulado obviamente así: ROMANCE DEL ÁNIMA COY.

 

Acerca de esta figura legendaria (o mítica, para otros) las autoras Betty Gallo Rondón y Cecilia Chaparro López en su libro “Santander, folclor, mitos y leyendas” incluyen a este personaje femenino dentro del imaginario de pueblos santandereanos como Bolívar y Güepsa, municipios de la provincia de Vélez, y Guapotá, municipio de la provincia Comunera.

Arenas Mantilla la ubica en su Piedecuesta natal e incluso la identifica con nombre y apellido, lo que no es común que suceda.

 

 

En términos generales, y salvo una que otra variante en el relato, la descripción de los personajes legendarios y míticos coincide en los diferentes pueblos donde se les tiene como tales. En el caso del Ánima Coy, más allá de algunas diferencias locales, se trata de una mujer que habría matado a su propio bebé y que, castigada por su horrendo crimen, deambula por las calles solitarias del pueblo.

 

Aquí está, pues, nuevamente la pluma del estupendo cronista y poeta piedecuestano Vicente Arenas Mantilla, figura estelar y olvidada de las letras santandereanas.

 

ILUSTRACIONES: (1) Prometeo trayendo el fuego.  Jan Cossiers. Óleo sobre el lienzo. 

(2) “El Judío Errante” . Gustavo Doré. 

(3) La Casa del Diablo. Proyecto Arte y Comunidad. La leyenda de Don David y la Casa del Diablo. María Katheryne Delgado.

(4) Piedecuesta. Fotografía antigua. Wikipedia. Campoelías.

(5) Vicente Arenas Mantilla. 

 

ROMANCE DEL ÁNIMA COY

 

 

Al punto de media noche,
por San Antonio hacia abajo,
entre lamentos profundos
y alaridos muy macabros,
un bulto blanco camina
calle abajo, calle abajo
y mientras reza, suspira,
suspira largo, muy largo.

Es Benedicta Rovira,
dicen los que la escucharon
durante largas centurias
los miércoles y los sábados,
al golpe de media noche
cuando bajaba rezando,
con su túnica de llamas
y una canilla en la mano.

Es Benedicta ¡Dios mío!,
piadosa Virgen del Tránsito,
decía al oír los gemidos
don Policarpo Avendaño.
—La conozco por el timbre
de la voz, y por los cascos
de mula que le salieron
por matar a su Rosario.

Con las puertas bien trancadas
mucho tiempo la miraron
las muy devotas matronas
de mi pueblo, que rezando
el credo y las siete salves,
la sentían pasar brincando,
como chulo algunas veces.
y otras veces como cabro.

Cada lamento se oía
más lastimero, más lánguido,
y el pelo se le paraba
al pobre de uno, en el acto.
Muchos cayeron privados
en plena calle, a lo largo,
al toparse a Benedicta
el espanto más espanto.

—Ayudadme… decía a veces,
a rogar por mi Rosario,
mi hija niña a quien maté
en el pozo hace veinte años…
Ayudadme..: almas piadosas,
con limosnas y sufragios
a salir de los infiernos
donde ha mucho estoy penando…

Y un olor de azufre intenso,
iba la calle llenando
al paso de Benedicta,
que con su antorcha en la mano,
y entre aullidos lastimeros,
iba bajando, bajando,
mientras las nobles matronas
rezaban credos y salmos,
y los serenos corrían
y echaban palo los guapos.

¡Gracias por compartirla!
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2 respuestas a VICENTE ARENAS MANTILLA Y EL “GENERAL” FARÍAS. (IV). Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de Número de la Academia de Historia de Santander.

  1. Eduardo Durán Gómez dijo:

    Gracias Óscar Humberto por recordarnos a ese gran cronista y poeta que fue Vicente Arenas Mantilla.
    Qué bueno revivir a nuestros intelectuales para motivar a las nuevas generaciones en esa causa del cultivo de la inteligencia.
    Un abrazo

    • Óscar Humberto Gómez Gómez dijo:

      De verdad que es un inmenso honor y constituye para nosotros motivo de una gran satisfacción el saber que nos lee y, por supuesto, el ver que nos escribe desde la capital de la República el señor Presidente de la Academia Colombiana de Historia doctor Eduardo Durán Gómez, distinguido abogado, periodista e historiador santandereano.

      Aprovechamos la oportunidad para enviarles un gran abrazo a todos los ilustres miembros de la augusta corporación que él dignamente preside, entre quienes se cuenta el prolífico autor santandereano doctor Antonio Cacua Prada, de quien sabemos que también nos honra como paciente lector de nuestras entradas y nos ha enaltecido igualmente con sus mensajes de apoyo a la tarea cultural que desplegamos desde este sitio de Internet.

      ¡¡¡Desde la Mesa de las Tempestades, en el Área Metropolitana de Bucaramanga, una feliz Navidad y un muy venturoso Año Nuevo, señores académicos !!!

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