HISTORIA, HISTORIOGRAFÍA Y CIENCIA. Por Manuel Enrique Rey.

 

La historia de la humanidad, en especial la de aquella concerniente a narraciones que cuentan hitos prominentes y/o personajes, sean relatada por historiadores, académicos o aficionados, para ser confiable y abarcar y ofrecer realística cognición, deberá ante todo acopiar la información de fuentes desde donde pueda obtenerse un universo confiable de datos o narraciones.

Siendo esto lo deseable, sin embargo, pocos son los que se han dedicado por estadística a obtener un porcentaje de veracidad confiable, informada y/o interpretada. Aún así, podría correrse el riesgo de ser sesgado lo narrado, debido a la fuente, al personaje, a la época, al profesional encargado de escoger el universo, al nivel de inferencia en términos de porcentaje de falla. etc.

La primera conclusión que se obtiene de la anterior aseveración consiste en que, siendo la historia propiamente dicha, una ciencia, es paradójico que el conocimiento obtenido de ella siendo impersonal, que, al mismo tiempo, difiera en cuanto a la de la apreciación e interpretación, si se tiene en cuenta cada mente. Al ser la apreciación personalizada (historia rerum gestarum), varia debido a múltiples algoritmos y cerebros, razón por lo que es imposible obtener una única interpretación de hechos del pasado, que normalmente son narrados o escritos en un lapso cultural distinto; tampoco que diacrónicamente hayan sido en su época obtenidos de fuentes confiables como podría ser por profesionales de la historia.

Por historiografía[1], apenas podemos acercarnos cuando más a una aproximación de lo que realmente sucedió. Cuenta la leyenda que un viajero, historiador y experto en zoología, aprovechando la capacidad retórica y literaria y la escasa amplitud de conocimiento existente en la época medioeval, en uno de sus viajes a África, tuvo la experiencia de por primera vez observar a un rinoceronte, un animal desconocido en Europa. De regreso a Inglaterra, aseveró, dejando perplejos a sus compañeros de la Royal Society, que había visto un raro animal mezcla de unicornio y dragón. Todos terminaron creyéndole, hasta que descartaron la idea que realmente pudiese existir un animal llamado rinoceronte y menos que siendo tal, pudiese ser una mezcla de unicornio y dragón, ya que ninguno de los dos eran seres reales.

La conclusión que se obtiene de la anterior leyenda es que siendo la historia una narración de sucesos que el historiador considera verídicos, cuántas veces por desconocimiento de hechos anteriores concatenados o por falta de conocimiento, lo obtenido es una narración sesgada, mitológica o sobrenatural. Como corolario, que no todo lo que se afirma, así el conocimiento se obtenga de algo real, obedece a una descripción veraz y causal de los hechos.

Una de las formas de aproximación a la verdad, consiste en obtener información histórica, evitando caer tautológicamente en estructuras que en sus formas resonantes puedan no ser equivalentes, sino divergentes, si se tienen en cuenta aquellas que ofrecen mayor grado de veracidad. Entre las razonables deberán seleccionarse aquellas investigadas con criterios científicos, uno de los cuales establece que “solo lo comprobable empíricamente será digo de catalogarse como verdad”.

Aparecen al parecer contrapuestas, la función del historiador y la del científico. La del historiador, consistente en conocer el pasado de los humanos, la del científico en descubrir la funcionalidad del mundo y la correlación de las variables que puedan expresarse en términos de una igualdad o una desigualdad. Si ambas actividades son consideradas objetivos de la ciencia, por historia debería evitarse lo subjetivo debatible, prefiriendo lo objetivo que pueda ser establecido verdaderamente. El científico aprovecha el conocimiento obtenido de la experimentación para aproximarse a la verdad, así tenga que rebatir lo antaño que pudo haber sido verdadero, procurando trasladar lo acaecido al contexto de su época, de manera que se ponga al día sobre lo que fue narrado o descubierto antes, ayudado por nueva tecnología puesta a su alcance.

Un científico estará dispuesto a continuar la diacronía experimental en la búsqueda de la verdad. En tanto, el historiador busca en el hito específico, ojalá exacto y preciso, una eventual sincronía. Los hitos relevantes del pasado puntuales donde interviene el hombre y no el mundo de los fenómenos causales pertenecen al campo de conocimiento del historiador.

Con frecuencia se afirma que “conociendo el pasado es posible evitar que sucedan los mismos errores a futuro”, a lo cual podría añadirse: “Lo anterior se obtuvo de un manual de ética”. Es común en un científico que, en base a la experimentación pasada, adquiera conocimiento veraz a prueba de falla, acudiendo para tal fin al ensayo y error. Muy pocas veces a un inesperado eureka.

El conjunto de conocimientos obtenidos por historia a partir de hechos del pasado, difícilmente gravitan en la órbita de lo científico. Para cumplir dicho objetivo la historia debería obtener el conocimiento a partir de observación y razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los cuales puedan deducirse principios y leyes generales que tengan capacidad predictiva y ser comprobables experimentalmente (Rae: Real Academia Española de la Lengua). Surge entonces la pregunta ¿Podría la historia catalogarse como una ciencia?

Científico es quien descubre una ley universal que subyace en la naturaleza, aplicable en todos los casos, lo que le da poder de predicción relacionada con el espacio y el tiempo, es lo que modernamente se conoce como ciencia. Quien se ingenia la aplicación práctica en las diferentes ramas requeridas en la solución de problemas por medio de la ciencia que ha sido descubierta es Ingeniero; quien como ingeniero descubre una ley universal se convierte en científico de la ingeniería por ejemplo un Ingeniero Químico que descubre una aplicación de la ciencia atómica quántica que cure el cáncer.

Igualmente, quien obtiene habilidad, maestría y conocimiento en la narración de hechos del pasado es Historiador. Raras veces un historiador es un científico. La razón, estriba en que, con la sola comprensión sistemática de un conjunto de sucesos, hechos políticos, sociales, económicos, culturales de un pueblo o de una nación, difícilmente se obtienen principios y leyes generales con capacidad predictiva, obtenidas experimentalmente.

Sin embargo, clasificar y analizar hechos históricos, teniendo por objetivo obtener principios e incluso leyes generales, podrían hacer del historiador un potencial científico. En eso estriba la dificultad para aceptar que los historiadores puedan ser científicos. Para el común de la gente, la propensión de interiorizar o individualizar un acontecimiento remoto, al potencialmente variar la captación del hecho histórico debido a múltiples razones cronológicas, socio-políticas o culturales, alejan al historiador del objetivo de la ciencia consistente en la búsqueda de una aproximación a la verdad absoluta a partir de experimentación cuyo resultado sea una ley universal. La dualidad existe entre si lo conocido del pasado, es obtenido a partir de una intuición o de una conceptualización generalizada. Incluso existe duda metódica, al pensar que los parámetros epistemológicos requeridos para la obtención de certeza a partir de hechos pasados puedan provenir de una base segura.

La dicotomía conceptual entre científico e historiador relacionada con la autenticidad, difiere en que, aunque en ambas disciplinas el conocimiento se obtiene a partir de hechos, el primero se logra por observación y experimentación y el segundo por inferencia. Existe conocimiento científico, solamente si los datos obtenidos son ley del universo y además a prueba de falla. También será ciencia si el método para la obtención de certeza se obtiene de un universo previamente seleccionado por estadística y la veracidad o falla se infiere con determinado porcentaje de error. La historia es el conocimiento de hechos del pasado, por tanto, para que éstos sean verídicos científicamente, deben obtenerse experimentalmente con un alto porcentaje de credibilidad (95%). Es casi imposible. La razón estriba en que la descripción de la historia es subjetiva, y por tanto no ha de ser ciencia.

Sucede con frecuencia en historiadores prominentes pensar si la información se obtiene de una fuente escrita y cercana al hito, que esta podría ser auténtica o veraz. A veces también y es de humanos ser proclives a admitir textos que por retóricos sean convincentes, así no sean fiables.

Al historiador le compete buscar el centro de atracción gravitacional del conocimiento veraz de hechos del pasado por medio de la constatación de múltiples fuentes, de forma que, de acuerdo a la cronología socio-política económica y cultural de la época en que acaeció el hito, aunada la actividad ontológica del personaje o de los personajes que intervinieron, pueda comprenderse el pasado con su caterva de mecanismos productores de evoluciones o involuciones destacadas.

En tiempo presente inferir o intuir el futuro será tarea difícil por la incapacidad que tiene la historia de predecir. La función de la historia no es la propensión vaticinadora de la historia por ser su dominio hechos no previsibles sino estocásticos, de todos modos, procurando evitar una situación anterior indeseable, en caso de una involución.

El planteamiento de predicciones científicas obtenidas de la naturaleza unas, y otras retrodicciones históricas a partir de hechos, pretende, en ambos casos obtener certeza, con una característica dual que permite que seamos científicos al obtener leyes que rigen a la naturaleza, historiadores si acudimos al conocimiento de hechos objetivos (historia: Res gestae, que no necesariamente han de ser ciertas, al involucrar subjetivamente el pensamiento crítico que históricamente pueda obtenerse del hecho (historiografía).

La ciencia establece leyes inexorables de comportamiento físico, establecidas como eventos sin tener en cuenta el pasado, el presente o el futuro, por lo que en cualquier momento pueda predecirse un estado a partir de determinadas variables que afectan, siempre y cuando no varíen las circunstancias; mientras, en hechos, y en hitos del devenir histórico humano, lo contingente y lo imprevisible juegan un papel preponderante.

Hay algunas razones para apoyar la anterior aseveración. Una de ellas es la caótica y desordenada evolución que en cada momento presenta la sociedad humana, debido a múltiples factores competitivos tendientes a un aumento de la entropía del universo siendo cada vez mayor la afectación debido a la tendencia al despilfarro energético, siendo el aprovechamiento calórico y lumínico que envía el sol para que haya ordenamiento que no sea el adecuado y sea mínima la tendencia a aprovecharlos usando la inteligencia y la razón.

La vida existe, con variados y múltiples cerebros, genes (genotipos), formas y tamaños individualizados (fenotipos), en éste restringido y extraño planeta, debido al azar. Un azar propiciado por un inesperado principio antrópico posicional (orbita y distancia adecuada con relación al sol y demás corpúsculos celestes), de configuración química (mezcla correcta de elementos químicos especialmente carbono, nitrógeno, oxígeno e hidrógeno) etc., que fue configurándonos tal y como somos (individualistas y librepensadores) y no de otra manera, que hace que unos acomodemos el modo de pensar y conveniencia a describir hechos del pasado (historiógrafos); y otros que, observando cómo se encuentran correlacionadas las variables físicas cosmológicas invariables que nos afectan las correlacionan en una ley, cumpliendo con su objeto de ser estudio y dominio de la ciencia (científicos).

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La ciencia tal y como se ha descrito y se entiende actualmente, tampoco es que haya sido así desde que existen humanos. Como todo lo que descubre y apropia el hombre, para saber quién es y qué posición ocupa en el universo, si existen dioses o fuerzas sobrenaturales, el más allá y hasta otros mundos paralelos, por qué es como es y no distinto, en fin, saber cómo funciona el mundo; son preguntas de las cuales ha ido obteniendo respuesta experimental desde comienzos del modernismo hace unos 500 años. Para ser exactos, debería agregársele una topología adjetiva a la palabra ciencia, diciendo mejor que la ciencia occidental se puso en marcha porque existió el Renacimiento, que no significa que pueda restársele importancia a los logros de los antiguos griegos, los chinos, y los científicos y filósofos islámicos.

Tampoco la Historia ha sido desde siempre una descripción de los hechos o una composición o relato razonado y estructurado de las acciones humanas, tales como fueron narradas las luchas entre persas y griegos, por quien es considerado el padre de la Historia en el mundo occidental: Heródoto de Halicarnaso; de Tucídides, el padre de la historiografía científica por escribir teniendo en cuenta causas y efectos y narrar teniendo en cuenta la verdad testimonial y no la credulidad; y Pausanias, tal vez el primer historiador descriptivo, el primer historiador arqueológico, primer guía turístico de Grecia.

Divergente o convergente en su objetivo, la Ciencia entendida como funcionamiento del mundo y sus personajes a través de las variables que los afectan y que pueden correlacionarse, como la Historia moderna entendida como la descripción de los hechos del pasado, por medio de un conjunto de procedimientos utilizados con el objetivo de obtener conocimiento científico de los hechos sociales, para que ambas se aproximen a la verdad, ambas empezaran reuniendo una serie de datos que, una vez analizados, satisfagan la naturaleza y el porqué de nuestra presencia en el planeta tierra; uno inexplicablemente insignificante, perdido en una galaxia insignificante, habitado por unos insignificantes humanos que a veces gustan de narrar verdades y, a veces se satisfacen contando mitos y leyendas increíbles.

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1. f. Disciplina que se ocupa del estudio de la historia.

2. f. Estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre historia y sus fuentes, y de los autores quehan tratado de estas materias.

3. f. Conjunto de obras o estudios de carácter histórico.

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MANUEL ENRIQUE REY.— Ingeniero químico, historiador y escritor.

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